Respaldo de material de tanatología

VIDA Y MUERTE A LA CARTA

VIDA Y MUERTE A LA CARTA

Zarina Moderador  Enviando en: viernes, 18 de julio, 2003 – 06:26 pm

El final del recorrido en que estamos metidos, del empeño en controlar la vida gen a gen, no nos lleva a la inmortalidad, sino a una vida y una muerte más duraderas y a la carta.

No conseguiremos no morir, sino poder elegir con qué enfermedades vivir, y finalmente de cuál morir. Curiosamente esta elección nos ha alargado la vida, pero nos ha abocado a una muerte más lenta. Es cierto que en conjunto el desarrollo de la medicina nos ha llevado a una mayor calidad de vida; pero a costa de dedicar cada vez mayor parte de los recursos globales (y finalmente de la vida) a no morir, más que a vivir.

La gran pregunta es: ¿puede prolongarse semejante cultura de la salud a lo largo de 500 o de 1000 años? Si no es posible, porque el resultado a largo plazo es insostenible, significa que hemos errado el camino, y que las correcciones de rumbo que se tengan que hacer, pueden ser traumáticas.

De momento el espectacular progreso de la medicina sin más filosofía que huir hacia delante, ha producido como efecto secundario (secundario sólo de momento) el crecimiento exponencial de dos colectivos que viven instalados en la enfermedad y por tanto en la dependencia médica: los disminuidos de todas clases y los ancianos.

Ese es uno de los efectos inevitables de no morir: las bolsas cada vez mayores de vida en condiciones de deterioro extremo. Obviamente la disminución de la mortalidad conlleva el incremento de los años de morbilidad per cápita.

En la cabecera de esa lista están los que por nacer con serias insuficiencias, pasaban antiguamente a engrosar las estadísticas de la mortalidad infantil. Los progresos de la medicina han conseguido prolongar en varias decenas de años las vidas de estos enfermos graves de nacimiento, necesitados de continua e intensa asistencia médica y familiar.

En el medio tenemos el enorme colectivo de los que llamamos enfermos terminales, que en esencia son aquellos que han superado toda una serie de enfermedades menores, y por fin sucumben a la gran enfermedad que ha de acabar con ellos después de larga agonía.

Y en el otro extremo está el cada vez más numeroso colectivo de los ancianos que han llegado a la decrepitud (no siempre en edad provecta). Estamos empeñados en la lucha por conseguir que la vejez no sea una enfermedad, y esa es una guerra perdida de antemano, a no ser que abramos de par en par las puertas a la eutanasia y optemos por limitar voluntariamente la vida, y con ella la enfermedad y el dolor.

En realidad no hay más final que ese. Si abrimos y cerramos (más bien lo cerramos) el grifo de los nacimientos a nuestro capricho, no nos quedará más remedio que arbitrar otro tanto para el grifo de la muerte; porque detrás de toda victoria contra una enfermedad, se oculta la tremenda derrota de una vida tanto individual como colectiva, cada vez más vieja. Y tal como avanza en vejez la vida, avanza en achaques. Que se van venciendo, naturalmente; pero detrás de uno nos espera otro, y otro, y otro?

🙂

Nuestra vida está llena de sueños.

Nuestra vida está llena de sueños.

Nuestra vida está llena de sueños. Pero soñar es una cosa y ver qué hacemos
con nuestros sueños es otra.

Por eso, la pregunta es, qué hicimos, qué hacemos y qué haremos con esa
búsqueda llena de esperanzas que los sueños, ellos, prometieron para bien y
para mal a nuestras ansias.

El sueño del que hablamos no es una gran cosa en sí mismo: una imagen de
algo que parece atractivo, deseable o por lo menos cargado de cierta energía
propia o ajena, que se nos presenta en el mundo del imaginario. Nada más y
nada menos.

Pero si permito que el sueño me fascine, si empiezo a pensar “qué lindo sería”, ese sueño puede transformarse en una fantasía. Ya no es el sueño que sueño mientras duermo. La fantasía es el sueño que sueño despierto; el sueño
del que soy conciente, el que puedo evocar, pensar y hasta compartir. “Qué
lindo sería” es el símbolo de que el sueño se ha transformado.

