Respaldo de material de tanatología

La Experiencia de Muerte Clínica de Mellen-

La Experiencia de Muerte Clínica de Mellen-Thomas Benedict Mellen

Thomas Benedict es un artista que sobrevivió a una experiencia de muerte clínica en 1982. Estuvo muerto por más de una hora y media. Durante ese tiempo salió de su cuerpo y entró en la luz. Su curiosidad acerca del universo hizo que fuera llevado muy lejos hacia las remotas profundidades de la existencia e incluso más allá, hacia el vacío energético de la nada, allende el Big Bang. El eminente investigador de estos fenómenos, el Dr. Kenneth Ring, ha expresado, “Su historia es una de las más notables que he encontrado en mi extensa investigación de las experiencias de muerte clínica.” Habla Mellen-Thomas Benedict En 1982 fallecí de un cáncer terminal. Mi condición era no operable. Elegí no recibir quimioterapia. Se me informó que me quedarían de seis a ocho meses de vida. Antes de esta época, me había ido sintiendo gradualmente más desesperanzado frente a la crisis nuclear, la crisis ecológica y cosas así. Llegué a sentir que la naturaleza había cometido un error – que probablemente nosotros éramos un organismo canceroso en el planeta. Y eso fue lo que finalmente me mató. Antes de mi experiencia de muerte clínica, probé todo tipo de métodos curativos alternativos. Ninguno ayudó. De modo que determiné que se trataba de un asunto entre yo y Dios. Nunca había realmente considerado a Dios, ni practicaba algún tipo de espiritualidad, Mas la muerte que se me aproximaba me lanzó a una búsqueda de más información acerca de la espiritualidad y las sanaciones alternativas.

Leí acerca de varias religiones y filosofías. Ellas me dieron la esperanza en cuanto a que había algo al otro lado. No contaba con un seguro médico, de modo que los ahorros de mi vida se diluyeron en un montón de exámenes. No queriendo arrastrar a mi familia, decidí manejarlo todo por mi cuenta. Terminé en un hospicio y fui bendecido con un ángel que se hizo cargo y cuidaba de mí en el hospicio, a quien llamaré “Anne”. Ella se quedó junto a mí durante todo lo que había de seguir. Entrando a la Luz Desperté cerca de las 04:30 am y supe que había llegado el momento – iba a morir. Llamé a algunos amigos y me despedí de ellos. Desperté a Anne y le hice prometer que mi cadáver iba a permanecer tal cual, por seis horas, porque había leído que suceden toda clase de cosas interesantes cuando uno muere. Y me volví a dormir. La siguiente cosa que recuerdo, es que estaba plenamente consciente y de pie. No obstante, mi cuerpo yacía en la cama. Me parecía estar rodeado de oscuridad, sin embargo podía ver cada cuarto de la casa, y el techo, e incluso bajo la casa. Brilló una Luz. Me volví hacia ella y percibí su similitud con lo que otros han descrito en las experiencias de muerte clínica. Era magnífica y tangible y fascinante. Quería ir hacia esa Luz igual como querría ir hacia los brazos de mi madre o padre ideales. Cuando avancé hacia la Luz, supe que si entraba en Ella, sería la muerte. De modo que dije / sentí, “Por favor, espera. Me gustaría hablar contigo antes de seguir.” Toda la experiencia se detuvo. Descubrí que estaba en control de la experiencia. Mi pedido fue aceptado. Tuve una conversación con la Luz. Esta es la mejor manera en que puedo decribirlo. La Luz se transformó en diferentes figuras, como Jesús, Buda, Krishna, imágenes arquetípicas y signos. Pregunté en una especie de telepatía, “¿Qué es lo que está pasando aquí?”

La información transmitida fue que nuestras creencias configuran la clase de retrospección que recibimos. Si uno fuera un budista, un católico o un fundamentalista, recibirá una retroalimentación de las imágenes que le sean familiares. Tomé conciencia de una matriz de Sí Mismo Superior, un canal hacia la Fuente. Todos tenemos un Sí Mismo Superior o una parte supra-anímica de nuestro ser, un conducto. Todos los Sí Mismos Superiores están conectados como un ser – todos los seres humanos están conectados como un solo ser. Fue la cosa más bella que jamás hubiera visto. Era algo así como el amor que uno siempre anhelara, y era la clase de amor que cura, sana, regenera. Estuve listo para irme en ese instante. Dije, “Estoy listo, tómame”. Entonces la Luz se transformó en lo más hermoso que pudiera imaginar – un mandala de almas humanas en este planeta… pude ver que éramos las más bellas creaciones… elegantes, exóticas… todo. No puedo encontrar palabras para expresar como, en un instante, cambió mi opinión de los seres humanos. Dije / pensé / sentí, “¡Oh Dios, no me había dado cuenta!” Quedé asombrado al ver que no había maldad en ningún alma. Las gentes pueden hacer cosas terribles debido a la ignorancia o a carencias, pero ningún alma es mala. “Lo que la gente busca – lo que la sustenta – es amor”, me dijo la Luz… “Lo que distorsiona a las gentes es la falta de amor.” Las revelaciones siguieron y siguieron. Pregunté, “¿Significa esto que el género humano será salvado?” Como estruendo de trompetas que diseminó una lluvia de espirales luminosas, la Luz “habló” diciendo, “Te salvas, sanas y redimes tu mismo. Siempre lo has hecho y siempre lo harás. Fuiste creado con el poder para hacerlo desde antes del principio del mundo.” En este instante me dí cuenta que ya había sido salvado. Se lo agradecí a la Luz de Dios con todo mi corazón. Lo mejor que pude expresar, fue, “Oh Dios amado, Universo amado, Gran Sí Mismo amado, yo amo mi Vida”. La Luz pareció inhalarme más profundamente, absorbiéndome. Entré a otro ámbito más profundo que el último y percibí una enorme corriente de Luz, vasta, rebosante, honda. Pregunté qué era, La Luz respondió, “Este es el Río de la Vida. Bebe de esta agua-maná hasta saciarte.” Bebí extático.

El Vacío de la Nada Repentínamente pareció como si fuera propulsado velozmente lejos del planeta, sobre este Río de Vida. Ví como la Tierra pasaba volando. El sistema solar pasó como una exhalación y desapareció. Volé por el centro de la galaxia, absorbiendo conocimiento a medida que avanzaba. Aprendí que esta galaxia – y el Universo entero – está rebosante de muchas diferentes variedades de vida. Ví muchos mundos. No estamos solos en este Universo. Parecía como si todas las creaciones en el Universo me pasaran veloces y desaparecieran como puntitos de Luz. Entonces apareció una segunda Luz. Cuando entré en Ella, pude percibir para siempre, allende el infinito. Me encontraba en el Vacío, la pre-Creación, el principio del Tiempo, la primera Palabra o vibración. Descansé en el Ojo de la Creación y parecía que tocaba el Rostro de Dios. No era un sentimiento religioso. Simplemente yo era Uno con la Vida y la Conciencia Absolutas. Seguí en el río directamente hacia el centro de la Luz. Me sentí envuelto por la Luz cuando me inhalaba nuevamente con su aliento. Y era obvia la verdad que no existía la muerte; que nada nace y nada muere; que somos seres inmortales, partes de un sistema viviente natural que se recicla interminablemente a sí mismo. Me tomaría años asimilar la experiencia del Vacío. Era menos que nada y, sin embargo, mayor que cualquier cosa. La Creación es Dios explorando al Sí Mismo de Dios por todos los modos imaginables. A través de cada cabello de sus cabezas, a través de cada hoja de cada árbol, a través de cada átomo. Dios explora el Sí Mismo de Dios. Lo ví todo como el Sí Mismo de todos. Dios está aquí. De eso es lo que todo se trata. Todo está hecho de luz; todo está vivo. La Luz del Amor Nunca se me dijo que había de volver. Simplemente supe que lo haría. No era sino natural después de lo que había visto.