Ahora bien, si me permito probarme esa fantasía, si me la pongo como si
fuese una chaqueta y veo qué tal me queda, si me miro en el espejo interno
para ver cómo me calza y demás… entonces la fantasía se vuelve una ilusión. Y una ilusión es bastante más que una fantasía, porque ya no la pienso en términos de que sería lindo, sino de “cómo me gustaría”. Porque ahora es mía.

Ilusionarse es adueñarse de una fantasía. Ilusionarse es hacer propia la imagen soñada.

La ilusión es como una semilla: si la riego, si la cuido, si la hago crecer, quizás se transforme en deseo. Y eso es mucho más que una ilusión, porque el “qué lindo sería” se ha vuelto un “yo quiero”. Y cuando llegó ahí, son otras las cosas que me pasan. Me doy cuenta de que aquello que “yo quiero” forma parte de quien yo soy.

En suma, el sueño ha evolucionado desde aquel momento de inconciencia inicial, hasta la instancia en que claramente se transformó en deseo sin perder el contenido con el cual nació.

Sin embargo, la historia de los sueños no termina aquí; muy por el contrario, es precisamente acá, cuando percibo el deseo, donde todo empieza.

Es verdad que estamos llenos de deseos, pero estos por sí mismos no conducen
más que a acumular una cantidad de energía necesaria para empezar el proceso
que conduzca a la acción. Porque… ¿qué pasaría con los deseos si nunca llegaran a transformarse en una acción?

Simplemente acumularíamos más y más de esa energía interna que sin vía de
salida terminaría tarde o temprano explotando en algún accionar sustitutivo.

Si un sueño permanece escondido y reprimido puede terminar en un deseo que
enferma, volviéndose síntoma; y aún si con suerte no llegara a somatizarse
el deseo sin acción es capaz de interrumpir toda conexión pertinente con
nuestra realidad de aquí y ahora.

El deseo es nada más y nada menos que la batería, el nutriente, el combustible de cada una de mis actitudes.

El deseo adquiere sentido cuando soy capaz de transformarlo en una acción.

El deseo me sirve únicamente en la medida en que se encamine hacia la acción
que la satisfaga. Nuestra mente trabaja en forma constante para transformar
cada deseo en alguna acción.

Cada cosa que yo hago y cada cosa que decido dejar de hacer está motivada
por un deseo, pueda yo identificarlo o no.

Zarina (Zarina) Moderador  Enviando en: miércoles, 26 de enero, 2005 – 04:04 pm

Cerrando círculos

Cerrando circulos:

Paulo Cohelo (escritor brasileño)

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.

Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario,

pierdes la alegría y el sentido del resto. O cerrando puertas. O

cerrando capítulos. Como quiera llamarlo. Lo importante es poder

cerrarlos. Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que

se van clausurando.

¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? Ya no vive más

en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede

pasarse mucho tiempo de su presente ‘revolcándose’ en los por

qués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió

tal o cuál hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida,

usted, yo, su amigo, sus hijos, todos y todas estamos abocados a

ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. Al terminar con etapas o

con momentos de la vida y seguir para adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera

preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió. Y hay que soltar,

hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni

adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni

tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas,

destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Papeles

por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los

cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de

superación.

Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las

cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que

dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos

en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no

espere que le reconozcan, no espere que ‘alguna vez se den cuenta

de quién es usted’. Suelte. El resentimiento, el prender ‘su

televisor’ personal para darle y darle al asunto, lo único que

consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted

anda por la vida dejando ‘puertas abiertas’, por si acaso, nunca

podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos

o amistades que no clausuran, posibilidades de ‘regresar’ (¿a

qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron,

silencios que lo invadieron.

¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir,

cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero

no por orgullo ni por soberbia sino porque usted ya no encaja

allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa

casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo

que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo

tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja,

cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que

regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada

es estático.

Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no

está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni

una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir

porque cuando usted vino a este mundo ‘llegó’ sin ese adhesivo,

por lo tanto es ‘costumbre’ vivir pegado a él y es un trabajo

personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico

que hoy le duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede

lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo

es costumbre, apego, necesidad. Pero… cierre, clausure, limpie,

tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte…

Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera

que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para

adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!