Cuando comencé mi retorno al ciclo vital, nunca pasó por mi mente, ni se me dijo que volvería al mismo cuerpo. No importaba. Sentía una total confianza en la Luz y en el proceso de la Vida. Cuando el río se fundía con la gran Luz, pedí no olvidar nunca las revelaciones y los sentimientos de lo que había aprendido al otro lado. Pensé de nuevo en mí como un humano y me sentí feliz de serlo. De modo que ser la parte humana de Dios… esta es la más fantástica bendición. Es una bendición que sobrepasa la más loca imaginación de lo que una bendición pudiera ser. Para todos y cada uno de nosotros el ser la parte humana de esta experiencia es algo pasmoso y magnífico. Cada uno de nosotros, sin importar en dónde esté, desafortunado o no, es una bendición para el planeta, justo ahí en donde se encuentre. De modo que pasé por el proceso de la reencarnación, esperando ser un bebé en alguna parte. ……… Mas reencarné de vuelta en este cuerpo. Me sentí tan sorprendido cuando abrí los ojos, de estar de vuelta en este cuerpo, de vuelta en mi habitación con alguien que me miraba y lloraba desconsoladamente. Era Anne, mi enfermera del hospicio. Me había encontrado muerto media hora antes. Había repetado mi deseo de dejar tranquilo mi cuerpo recién fallecido. Ella puede verificar que estaba muerto realmente. No se trató de una muerte clínica. Creo que, probablemente, experimenté la muerte misma por al menos una hora y media. Cuando desperté ví la luz afuera, confundido, intenté levantarme e ir hacia ella, mas me caí de la cama. Anne oyó el golpe y llegó corriendo, para encontrarme en el suelo. Cuando me recuperé, me sentía sorprendido y admirado por lo que había sucedido. En un comienzo no recordaba la experiencia. Una y otra vez me desentendía de este mundo y preguntaba “¿Estoy vivo?” Este mundo me parecía más ser un sueño que el otro. A los tres días me sentía normal de nuevo, más lúcido aunque muy diferente a lo que era antes. Los recuerdos del viaje volvieron más tarde. Mas, desde mi retorno no podía encontrar nada malo en ningún ser humano que conociera. Antes de mi muerte yo era crítico, creyendo que las gentes eran realmente estúpidas. Todos salvo yo.

Tres meses más tarde, un amigo me dijo que debía hacerme examinar el cáncer. De modo que me hicieron todos los chequeos y exploraciones acostumbradas. Me sentía sano. Recuerdo aún al doctor mirando los exámenes de ‘antes’ y ‘después’. Dijo, “No puedo encontrar signo alguno de cáncer ahora”. “¿Un milagro?” pregunté. “No”, me dijo, “Estas cosas suceden – una remisión espontánea”. No parecía estar muy impresionado. Pero yo sí estaba impresionado… Yo sabía que era un milagro. Lecciones aprendidas Le pregunté a Dios, “¿Cuál es la mejor religión en el planeta? ¿Cuál es correcta?” Dios dijo con inmenso amor, “No importa”. Qué gracia tan increíble. No importa de qué religión seamos. Las religiones vienen y van. Cambian. El Budismo no ha estado aquí desde siempre, el Catolicismo no ha estado aquí desde siempre, y todas son acerca de hacerse más iluminado. Más luz está llegando a los sistemas ahora. Muchos se resistirán y lucharán por ello, una religión contra la otra, creyendo que sólo ellas tienen la razón. Cuando Dios dijo, “No importa”, entendí que nos atañe a nosotros darle importancia, porque nosotros somos los seres a quienes interesa. A la Fuente no le importa si uno es Protestante, Budista o Judío. Cada uno es un reflejo, una faceta del todo.

Quisiera que todas las religiones se dieran cuenta de esto y que se respetaran entre ellas. Las religiones separadas no son la finalidad, sino el vivir y dejar vivir. Cada una tiene una visión diferente y todas se suman para el panorama mayor. Me fui al otro lado con una cantidad de temores acerca de los desechos tóxcos, los misiles nucleares, la explosión demográfica, las florestas de lluvia. Volví amando cada problema en particular. Amo los desechos nucleares. Amo la nube en forma de hongo; este es el más sagrado mandala que hemos manifestado a la fecha, como un arquetipo. Más que ninguna religión o filosofía sobre la Tierra, esa terrible, maravillosa nube nos llevó a todos, de repente, a unirnos en un nuevo nivel de conciencia. Sabiendo que, tal vez, podamos hacer explosar al planeta cincuenta veces, o quinientas veces, hemos llegado a darnos cuenta que ahora, estamos todos juntos aquí. Por un tiempo tuvieron que seguír haciendo estallar más bombas para hacérnoslo ver. Entonces comenzamos a decir, “Ya no necesitamos más ésto”. En verdad, estamos ahora en un mundo mucho más seguro de lo que nunca estuviéramos, y que se va ir haciendo más seguro. De modo que volví amando los desechos tóxicos, porque nos han unido. Estas cosas son tan grandiosas. La deforestación de los bosques de lluvia va a frenarse y en cincuenta años habrá más árboles en el planeta que los que hubiera por muchos tiempo antes.

Si son partidarios de la ecología, trabajen por ella; ustedes son de aquella parte del sistema que se está volviendo consciente. Apóyenla con todas sus fuerzas y no se dejen deprimir o descorazonar. La Tierra está en un proceso de domesticarse y nosotros somos células de ese Cuerpo. El aumento de la población está llegando muy cerca al nivel óptimo de energía que pueda causar una mutación de conciencia. Esa variación de la conciencia va a producir cambios en la política, el sistema monetario y el manejo de la energía. El Gran Misterio de la Vida tiene poco que ver con la inteligencia. El Universo no es un proceso intelectual. El intelecto ayuda, mas nuestros corazones representan nuestra parte más sabia. Desde mi regreso, me ha tocado experimentar espontáneamente la Luz. He aprendido a llegar hasta ese Espacio casi cada vez que medito. Ustedes también podrían hacerlo – no necesitan morir antes, ya están conectados con él. El cuerpo es el más magnífico ser de Luz que exista. El cuerpo es un universo de Luz increíble. No necesitamos comunicarnos con Dios – ¡Dios ya está comunicándose con nosotros a cada momento!

Traducido por Herta Pfeifer, Santiago, noviembre 2006

EVENTOS ADVERSOS EN LA PRÁCTICA MÉDICA

EVENTOS ADVERSOS EN LA PRÁCTICA MÉDICA

¿Cuán a menudo son reportados los eventos adversos? Se ha sugerido que un estimado de 850.000 errores médicos ocurre en los hospitales del sistema nacional de salud inglés cada año, resultando en 40.000 muertes

http://www.intramed.net/actualidad/art_1.asp?idActualidad=32530&nomCat=Puntos%20de%20vista

A DESTACAR

-En promedio, 2.2% de todos los episodios (cerca 275.000 por año) incluyen un código para un evento adverso.