Zarina  Enviando en: martes, 08 de febrero, 2005 – 02:29 pm

Cuando yo me vaya

De: ALMALU_2  (Mensaje original) Enviado: 08/09/2005 5:14

me encontre este pensamiento

~ Cuando yo me vaya ~

Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño
por algo me duermo, por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada
y casi en el aire con paso muy fino
búscame en mi casa,
búscame en mis cartas,
entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mis sweaters, mi saco,
y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
Cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.

Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo no me tengas lástima
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara,
besa bien la tierra, toma toda el agua,
y aprende el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto.
Búscame en los niños, el café, la radio,
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no estés más.
Los hombres que viven no se mueren nunca,
se duermen a ratos, de a ratos pequeños
y el sueño infinito es solo una excusa.

Cuando yo me vaya extiende tu mano
y estarás conmigo sellado en contacto
y aunque no me veas, y aunque no me palpes
sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces un día; sonriente y vibrante
sabrás que volví para no marcharme”.

Grupo Renacer.

QUIEN MUERE

De: Jorge Gómez

QUIEN MUERE

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quién no cambia de marca, o no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quién no conoce.

Muere lentamente quién hace de la televisión su gurú. Muere lentamente quién evita una pasión, quién prefiere el negro sobre el blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quién no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quién no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quién no se permite por lo menos una vez en la vida huir de los consejos.

Muere lentamente quién no viaja, quién no lee, quién no oye música, quién no encuentra gracia en si mismo. Muere lentamente quién destruye su amor propio, quién no se deja ayudar.

Muere lentamente, quién pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante. Muere lentamente, quién abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe. Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.

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PABLO NERUDA

Vida y Muerte (Osho)

De: Jacques Lemort  (Mensaje original) Enviado: 25/03/2002 20:22
 
(…)

Osho:

La vida es vivir. No es otra cosa, es un proceso: No hay otra forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo en ella. Si buscas el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás la vida y su significado.

La vida no te está esperando en ninguna parte; te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas, es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás. El hombre ha estado haciendo esto durante siglos.

Los conceptos se han vuelto muy importantes, las explicaciones se han vuelto muy importantes y lo real ha sido olvidado por completo, No vemos lo que de hecho ya está aquí, queremos racionalizaciones.

Nadie puede darte el significado de la vida. Es tu vida y el significado ha de ser también tuyo. Nadie más que tú puede encontrarlo. Es tu vida y solamente es accesible a ti. Solamente con el vivir te será revelado el misterio.

No busques el significado en ninguna otra parte. No está en mí, ni en las escrituras, no lo busques en inteligentes explicaciones, son solo justificaciones, no explican nada. Simplemente atiborran tu mente vacía, no te hacen conciente de lo que es. Y cuanto más está la mente atiborrada de conocimiento muerto, más torpe y estúpido te vuelves. El conocimiento hace a la gente estúpida, adormece su sensibilidad. Se atiborran de él, cargan con él, pero no les aporta luz y no les indica el camino. No puede hacerlo.

Una vez que sepas lo que es la vida, sabrás lo que es la muerte. La muerte es parte del mismo proceso. Por lo general pensamos que la muerte llega al final, que se opone a la vida, que es el enemigo, pero no es así.. Y si consideras a la muerte el enemigo esto simplemente demuestra que no has sido capaz de saber lo que es la vida.

(…)

Citas Miedo y Muerte

De: GLORIA54 Enviado: 18/12/2006 5:46

(…)El hombre no consigue mirar de frente a la eternidad a sangre fría. Es más duro asumirla que padecerla. Cuando la muerte nos toca de cerca reaccionamos como si no la hubiéramos visto nunca. Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte. (Leonardo Da Vinci)

El no haber hecho nada de nuestra vida aumenta nuestro miedo a la muerte. Aprende a vivir y sabrás morir bien. Se puede morir tranquilo si uno ha cumplido su vocación. Si es duro vivir, morir no lo es menos. Quien no teme a la muerte ¿Qué puede temer? De nada sirve hacerla presente, remarcar la brevedad de todo. Nada hay de terrible en no vivir. Elimina el ansia de inmortalidad. Suprime el miedo. Sin sensación no hay bien ni mal. ¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte. (Marlene Dietrich)