-Los contratiempos fueron mencionados en el 0.03% de los episodios (3980 por año)

-La incidencia no cambió a través del tiempo -La tasa de evento adverso registrada varió desde el 0% hasta el 15% y la tasa de los contratiempos del 0% a 1.02%

-Los eventos adversos fueron mencionados más frecuentemente en admisiones de emergencia en lugar de electivas (2.82 v 2.16%, P<0.001), pero los contratiempos fueron similares -Fue más probable la mención de un efecto adverso en los pacientes internados que los casos diarios (2.77% v 0.83%, P<0.001). -Los eventos adversos fueron registrados más comúnmente en hombres (2.5%) versus mujeres (2.5% v 1.97%, P<0.001) -Los eventos adversos fueron más comunes en personas mayores.

DISCREPANCIAS ENTRE EL DIAGNÓSTICO CLÍNICO Y EL ANATOMOPATOLÓGICO EN UN SERVICIO

OBJETIVOS. Analizar la frecuencia y espectro de las patologías más relevantes encontradas en el estudio necrópsico. Valorar la asociación entre estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) inferior a 24 horas y la tasa de errores diagnósticos. Material y métodos. Estudio retrospectivo observacional durante un período de 46 meses en una UCI polivalente. Las diferencias entre el diagnóstico clínico y anatomopatológico se establecieron en función de la clasificación de Goldman. Resultados. Se realizaron 85 autopsias de un total de 520 exitus (16,3%). Cinco pacientes fueron excluidos por información incompleta. De los 80 casos, encontramos 30 pacientes con errores mayores, 21 con repercusión terapéutica y pronóstica, y 9 en los que la estrategia terapéutica no se hubiera modificado. El diagnóstico más frecuentemente encontrado en el error tipo I fue la infección bacteriana seguida de la patología cardiovascular. La tasa de errores mayores con repercusión terapéutica fue superior en los pacientes con una estancia en UCI inferior a 24 horas (40% frente a 21%; p < 0,05). CONCLUSIONES. La autopsia continúa siendo una herramienta útil para evaluar la calidad del diagnóstico clínico. Los errores diagnósticos con repercusión terapéutica son las infecciones bacterianas y la patología cardiovascular. Los pacientes con una estancia en la UCI inferior a 24 horas presentan una tasa mayor de errores diagnósticos tipo I. INTRODUCCIÓN El diagnóstico anatomopatológico continúa siendo un arma eficaz para la confirmación del diagnóstico clínico. Es una herramienta que contribuye a una mejor docencia médica, conocimiento de las patologías y valoración de la calidad en el diagnóstico y terapéutica clínica. Asimismo, nos ayuda a reconocer las limitaciones que continúa teniendo el extenso campo de la medicina, ya que siguen existiendo numerosas entidades que pasan desapercibidas. Las discrepancias existentes entre el diagnóstico premortem y el postmortem pueden variar en un rango que oscila entre el 6%-40%. A pesar del evidente valor científico que nos aporta dicho estudio la frecuencia de autopsias realizadas en general en los hospitales, y sobre todo en hospitales universitarios, ha ido disminuyendo de más del 50% en 1940 al 22%-35% en 1970 y al 10%-25% en 1980. Las principales razones por las que se ha producido este descenso son varias, e incluyen: valores éticos y religiosos, falta de interés por parte del personal médico, la petición del consentimiento a la familia, excesiva confianza en el uso de nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas, represalias legales que pueden estar justificadas por una mala praxis del personal médico y el coste y la duda sobre la validez del proceso. Los pacientes ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) están sometidos a un gran espectro de procedimientos frecuentemente invasivos, que hacen aumentar el riesgo de padecer infecciones nosocomiales, tanto bacterianas como fúngicas. Como consecuencia pueden existir diferencias entre el motivo por el cual ingresan y la causa final de la muerte. Los objetivos fueron analizar la frecuencia y el espectro de las patologías más relevantes encontradas en el estudio necrópsico y valorar si los pacientes con una estancia inferior a 24 horas en un Servicio de Cuidados Intensivos presentan una tasa mayor de errores diagnósticos. Nuestra hipótesis es mostrar que la realización de necropsias en pacientes que fallecen en un Servicio de Cuidados Intensivos sigue aportando hallazgos relevantes que son útiles para valorar la calidad en nuestra práctica clínica. MATERIAL Y MÉTODOS Se trata de un estudio retrospectivo observacional durante un período de 46 meses en un Servicio de Cuidados Intensivos con patología médico-quirúrgica (incluidos pacientes coronarios y traumáticos). De manera sistemática se pide la realización del estudio necrópsico de todos los pacientes que fallecen en nuestro Servicio. Existe un documento escrito que la familia debe firmar para acceder a la realización de dicho estudio. Con anterioridad a la realización de la autopsia, el anatomopatólogo recibe la información clínica a través de un informe de exitus redactado por el clínico que ha atendido al paciente; posteriormente se realiza una sesión conjunta entre clínicos y anatomopatólogos donde se ponen en común los hallazgos encontrados en el estudio necrópsico y se discuten los casos. Se realiza una autopsia cerebral en aquellos casos en los que el anatomopatólogo cree que es necesario para determinar la causa de la muerte. Criterios de inclusión y exclusión Se incluyen en el estudio todos aquellos pacientes fallecidos en UCI en los que se realizó un estudio necrópsico. Se excluye a los pacientes con autopsias judiciales por falta de acceso a éstas y las de pacientes con información incompleta. Clasificación Para poder clasificar las diferencias encontradas entre el diagnóstico clínico y el anatomopatológico nos hemos basado en la clasificación de Goldman: los errores diagnósticos se clasifican en mayores (cuando se consideran causas primarias de muerte) y menores (cuando se trata de condiciones preexistentes o hallazgos que no interfieren en la causa primaria de muerte). Asimismo, los errores mayores se clasifican en tipo I: cuando su conocimiento hubiera cambiado la estrategia terapéutica del paciente o alargado su supervivencia; y tipo II: cuando su conocimiento no hubiera interferido ni en la estrategia terapéutica ni en la supervivencia. Las razones por las que no se hubiese variado de estrategia terapéutica pueden ser: porque el paciente hubiera recibido un correcto tratamiento aunque el diagnóstico no fuese el adecuado, la no existencia de tratamiento específico para dicha patología o la contraindicación de un tratamiento específico. Un ejemplo de error tipo I se dio en un paciente con el diagnóstico clínico de neumonitis por bleomicina, y en el estudio necrópsico se observó que la causa final de muerte fue una neumonía nosocomial; si se hubiese sospechado dicho diagnóstico la estrategia terapéutica hubiese sido distinta. Un ejemplo de error tipo II lo encontramos en un paciente con el diagnóstico clínico de muerte por shock séptico secundario a artritis séptica, y en el diagnóstico anatomopatológico se observó que la causa final de muerte fue shock séptico secundario a bronconeumonía bilateral. El microorganismo responsable de ambos cuadros fue el mismo, y por tanto la cobertura antibiótica fue la correcta para ambos cuadros. Los errores menores se clasifican en tipo III y tipo IV, siguiendo los mismos criterios ya comentados. En el caso en que hubiera una concordancia entre ambos diagnósticos se clasificaría como tipo V. Análisis estadístico Para la comparación entre los grupos utilizamos la «t» de Student para variables cuantitativas y Chi cuadrado para variables cualitativas. Una p < 0,05 fue considerada estadísticamente significativa. Los resultados se muestran como media ± desviación estándar o como porcentajes. RESULTADOS Se realizaron 85 autopsias durante el período de estudio de un total de 520 exitus en UCI (16,3%). Se excluyeron del estudio los pacientes traumáticos, ya que las autopsias fueron judiciales, y 5 casos por información incompleta. De los 80 casos estudiados el 75% fueron hombres y el 25% mujeres. La edad media fue de 61 ± 16,2 años. El APACHE II medio al ingreso fue de 21,2 ± 8,7. El 83,7% fueron pacientes médicos (con un 22,4% de pacientes coronarios) y el 16,3% fueron pacientes quirúrgicos (un 77% con cirugía electiva y un 23% urgente). La tabla 1 muestra la distribución de los diagnósticos clínicos. Dentro de los errores mayores se encontraron 21 pacientes (26,3%) con errores tipo I, y 9 pacientes (11,2%) con errores tipo II. Dentro de los errores menores se encontraron 2 pacientes (2,5%) con error tipo III y 3 pacientes (3,7%) con error tipo IV. En los 45 pacientes restantes (56,3%) no se halló ninguna diferencia respecto al diagnóstico, por lo que fueron clasificados como tipo V. Errores mayores tipo I En la tabla 2 se muestran los diagnósticos clínicos y anatomopatológicos de los 21 pacientes con error diagnóstico tipo I. La edad media de los pacientes fue de 61,1 ± 15,5 años. El 59% fueron hombres y el 41% mujeres. El APACHE II medio al ingreso fue de 22,2 ± 10,3. El 9% se trataba de pacientes quirúrgicos y el 91% de pacientes médicos. Las infecciones bacterianas corresponden a un 52,4% del total, seguido de patologías cardiovasculares con un 23,8%, y el resto corresponde a otro tipo de patologías como amiloidosis, infección vírica, hemorragia digestiva alta, vasculitis y aspergilosis. Dentro de las infecciones bacterianas las neumonías son la causa más frecuente (54,5%) seguidas de las endocarditis (18,2%) Errores mayores tipo II La edad media de los 9 pacientes con errores tipo II fue de 60,9 ± 20,6 años. Seis de ellos fueron hombres. El APACHE II medio al ingreso fue de 20,1 ± 10,2. El 77,8% fueron pacientes médicos y el 22,2% restante pacientes quirúrgicos. La causa más frecuente de errores tipo II, al igual que en los errores tipo I, sigue siendo la infección bacteriana con un 46%, seguida con la misma frecuencia de la hemorragia alveolar (22%) y la patología cardiovascular (22%), que incluye un caso de tromboembolismo pulmonar y un infarto agudo de miocardio. Finalmente encontramos una sola infección fúngica (10%). Comparativa entre los pacientes con una estancia inferior a 24 horas y los pacientes con una estancia superior Si analizamos detalladamente los 80 pacientes estudiados podemos observar que en los que estuvieron menos de 24 horas en el Servicio de Medicina Intensiva se cometen más errores mayores de tipo I con respecto a los pacientes con una estancia superior a 24 horas (40% frente a 21%; p < 0,05). Las causas más frecuentes de errores mayores tipo I encontradas en los 8 pacientes con una estancia inferior a 24 horas son 4 casos de infección bacteriana, seguida de tres casos de patología cardiovascular y una infección vírica. Dentro de las infecciones bacterianas encontramos una neumonía, una endocarditis, una miocarditis y una celulitis-fascitis. La patología cardíaca incluye dos casos de insuficiencia y una miocardiopatía hipertensiva. Los errores mayores tipo I más frecuentemente encontrados en pacientes fallecidos en UCI con una estancia superior a 24 horas son: 7 infecciones bacterianas seguidas de dos casos de patología cardiovascular. Las infecciones bacterianas incluyen 5 neumonías, una endocarditis y una pielonefritis. La patología cardiovascular incluye un caso de tromboembolismo pulmonar y una insuficiencia cardíaca. Además, se identificó una vasculitis, una amiloidosis, una hemorragia digestiva alta y una aspergilosis angioinvasiva (tabla 4). Con estos resultados podemos observar que los errores mayores tipo I se presentan con más frecuencia en los pacientes con una estancia inferior a 24 horas con un 40%, frente a un 21% de los pacientes con una estancia superior a 24 horas (p < 0,05) (tabla 5). DISCUSIÓN El hallazgo más importante encontrado en nuestro estudio fue que la infección bacteriana es la patología con más error diagnóstico, seguida de la enfermedad cardiovascular. Aunque en los últimos 45 años los errores diagnósticos más frecuentes hallados en las autopsias han ido cambiando, la incorporación de nuevas técnicas diagnósticas tales como la ecografía doppler, la medicina nuclear, la tomografía computarizada y la punción-aspiración con aguja fina (PAAF) no han alterado el porcentaje de errores. En los estudios realizados entre 1970 y 1990, el tromboembolismo pulmonar fue el error diagnóstico más frecuente, seguido del infarto agudo de miocardio y la infección bacteriana. Todos estos trabajos incluyen pacientes adultos e implican a todos los servicios del hospital. Al igual que en nuestro trabajo, en los estudios publicados en los que sólo se incluían pacientes de UCI, los errores diagnósticos más frecuentes fueron las infecciones bacterianas seguidas de la patología cardiovascular, que incluye tanto el infarto agudo de miocardio como el tromboembolismo pulmonar. En los estudios realizados más recientemente como el de John Roosen et al y Hassan F. Nadrous et al, el diagnóstico que más pasaba desapercibido fue el de las infecciones fúngicas y el taponamiento cardíaco, respectivamente. En el último estudio publicado al respecto, Dimopoulus et al encontraron que las tumoraciones malignas fueron las que más frecuentemente pasaban desapercibidas, pero las infecciones fúngicas y otras infecciones nosocomiales eran la causa más frecuente de error tipo I-II. El hecho de que la infección bacteriana sea el diagnóstico que más frecuentemente pasa desapercibido en nuestro Servicio puede deberse a diferentes factores, como que los pacientes ingresados en un Servicio de Cuidados Intensivos estén sometidos a un mayor número de técnicas diagnósticas y terapéuticas, que con bastante frecuencia son agresivas, y esto hace que aumenten las infecciones nosocomiales. En el estudio realizado por Thomas C. Mort et al, en el que se incluye sólo una UCI quirúrgica, se observó que los pacientes quirúrgicos presentan una tasa mayor de infecciones nosocomiales. En nuestro trabajo el 16,3% de los pacientes son posquirúrgicos, de los cuales en un 77% se realizó cirugía electiva y en un 23% cirugía urgente. Se incluyeron en nuestro estudio un 11,3% de pacientes con inmunosupresión, lo que también hace aumentar el número de infecciones nosocomiales. En nuestro trabajo tenemos que tener en cuenta que en un 7% de las infecciones bacterianas el diagnóstico clínico premortem era el correcto, comparado posteriormente con el diagnóstico anatomopatológico, y lo que difería era el diagnóstico microbiológico, lo que ha hecho aumentar el número de errores tipo I, ya que tenían repercusión en la estrategia terapéutica a seguir. Actualmente el tromboembolismo pulmonar ya no es el principal error diagnóstico, debido probablemente al uso generalizado de heparinas de bajo peso molecular y al alto índice de sospecha. En cambio, y a pesar de las nuevas técnicas diagnósticas, la aparición de tumores en el estudio necrópsico es frecuente y, excepto algunos casos, la mayoría se clasifican como tipo II; esto se debe a que los diferentes procedimientos diagnósticos no son factibles para los pacientes de UCI, por lo tanto el diagnóstico de la patología tumoral sigue siendo un reto para los Servicios de Medicina Intensiva. En la mayoría de los trabajos no se encontraron diferencias significativas en el tiempo de estancia en UCI. En nuestro estudio encontramos más errores diagnósticos tipo I en los pacientes con una estancia inferior a 24 horas con relación a los pacientes con una estancia superior a 24 horas (40% frente a 21%), y este hecho fue estadísticamente significativo (p < 0,05). A pesar de que en el estudio de Fernández-Segoviano et al no se encontraron diferencias significativas entre los pacientes cuya estancia en UCI había sido inferior a 24 horas, entre 1-3 días y superior a 3 días, sí reconocen que en los pacientes ingresados en un Servicio de Medicina Intensiva, dado el corto período de tiempo existente entre el momento del ingreso y el fallecimiento del paciente, hace que se reduzca la posibilidad de llegar a un diagnóstico correcto. En el reciente estudio publicado por Dimopoulus G et al se evidenció que los pacientes con una estancia inferior a 10 días presentaban una tasa superior de errores diagnósticos mayores que los pacientes con una estancia de más de 10 días. Por el contrario, en el estudio de Pastores se observó que en los pacientes con una estancia superior a 48 horas se encontraron más errores diagnósticos que en los pacientes con una estancia inferior a este período de tiempo, y este hecho se atribuyó a que los pacientes con una estancia superior a 48 horas tenían una probabilidad mayor de desarrollar infecciones nosocomiales. Nuestro estudio presenta diferentes tipos de limitaciones; se trata de un trabajo retrospectivo y observacional. Existe un sesgo de selección debido a que sólo se realizó el estudio necrópsico en aquellos pacientes en los que existía duda sobre la causa de la muerte, a diferencia de otros trabajos en los que la autopsia se realizó de manera consecutiva y seriada a todos los pacientes. Además, se excluyeron de nuestro estudio las autopsias judiciales, ya que no tuvimos acceso a ellas, y esto hace que el número de casos sobre el que lo hemos realizado sea bajo. El hecho de tener un número limitado de autopsias es un problema con el que nos hemos encontrado en nuestro estudio y en muchos otros de estas mismas características. Nuestro trabajo está limitado a un solo Servicio de Cuidados Intensivos Polivalente, por lo tanto el resultado no es extrapolable ni a otros tipos de Servicios de Cuidados Intensivos ni a otro tipo de pacientes. Nuestro trabajo reafirma que la autopsia sigue siendo un procedimiento muy útil; a pesar del avance de las técnicas diagnósticas y terapéuticas y de la intensa monitorización de los pacientes, el número de errores diagnósticos continúa siendo elevado y sin grandes cambios en los últimos 30 años. Al igual que en otros trabajos, en el nuestro observamos que las infecciones nosocomiales representan el diagnóstico que más frecuentemente pasa desapercibido. En la práctica clínica los resultados del estudio necrópsico nos pueden ser útiles para el futuro manejo de otros pacientes, prestando atención a las patologías que con más asiduidad nos pasan desapercibidas, e intentando mejorar el manejo de las patologías más frecuentes, que no por ello son menos complejas, como la infección bacteriana.  {Correspondencia: Dra. M. Magret Iglesias. Unidad de Cuidados Intensivos. Hospital U. Joan XXIII. Dr. Mallafré Guash, 4 43007 Tarragona. España} Correo electrónico: mnicamgrt@yahoo.es Manuscrito aceptado el 1-XII-2005. http://db.doyma.es/cgi-bin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.fulltext?pident=13086445&mail=Si