(…)

Texto Barry Long

De: peregrino Enviado: 01/09/2006 5:38

(…)

“Permíteme hablarte a ti, que has perdido a la persona más querida de tu vida, y todavía estás intentando sobreponertee al dolor abrumador y a la soledad.
Nadie puede saber lo que estás pasando hasta que le sucede. No hay nada tan final, tan completamente real como la muerte. Has sido dolorosamente afligida y quiero que sepas, por favor, que el amor de todos los que te aman está contigo. Pero debes salir de esto. No debes dejar que el dolor mate o adormezca una parte tuya, como ciertamente lo hará si lo superas con el tiempo del modo normal o si lo cargas dentro tuyo sin resolverlo.

Hay una razón para el sufrimiento que la muerte les causa a los vivos. Es para tratar de hacerte comprender que no hay muerte. Las personas criadas en las culturas más simples, que vivían con sus muertos y enterraban a sus muertos, lo comprendían. No sufrían como estás sufriendo tú y tenían a sus mujeres y hombres sabios que los instruían en estos asuntos. Pero ahora, todo esto prácticamente ha desaparecido junto con los cuerpos muertos.
Debes usar tu dolor. No trates de librarte ni te escapes de él. Se desvanecerá inmediatamente y sin dejar cicatrices en el momento en que te enfrentes con él, entendiéndolo. Y voy a ayudarte a hacer eso.
Notarás que el dolor viene en olas. Por un rato estás libre de pena y, de pronto, está encima tuyo y estallas en lágrimas nuevamente. Sin aviso previo, puedes encontrarte llorando incontrolablemente en público o teniendo que abandonar rápidamente una habitación donde hay gente, para ir a llorar.

Permíteme explicarte lo que está pasando. Cuando amas mucho a alguien te apegas a él. Haces esto permitiendo que literalmente crezca dentro tuyo una imagen emocional de él, una especie de réplica sensorial de todos tus sentimientos por la persona. A lo largo de los meses y los años, la imagen emocional se vuelve una parte viviente de ti. Es tan real y sensible en sentimientos como cualquier parte física lo es en sensaciones. Cualquier cosa que le pasa a la otra persona, buena o mala, es sentida allí. A través del contacto constante y el pensar en la persona mantienes la emoción activa y viva.
Cuando están separados la emoción te hace sentir cerca del otro, siempre que la separación no sea demasiado larga. Si lo es, la emoción comienza a doler por falta de contacto o noticias suyas y te sientes solo o deprimido. Cuando tienes noticias suyas la emoción en ti se reasegura y te sientes mejor, ¿no es así? Por favor, mira la verdad de esto en tu propia experiencia.

Cuando ese ser amado muere y actúas como si fuese su fin, te separas completamente de la emoción y ésta reacciona violentamente. Recuerda, la emoción es una parte viva y sintiente de ti. La creaste con tu amor, es como tu propio hijo. Y, tal como un niño, depende completamente de ti para recibir el flujo de amor e información que le has estado dando por tanto tiempo. Informarle, tal como lo estás haciendo ahora ante la evidencia de un cuerpo muerto, que tu amor está muerto, es tan brutal como decirle a un niño que ya no es amado. Estás diciendo: “Se terminó, nunca más habrá amor para ti, mi amor está muerto.”¿Ves lo que estás haciendo? Estás abandonando esa parte viviente y amorosa de ti y la parte está gritando: “¡Pero yo no estoy muerta, por favor no me dejes así, por favor ámame, vuelve!” Ese es el dolor y la pena terrible que sientes y que te hace llorar. Trata de observar la verdad de esto por ti mismo. Por favor, no lo descartes ni me creas solamente. Después de unos pocos ataques de llanto te darás cuenta por momentos que no eres tú realmente el que está llorando. Tu cuerpo está llorando y te sientes espantosamente, pero de algún modo no eres todo tú, estás extrañamente desapegado. Si todavía no has tenido esta experiencia trata de darte cuenta la próxima vez que la emoción aparezca. Permance muy quieto interiormente y mira por ti mismo. Pero no trates de detener el llanto, solamente obsérvalo.