Dar un poco de vida a la muerte: Un defecto típico de la medicina clásica

Dar un poco de vida a la muerte: Un defecto típico de la medicina clásica, orientada solamente a curar, era que el médico abandonaba a sus pacientes terminales cuando veía que ya nada podía hacer por ellos. Afortunadamente, la medicina es una ciencia viva, evoluciona, y ahora se esfuerza en desarrollar los cuidados paliativos, en desaparecer o minimizar en lo posible los síntomas, aún cuando el enfermo no vaya a sanar, con objeto de darle mejor calidad de vida. Prestar apoyo a los pacientes próximos al fallecimiento es un área emergente de la medicina, ya que su aplicación no era frecuente, ni se había medicalizado como ahora.

El primer paso en el cuidado de estos pacientes es el control de síntomas. Los tres síntomas principales son: dolor, depresión y ansiedad.  Con los cuidados paliativos se ayuda al enfermo próximo a morir, a afrontar su situación y aceptarla, pero sobre todo se le ayuda a conseguir una calidad de vida óptima en sus circunstancias.

Se trata de paliar, aminorar los síntomas, por medio de fármacos, analgésicos y psicoterapia. Una vez corregidos en la medida de lo posible, la enfermedad sigue avanzando; por lo que el siguiente paso será llenar de sentido la nueva situación del paciente, hay que cambiar su perspectiva. La persona, ante la enfermedad, ha decrecido en algunas capacidades, por ejemplo motrices, por lo que se le incentiva a realizar otro tipo de actividades como escribir, leer, etcétera, que le incentiven a vivir.

La idea de fondo de los cuidados paliativos que aplican los familiares y el personal sanitario, es intentar que la vida del paciente recobre sentido, y eso es lo más difícil. Merece la pena «vivir la muerte» Actualmente existe una tendencia a sedar a las personas próximas a morir. La medicina paliativa no pretende sedar, sino aminorar los síntomas y el dolor en la medida de lo posible. Aunque parezca utópico, pienso que hay que dar un poco de vida a la muerte. Morirnos es una de las pocas cosas importantes que hacemos en la vida. Merece la pena vivir la muerte. Anestesiar al paciente puede privarlo de algo que enriquece, no sólo a la persona que fallece, sino también a quienes le rodean. La sociedad actual vive en una cultura en contra de la muerte.

Hace años, en cambio, tenía mayor presencia, se hacían rituales de fallecimiento más intensos y el hecho se vivía con mayor fuerza y vehemencia. Ahora huimos del tema, a los niños no se les acostumbra a afrontar ni a vivir la muerte, no se les lleva a velatorios, tanatorios y cuando se habla de que alguien ha fallecido, se dice que «se ha ido» o «se ha dormido», y así, la muerte se vuelve una mentira. Cuando el médico aplica los cuidados paliativos ha de tener en cuenta las circunstancias de cada paciente para buscar siempre su beneficio.

Es muy peligroso generalizar, cada paciente tiene necesidades médicas diferentes, unos necesitan permanecer más sedados que otros, pero aún así, hay que buscar que la persona viva su propia muerte, porque morirse, como hemos dicho, es un proceso propio del ser humano.

Duelo patológico: Recientemente se realizó un estudio sobre el afrontamiento de la muerte y se pudo concluir que en las familias donde fallece una persona con enfermedad crónica, y que por tanto existe un proceso de adaptación al fallecimiento, se da un proceso de duelo más normal que en otras familias, donde la muerte de la persona es súbita, accidental o inesperada y el proceso de duelo, por tanto, se presenta patológicamente. El tema del duelo patológico empieza a ocupar en España un espacio importante en la psiquiatría y psicología.