Como nadie habla de esto, cuando notamos que nos suceden estas cosas tan extrañas, tendemos instantáneamente a descartarlas o ignorarlas. En un momento así, hasta la sugerencia de que estamos actuando o no estamos siendo sinceros es demasiado contradictoria. Pero cuando lo veas no te sientas perturbada, no eres tú la que está llorando. Tú no tienes porque llorar, tu ser amado vive. Es la emoción, el apego que alimentaste en ti mismo y que se siente abandonado y no amado el que está haciendo llorar a tu cuerpo. Llora pidiendo tu atención y tu amor porque le has dado la espalda.

Actuando del modo en que lo haces, te estás cortando por la mitad. Tienes que aprender a amarte a ti mismo. Tienes que curar esa herida abierta dentro tuyo y unificarte. Te voy a decir cómo hacerlo; de hecho ya lo estamos haciendo. Si te observas ahora muy de cerca, notarás que te estás sintiendo más liviano, más curado. Esto es así porque tu herida emocional escucha y renueva sus esperanzas por mi amor y mi comprensión de su dolor, y entonces te sientes menos dividido, más completo. Tienes que hacer por tu herida lo mismo que estoy haciendo por ella. Podemos hacerlo juntos hasta que estés más fuerte. Sigue leyendo estas letras una y otra vez hasta que captes la idea.

Ahora deberías entender la diferencia entre amor y emoción. Tu amor por aquel cuyo cuerpo se ha ido es constante, no varía, ¿no es cierto? Pero el dolor emocional que sientes no es constante, viene y se va. Viene cuando no estás amando, o sea cuando estás viviendo en el pasado, cuando piensas en tu ser amado como estando muerto, imaginándolo como solía ser. Esto hace que la emoción se sienta terriblemente infeliz y entonces llora, o más bien te hace llorar.
Notarás que esto también sucede cuando vuelves a lugares que ambos conocían, tratando de hacer algún tipo de contacto sensiblero, o cuando hojeas tristemente el álbum de fotos o te entregas a la autocompasión por lo miserable que es ahora tu vida sin el otro. En otras palabras, cada vez que te comportas como si tu amor estuviese muerto y se hubiese ido. Tales viajes sentimentales torturan a la emoción en ti.

A menudo la gente trata de consolarnos en esos momentos diciendo que por lo menos tenemos nuestras memorias, como si las memorias fuesen una compensación.
Las memorias son lo que ha pasado, lo que está muerto. Las memorias son la causa de todo tu dolor porque te hacen creer que tu amor está muerto, cuando no está muerto, sólo su cuerpo está muerto. Cada vez que piensas en tu ser amado, y naturalmente piensas en él como un cuerpo que está muerto, la emoción que está viva en ti protesta y tú sufres. Piensas y el dolor reaparece, es tan simple como esto. Obsérvalo, por favor, es terriblemente importante. Prueba la verdad de lo que estoy diciendo en tu propia experiencia. Tan pronto como piensas en la persona en tiempo pasado, te pones emocional.

Debes dejar de pensar que tu amor está muerto. En cuanto lo hagas, el dolor cesará. Veamos ahora cómo puedes hacer esto.
El punto de partida, la verdad maravillosa es que tu ser amado no está muerto, que la muerte es sólo un cuerpo muerto. El ser que amas está presente contigo ahora. Desde que murió ha estado tratando de decirte que no está muerto, pero no puede llegar hasta ti cuando la emoción está allí. Cuando no estás emocional, él está allí. Es por eso que no sientes el dolor de la separación todo el tiempo, es por eso que algunas veces sabes sin duda alguna, que está presente, y es por eso que hasta puedes reírte entre dientes y decir en voz alta alguna intimidad o algún chiste privado que compartían. El se da cuenta de todo lo que haces pero no es posesivo, sólo desea que ames y seas feliz.