Vivimos en una sociedad que piensa que la muerte es un accidente, y quiere pretender que no pasa nada, pero en realidad, el ser humano requiere de un tiempo y espacio adecuado para afrontar la pérdida de un ser querido y para adaptarse a una nueva situación, ya que después de la muerte de un familiar la vida sigue pero de manera distinta. En Madrid, a raíz de los atentados del 11 de marzo, donde hubo 200 fallecidos y mucha gente afectada, surgió una situación social de apoyo y protección hacia aquellos que estaban sufriendo. Sin embargo, los familiares de los fallecidos tuvieron muchas distracciones inmediatas a los fallecimientos, como entrevistas, entregas de medallas, etcétera y no pudieron llevar un proceso de duelo normal, ya que para que esto suceda, se requiere tiempo para asimilar la pérdida y poder llorarla. Un año más tarde aparecieron en consulta muchos casos de duelos patológicos. Hechos para vivir, no para morir.

Cada enfermo reacciona de manera diferente hacia su propia enfermedad y hacia su muerte.

Para las personas creyentes, por ejemplo, una explicación médica sobre su enfermedad es suficiente, porque le encuentran un sentido sobrenatural. Para las no creyentes, en cambio, todas las explicaciones son insuficientes. Esto hace distinto el manejo de cada paciente, aunque el miedo a la muerte no es distintivo de unos u otros, es algo natural, todos tememos a la muerte, porque el hombre está diseñado para vivir, no para morir.

De este principio parte el fundamento de los cuidados paliativos, cuando una persona desea morirse hay que corregir ese síntoma. Quienes aplican la eutanasia sostienen que si es voluntad del paciente hay que respetarla, y en nombre de ese falso respeto a su libertad, facilitarle la muerte. Los paliativistas en cambio sabemos que el deseo de morir es un síntoma de depresión que hay que corregir.

En la mayoría de los casos, una vez aminorado el dolor del paciente, desaparece el deseo de morir. Normalmente, cuando un paciente expresa que no quiere vivir, en realidad hay que interpretarlo como que «no quiere vivir así», entonces, lo que hay que modificar es su actitud ante la enfermedad y la muerte. Una vez paliado el dolor y recuperadas las ganas de vivir, el enfermo recobra el sentido de su existencia. Los cuidados paliativos son un remedio eficaz contra la eutanasia, porque ayudan al paciente a aminorar la carga de la enfermedad y a recuperar el sentido y las ganas de vivir.

El concepto antropológico que hay de fondo es muy grande. El dilema está entre ver la vida como un don o como una posesión. Quienes pensamos que la vida es un don y cada quien es su administrador, lo que hacemos es poner al paciente de la mejor manera posible para que administre su vida, y le ayudamos a administrarla, pero nunca como si fuéramos sus dueños.

Quienes practican la eutanasia se consideran dueños de la vida. Ante esta postura podemos presentar dos argumentos a mi parecer muy relevantes. Primero, que la eutanasia es irreversible, una vez aplicada no hay vuelta atrás. Segundo, que la eutanasia es la «anti-medicina», mientras combatamos los síntomas, la medicina crecerá porque lo ha hecho gracias a la enfermedad. Si no hubiera enfermedad, no habría medicina, si se rinde a la enfermedad resulta contradictorio, es «anti-medicina».

Enfermos y ancianos, ¿un estorbo? Culturalmente ha habido épocas y pueblos que no han valorado a las personas mayores en su justa medida. El pueblo esquimal, por ejemplo, es recolector y sobre todo cazador, tiene que perseguir animales para sobrevivir, por lo que un enfermo puede ser una carga y hacerle perder la caza por demorar a toda la tribu. Solían hacer un ritual en el que a los ancianos o enfermos se les facilitaba la muerte, con el fin de buscar el mal menor: permitir la muerte de uno para que el resto viva. Sin embargo, por regla general, cuanto más evolucionado ha sido el pueblo, ha habido mayor aceptación y valoración de enfermos y ancianos. De hecho, en la cultura griega y romana, el senado toma su nombre de «sienes», los hombres de sienes blancas eran los que daban consejos sabios. En las culturas orientales y africanas, el anciano es siempre una persona de referencia y en algunos otros pueblos, como los del Amazonas, por su naturaleza bélica, no alcanzaban a sobrepasar los 50 años, porque todos morían en las batallas. Si algunos llegaban a la edad madura, se quitaban la vida. A principios de los ochenta, la medicina era muy paternalista y el médico ordenaba al paciente lo que tenía que hacer, sin dar explicaciones. Ahora se tiende a una medicina de exceso de autonomía del paciente, donde este decide qué hacer, incluso con la propia vida, y el médico sólo le presenta opciones.

Pienso que ninguna de las dos posturas es atinada. El paciente debe involucrarse en el proceso de ayuda, pero el médico debe ser un buen guía. La sociedad actual tiende a convertir en enfermedades algunas características propias del ser humano. Por ejemplo, se inventan enfermedades propias de la adolescencia, cuando esta etapa, en sí misma, no es ninguna enfermedad. Por definición, el adolescente adolece, sufre cambios y alteraciones en su organismo, en su físico y en su interior, pero no quiere decir que esté enfermo. Con las personas próximas al fallecimiento pasa lo mismo. Se ha creado, sobre todo en Europa, una cultura de rechazo a la muerte, de darle la espalda y cuando surgen temas relacionados con este hecho, se inventan problemas que en realidad son situaciones que la acompañan naturalmente. La tanatología, cuidado de los pacientes próximos al fallecimiento, es una rama muy reciente de la medicina, y si hay aún muchos médicos que no la aplican, es porque la desconocen. La familia es «rentable» En países como México, cuando un enfermo ingresa al hospital, casi siempre hay un familiar que lo atiende, le facilita la comida, etcétera. En España, en cambio, los familiares dejan al paciente y se marchan. En un estudio comparativo se vio que las familias que se involucran con el paciente durante la enfermedad, llevan un duelo mejor que las que no lo hacen. Saber que se ha cumplido el deber familiar de acompañar al enfermo es lo que más tranquiliza durante el duelo. Actualmente, por los cambios en la pirámide demográfica, existe mayor número de gente próxima al fallecimiento, y ante esto, los médicos en Europa estamos «redescubriendo la rueda». El gran hallazgo de los últimos años ha sido que la familia es insustituible, pero no sólo porque es el núcleo social, sino incluso por razones económicas. En España se puso en marcha un servicio de cuidados paliativos a domicilio y se ha visto que es mucho más rentable desde el punto de vista financiero, sanitario y de interés para el paciente. Es mejor dar al enfermo una atención médica adecuada en casa, a que acuda al hospital. Para atender a un paciente que requiere cuidados las 24 horas del día, habría que contratar a tres personas en turnos de ocho horas, en cambio, si ese enfermo tiene algún familiar dispuesto, no habrá que contratar a nadie, lo que supone un ahorro considerable. Además, la calidad asistencial en el domicilio del enfermo siempre es mucho mayor a la que se puede encontrar en el hospital. Con este tipo de cuidados, se ha logrado que en España el índice de eutanasia sea muy bajo, porque los cuidados paliativos están bien aplicados y la atención y tratamiento de los enfermos es de buena calidad. Una de las últimas iniciativas que se ha tomado en Madrid, incide en el cuidado de los cuidadores familiares. Hace cursos, manejos, tratamientos y abordajes en periodos semestrales, que son casi una «especialidad» para evitar que el familiar de soporte que atiende al enfermo, «se queme», es decir que se enferme también, por agotamiento. Para evitarlo, se le da al cuidador una serie de instrucciones, por ejemplo, de la importancia de la higiene, por cuestiones no sólo estéticas, sino de salud; la importancia de su propio descanso y distracción, al menos una vez a la semana; entre otras. Son indicaciones sencillas pero que benefician mucho al cuidador.

Comunicar con los sentidos: En el trato con los enfermos terminales es muy importante el contacto físico porque estos pacientes son los más «enfermos» por definición, la palabra enfermo, viene de «infirme», que no tiene firmeza, por lo que la mejor manera de dar firmeza a una persona grave es estar al lado y apoyarle, no sólo con un soporte psicológico, sino también físico, tocarle para que se sepa acompañado.

En los cuidados paliativos, la comunicación no-verbal supone un aspecto muy importante. No afecta sólo lo que se le dice al paciente, sino cómo se le dice, la actitud del cuidador de una persona próxima al fallecimiento es mucho más importante que en otro tipo de enfermos. Esta comunicación no verbal conlleva muchos símbolos que el doliente capta, como ponerse a su altura físicamente, es decir, en vez de estar de pie, sentarse para verlo frente a frente desde la misma altura; el acompañamiento físico; el contacto; llamar a la persona por su nombre, etcétera, refuerzan mucho la comunicación verbal.

Un enfermo terminal, por su estado y su lucha de supervivencia se sensibiliza más y se da mayor cuenta de la sinceridad en las conductas de la gente que le rodea, por lo que la actitud de los médicos y familiares requiere mayor autenticidad. Verdad soportable Después de trabajar sobre el tema del manejo de la información al paciente oncológico, pude concluir que la comunicación médico-paciente debe ser buena y requiere habilidad del médico para manejar la información que debe proporcionar al paciente, la clave está en dos sencillas palabras: verdad soportable. Hay que informar a los pacientes con un criterio de veracidad y de soportabilidad. Un criterio general de veracidad, es decir, que no se les puede engañar, ni mantener aislados de su realidad. Pero también se requiere cierto criterio, adaptarnos a cada paciente, cada persona tiene diferente capacidad de aceptar las cosas, por lo tanto, requiere de diferente tiempo y manera para recibir la información.

A veces como adultos tenemos un problema para manejar los conceptos y pensamos que es mejor ocultar la verdad a un adolescente o a un niño porque creemos que no la va a soportar, sin embargo, en la mayoría de los casos, el paciente es capaz de aceptar toda la información si está bien manejada. No debemos confundir la incapacidad de aceptar o afrontar la información con el proceso normal de aceptación de la misma, en donde existen cuatro fases: Negación. Negociación: búsqueda de segundas opiniones y otros diagnósticos. Depresión: al tomar conciencia de la realidad, el paciente demanda eutanasia o abandono y todo pierde sentido. Aceptación.  El tiempo es muy variado entre las personas, algunas tardan un solo día en pasar por las cuatro y otras se pueden incluso quedar en la primera. Por esta razón, hay que tener muy en cuenta la soportabilidad y las circunstancias de cada uno.

http://www.conoze.com/doc.php?doc=3873

En cuanto a enfrentar la muerte del paciente

En cuanto a enfrentar la muerte del paciente:

1. Lo primero que debemos hacer es pensar en nuestra propia muerte. Cómo la visualizamos?
La muerte siempre nos causa ansiedad, miedo, angustia y mucho temor. Debemos trabajar primero con nosotros, para luego poder ayudar a los que van muriendo.

2. Si ya hemos trabajado en este paso, podemos entender que la muerte es parte natural del ciclo de la vida. Que lo que ocurrió no es un fracaso profesional, si no que es el momento en que ese ser completó su ciclo en este mundo.

3. El dolor de la familia es natural. Lo que debemos estar pendientes es cómo son las reacciones que tiene cada persona. Necesita un abrazo, o es mejor no tocarle porque no le gusta? Esa respuesta la tendremos en el acercamiento y en la respuesta no verbal que nos brinde esa persona.

Muchas veces, las personas no pueden superar el desapego a esa persona y buscan un culpable, algo o alguien en quien desahogar ese dolor. Si entendemos que es un dolor “no normal”, debemos referirlo a alguien que pueda ofrecerle ayuda emocional o espiritual.

Espero que esta respuesta pueda ayudarles. Cualquier otra duda, estoy a sus órdenes.

RELACIÓN MÉDICO PACIENTE, UN ENCUENTRO ENTRE DOS SERES HUMANOS

RELACIÓN MÉDICO PACIENTE, UN ENCUENTRO ENTRE DOS SERES HUMANOS: Bioética o una ética de la vida

La bioética es una disciplina relativamente nueva; el origen del término corresponde al oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, quien utilizó el término por primera vez en 1970 en un articulo publicado en la revista de la Universidad de Wisconsin “Perspectives in Biology and Medicine”. Etimológicamente proviene del griego bios y ethos: “ética de la vida”, la ética aplicada a la vida humana. En la actualidad la vida humana se vuelve cada día más compleja y, esta complejidad, nos obliga a replantearnos normas y valores que están fuertemente arraigados en nuestra cultura, ya no estamos tan seguros de cuáles son los límites, qué debemos y qué no debemos hacer. El gran avance de la tecnología médica ha creado nuevas posibilidades de vida impensadas hace algunos años atrás, y nos interpela con nuevos interrogantes ¿Qué es el bienestar del paciente? ¿Es siempre compatible este bienestar con la vida del paciente? ¿Cuál es el fin y el comienzo de la vida? La bioética, como disciplina científica, intenta dar respuestas a estas preguntas estudiando los aspectos éticos de la medicina y la biología, analizando la conducta humana y estudiando los límites que la sociedad debería poner a la ciencia.

RELACIÓN MÉDICO PACIENTE Y ÉTICA PROFESIONAL Uno de los aspectos centrales en este análisis es relación médico-paciente. Esta relación no debe limitarse a un proceso de medicación, sino que es, en primer lugar, un encuentro entre dos seres humanos. El peligro de la profesión médica es tratar al enfermo sencillamente como una “enfermedad” despersonalizada, mientras que por parte del paciente el peligro es considerar y esperar del médico soluciones para todo, incluso cuando no las hay. La ética profesional autónoma se vuelve insuficiente en la actualidad frente a los grandes desafíos que enfrenta y, en este sentido, los aspectos éticos y morales de la medicina y la ciencia deben ser responsabilidad de la comunidad en su conjunto.

LA BIOÉTICA EN PUERTO MADRYN La bioética comenzó a tomar resonancia en nuestra localidad con el caso de Brian Álvarez, durante el 2006. Mucho se ha hablado y escrito al respecto y el debate continúa abierto. En un camino que debemos recorrer en conjunto como sociedad, la Secretaría de Salud de la provincia ha organizado un curso anual dictado por un importante especialista en el tema. Este curso comenzó a dictarse el viernes 20 de abril y culminará en noviembre del corriente año.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

– La vida humana es inviolable, tiene un valor sagrado.

– Nexo verdad-vida-libertad.

– La ciencia, la técnica y el progreso están al servicio del hombre.

– No todo lo que es técnicamente posible puede considerarse moralmente admisible.

– El fin no justifica los medios.