Al lamentarte por tu amor y cavilar tristemente acerca de lo bueno que solía ser, al desear que estuviese de vuelta, al querer decirle cuánto lo querías y cuánto lo extrañas, al hacer todo esto estás diciendo que está muerto, en la tumba. Cuando en verdad, está contigo en este momento, una presencia viva, si puedes estar lo suficientemente quieto interiormente como para registrarlo.

Cada vez que piensas en tu ser amado como muerto, te separas de su presencia. Eliges lo que era en vez de lo que es y él no puede llegar a ti. ¿No has anhelado otra oportunidad de amarlo más? Bueno, ésta es esa oportunidad. Imagínate mirando a través de una ventana una habitación sellada y viendo a la persona que más amas llorando sobre tu fotografía y besándola. No le dirías:
“¿Por qué estás amando esa cosa? Eso no soy yo. Estoy aquí. Amame como soy: nuestro amor, el ser real, no ese sustituto del amor que te esta distrayendo y se está interponiendo entre nosotros. El amor no es besar. El amor no es mirar hacia atrás de esa manera. El amor no es una memoria. El amor es ahora.”

Tu ser amado sabe exactamente cómo te sientes, cuán solo estás y cuánto lo extrañas. Está diciendo: “Amame como si estuviese allí y gradualmente sentirás la certeza de mi presencia. Cada vez que piensas que estoy muerto, me dejas. No estés triste, no llores. Alégrate como yo. No hay muerte.”

Cuando hagas esto, la emoción que está dentro tuyo sentirá una vez más tu amor fluyendo y comenzará a curarse. Y los períodos de dolor y vacío se reducirán, no porque hayas superado tu pérdida permitendo que esa parte tuya languidezca y muera sino porque, sabiendo que tu amor vive, habrás cruzado al otro lado de la tumba y te habrás hecho completo.”

(…)

Cuando estés muriendo

De: GLORIA54  (Mensaje original) Enviado: 19/04/2006 2:33

GRACIAS PEREGRINO.

En “El conocimiento silencioso” de Carlos Castaneda, don Juan, el gran brujo yaqui dice: “Sin una visión clara de la muerte, no hay orden, no hay sobriedad, no hay belleza. Los brujos se esfuerzan sin medida por tener su muerte en cuenta, con el fin de saber, al nivel más profundo, que no tienen ninguna otra certeza sino la de morir. Ese conocimiento da a los brujos el valor de tener paciencia sin dejar de actuar; les da, asimismo, el valor de acceder, el valor de aceptar todo sin caer en la estupidez y, sobre todo, les otorga el valor para no tener compasión ni entregarse a la importancia personal”. En otro momento expresa: “Los brujos dicen que la muerte es nuestro único adversario que vale la pena. La muerte es quien nos reta y nosotros nacemos para aceptar ese reto, seamos hombres comunes y corrientes o brujos. La diferencia es que los brujos lo saben y los hombres comunes y corrientes no”.

Además, nos identificamos con nuestro cuerpo y con nuestra muerte, pero que sucederá cuando ya no estén presentes, ¿son estos dos elementos sostenes seguros y confiables de nuestro ser y de nuestra identidad?

Al ser conscientes de que nada es permanente, de que como dijera Lavoisier, nada se pierde sino que todo se transforma, despertamos al hecho de que nada es independiente sino que todo es inter-dependiente con todo y todos. Somos in-dividuos pero también estamos en común-unión y por consiguiente, nuestra más insignificante motivación, acción y/o palabra tiene consecuencias reales en todos los niveles del universo y en todos sus tiempos.

Como dice Sogyal Rimpoché: “El último pensamiento y emoción que tenemos justo antes de morir ejerce un poderosísimo efecto determinante sobre nuestro futuro inmediato. Este último pensamiento o emoción puede amplificarse desproporcionadamente e inundar toda nuestra conciencia en el momento de la muerte. En este momento nuestra mente se encuentra completamente expuesta y vulnerable a cualquier pensamiento que entonces nos ocupe”.

GLORIA

Osho-Guerra y Paz Interiores. Págs.68-70

De: Alias de MSNEmilia1404  (Mensaje original) Enviado: 14/10/2007 11:27
Osho, como el ser humano se ve continuamente confrontado a dilemas interiores, ¿cúal debería ser la base para superarlos? ¿Cómo podemos transformar este estado de dilema interior en crecimiento? ¿Y cuál debería ser el principal factor a la hora de hallar una resolución a un dilema interior?