– La regla de oro de la bioética: tratar a los demás como a uno le gustaría que le tratasen

http://www.diariodemadryn.com/vernoti.php?ID=73884

Derechos del enfermo terminal

El enfermo terminal tiene derecho a mantener hasta el final la misma dignidad y autovalor a que ha tenido derecho en la vida.

El enfermo terminal tiene derecho a obtener información veraz, y completa acerca de su diagnóstico, opciones de tratamiento y pronóstico, suministrada en forma considerada, en términos comprensibles y con tiempo suficientes para asimilarla.

El enfermo terminal tiene derecho a participar en las decisiones referentes a su cuidado y a aceptar o rehusar drogas tratamientos o procedimientos.

El enfermo terminal tiene derecho a expresar su voluntad en lo referente a las circunstancias que rodeen su muerte y a que esta sea respetada por familiares y médicos.

El enfermo terminal tiene derecho a conservar un sentimiento de esperanza, lo cual no equivale a que se le creen falsas expectativas.

El enfermo terminal tiene derecho a que ni se acelere ni se le posponga la muerte, lo cual incluye el derecho a no ser resucitado.

El enfermo terminal tiene derecho a beneficiarse de alternativas más humanitarias para su cuidado, que la frialdad que con frecuencia acompaña la creciente tecnología en lugares diseñados para casos agudos o críticos, o que el hacinamiento que otras veces acompaña a los albergues para ancianos o enfermos crónicos.

El enfermo terminal tiene derecho a obtener alivio efectivo de su dolor y de sus síntomas, aun si los medicamentos o medidas requeridos para ello abreviaren el tiempo de vida restante.

El enfermo terminal tiene derecho que le sean satisfechas sus necesidades integralmente, sin olvidar nunca que detrás de ese ser muriente, hasta el último instante, hay un ser humano.

El enfermo terminal tiene derecho a recibir soporte psicológico para facilitar su adaptación a la fase terminal de su vida y a la inminencia de su muerte, bien este provenga de sus familiares, de las enfermeras, del médico o de un profesional de la salud mental, cuando ello sea necesario o factible.

El enfermo terminal tiene derecho a que su familia, como parte directamente afectada por su muerte, sea atendida, respetada y cuidada.

El enfermo terminal tiene derecho a conservar su individualidad, privacidad y pudor.

El enfermo terminal tiene derecho a no morir solo.

El enfermo terminal tiene derecho a recibir asistencia espiritual, siempre que la necesite, y a que le sean respetadas sus creencias religiosas, cualesquiera que estas sean.

El enfermo terminal tiene derecho a ser cuidado por personas sensibles, preparadas y conscientes del difícil momento que atraviesa y de su obligación de ayudarle en lo posible.

El enfermo terminal tiene derecho a disfrutar de una vida con buena calidad hasta el final, criterio que debe prevalecer sobre la cantidad de vida.

El enfermo terminal tiene derecho a morir con dignidad.

La salud pública y sus héroes

La salud pública y sus héroes

Por Mirta Roses Periago
Para LA NACION

Han salvado y salvarán tantas vidas y nos han acostumbrado a tantas proezas, que han logrado convertir sus decisivos aportes en algo común y, en consecuencia, corremos el riesgo de no agradecer lo suficiente a los trabajadores de la salud por su labor de cada día.

Este año dedicamos el Día Mundial de la Salud a reconocer a esos héroes, muchas veces anónimos, por su sacrificio y contribuciones a la salud pública, de lo cual somos testigos privilegiados quienes compartimos el orgullo de trabajar junto a ellos y ellas en la Organización Panamericana de la Salud.

Queremos reconocer, sobre todo, a los menos visibles. En todos los confines de América, como en tantos otros ejemplos que podrían citarse, los trabajadores de la salud, remunerados y voluntarios, hacen milagros cada día, y lo logran muchas veces con muy limitados recursos a su disposición.

Queremos homenajear desde las figuras más notorias de la investigación biomédica y los formuladores de políticas públicas, hasta las mujeres que cuidan a familiares y vecinos y que contribuyen a aliviar el dolor, prevenir la enfermedad y promover la salud. Destacamos a los jóvenes y niños voluntarios que trabajan día tras día solidariamente para hacer sus escuelas y comunidades más saludables y seguras; a los grupos religiosos y laicos y a los periodistas que se dedican a la salud.

Así, aunque la salud pública recibe escasamente un seis por ciento del presupuesto total en el continente, se ha logrado, en las últimas dos décadas, elevar la expectativa de vida en casi 10 años por persona.

Y esto se ha logrado a pesar de contar con insuficientes recursos humanos formalmente integrados a los sistemas de salud.

Estudios recientes, muestran que la escasez global de trabajadores de la salud es de más de cuatro millones. Nuestro continente no escapa a esa dura realidad, si bien hay otros con necesidades aún más marcadas. Mientras que mundialmente hay un promedio de 4,2 trabajadores de la salud por cada 1000 habitantes (llegando en Europa y Estados Unidos a niveles de 10 por cada mil personas) en América del Sur y América Central el promedio es de tan sólo 2,6 trabajadores de la salud por cada 1000 personas.

Estos faltantes se ven agravados por varios factores. Uno de ellos es la migración. Hay un gran déficit proyectado de enfermeras en países como Estados Unidos (cerca de medio millón para el año 2015) y Canadá (113 mil para 2011), lo cual genera fuerte atracción sobre el personal de enfermería con dominio del inglés y afecta secundariamente a otros países de la región. En los países del Caribe, a pesar de su tradicional excelencia en la formación de enfermeras, hay en promedio un treinta y cinco por ciento de plazas de enfermería sin llenar, llegando a la mitad en Jamaica y en Trinidad y Tobago.

Aun en los casos en que el promedio de personal médico y enfermería parece suficiente, se concentra mayoritariamente en zonas urbanas, dejando sin adecuada protección a las personas de zonas rurales y periurbanas. Un desbalance adicional surge en la composición profesional de los equipos de salud: en 19 países del continente hay más médicos que enfermeras y en Uruguay el sesenta y seis por ciento de los médicos son especialistas.

La Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud impulsan acciones para afrontar estos retos. Después de tres reuniones subregionales de preparación, finalmente se convocó en Toronto, junto con el Ministerio de Salud de Canadá y el Ministerio de Salud y Cuidados Prolongados de la Provincia de Ontario, la reunión continental que produjo un Llamado para la Acción de Toronto.

El llamado destaca que es imperativo fortalecer el liderazgo en salud pública, incrementar la inversión en recursos humanos, integrar y coordinar las acciones en todas las áreas relacionadas con dichos recursos y desarrollar una activa cooperación entre todos los países, agencias y demás actores, para impulsar actividades conjuntas que promuevan, fortalezcan y desarrollen la fuerza de trabajo en salud. Se ha propuesto, además, una Década de Recursos Humanos en Salud (2006-2015) para dar continuidad a los esfuerzos sostenidos que se requieren para enfrentar los retos en esta área.

Hoy, como cada día, millones de trabajadores de la salud de las Américas saldrán a velar por el bienestar de niños, mujeres y hombres. Reconozcamos su trabajo y renovemos nuestro compromiso común de contar con muchos más, para fortalecer la salud pública en todo el continente.

¡Salud para todos! ¡Todos para la salud! ¡Gracias a todos y todas los que hacen salud!

La autora es directora de la Asociación Panamericana de la Salud.