Arjuna se enfrenta a la misma cuestión, y él también quiere resolverla de la misma manera en que todos los seres humanos intentan hacerlo. Estar en un dilema es la naturaleza del ser humano. No lo es del alma, ni del cuerpo, sino del ser humano.
Si uno trata de solucionar este dilema precipitadamente, lo que sucede es que retorna al estado animal. Las prisas nos hacen retroceder. Es un sendero conocido y familiar: es fácil regresar. Pasar a través del estado de conflicto interior es una disciplina auténtica para crecer. Pasar pacientemente por un estado de conflicto interior es ascetismo de verdad, pues sólo enfrentándonos a ese dilema uno puede trascenderlo. Así pues, si alguien halla  una resolución precipitada, una solución para evitar el dilema interior, no le será de ayuda. Volverá a caer, a retroceder.
Los animales son muy categóricos; no albergan dudas. Viven en la certeza, tienen mucha confianza. ¡Parecen grandes creyentes! Pero su creencia no es el teísmo auténtico, porque a menos que uno haya conocido primero el ateísmo, el teísmo carecerá de significado. Quien nunca haya experimentado el dolor de decir “no” no puede alcanzar el gozo de decir “sí”. La confianza de alguien que nunca  ha dudado no vale nada. Pero en alguien que ha dudado, que ha vivido a través de su duda y que la ha trascendido, hay fortaleza y autenticidad.
Un camino es tomar una decisión precipitada, una resolución precipitada, y el ser humano utiliza muchos caminos para alcanzar una decisión de este tipo. Si accede a alguna escritura, hallará inmediatamente la decisión, la respuesta, ahí mismo. La escritura le dirá en un lenguaje muy categórico que debe hacer tal y cual cosa y tener fe en ello. Pero quien llega a tomar una decisión echando mano de las escrituras se estará negando a sí mismo el estatus de ser humano. Ha tenido una oportunidad de evolucionar, pero la ha rechazado. O también se puede echar mano de algún maestro, de algún tipo de gurú. Pero quien así lo hace estará perdiendo la oportunidad de crecer. Se presentó una crisis, y la vida le permitió atravesarla solo, sin ayudas, pero quiso ahorrarse los inconvenientes. Continuó sin pasar a través de la crisis.
Si el oro hubiera pasado por la fragua habría emergido de ella bien brillante. Pero esa persona nunca pasó por la fragua. En lugar de ello, se ocultó detrás de un gurú. Y claro, el oro no llegó a  purificarse.
No os estoy pidiendo que toméis una decisión. ¿Cómo podrías tomar una decisión? La respuesta de alguien que está en un dilema probablemente esté también a rebosar de conflicto interior. ¿Cómo podéis tomar una decisión cuando estáis metidos en un dilema? Quien está metido en un conflicto interior hasta el cuello no puede hallar una solución, ni tampoco debería.
Vivid el dilema, pasar por la fragua y sufridlo, morid y sed consumidos por él, experimentadlo. No huyáis de la fragua, porque lo que se manifiesta como fuego quemará toda la mica, la inmundicia, toda la porquería, y el oro puro quedará.
Pasad por el dilema; comprended que es el destino humano. Debéis pasar por ello, vivirlo. No os apresuréis. No toméis decisiones apresuradas. Sí, si pasáis por ello, la decisión acabará llegando. Pasad por ello y la confianza se manifestará por sí misma, no tenéis que ir a buscarla a ningún sitio.
Una confianza adquirida en el exterior no tiene valor alguno. El hecho de que la confianza haya sido traída de fuera demuestra que la mente todavía no estaba preparada para ella, que su aparación es prematura. Una confianza que debe ser forzada sólo significa que tras ella existe una mente repleta de conflicto. Este conflicto seguirá vivo tras la capa externa de esta confianza. Y aunque ese tipo de confianza pueda operar superficialmente, no será de ayuda cuando llegue un momento crítico.
Osho- Guerra y Paz interiores.
Cap. Las raíces de la violencia.
Págs. 68-70