Respaldo de material de tanatología

Casos clinicos (respaldo de RIAD-Red Ibearomericana de intervencion en duelo)

CASO CLÍNICO N° 1

Mujer de 45 años, viuda hace 2 años y separada de su nuevo compañero hace 3 meses. Trabaja como operadora de máquina plana en fábrica de confecciones que tiene cerca de 700 empleados. Tiene 4 hijos de 23 años (mujer, quien abortó hace 3 meses), 15 años (hombre), 10 años (niño) y 6 años (niña); parto prematuro de 8 meses de embarazo hace 20 meses con muerte del bebe por malformaciones cardíacas. Vive con su madre de 73 años (viuda hace 6 meses, pensionada), una hermana de 42 años a quien se le suicidó su hijo de 22 años hace 18 meses (es alcohólica y fumadora pesada), una sobrina de 18 (hija de la anterior y consumidora de marihuana) y un hermano desempleado hace 7 meses. La familia pertenece a la cultura chocoana pero vive en la ciudad desde hace 15 años.

Motivo de Consulta: Duelo por pérdida de su padre hace 6 meses.

Situación Actual: Se siente muy cansada, triste, desesperada, con mucho dolor en el alma y en todo el cuerpo, aunque especialmente en hemicuerpo izquierdo, sobre todo en región precordial. Tiene una gran sensación de vacío y pensamientos de muerte. No tiene deseos de trabajar, quiere salir corriendo y abandonar todo. Duerme muy mal y casi no come nada. No sabe que hacer o donde acudir. Tampoco entiende por qué le pasan tantas cosas, por qué dios se ha cebado sobre ella, por qué se siente así si ella de joven celebraba con fiesta la muerte de otros seres queridos. Se pregunta si lo que le pasa es por el aborto provocado que ella tuvo cuando tenía 17 años, estando soltera.

Acude sola a la consulta. Es muy cordial, correcta, bien arreglada en su aspecto físico y parece sentirse cómoda en la consulta. Su lenguaje sigue un curso tranquilo, fluido, espontáneo. Se ve muy triste.

PREGUNTAS

1. Diagnóstico/s.

2. Tratamiento inmediato.

3. Periodicidad de las consultas.

4. Tratamiento mediato.

5. Estrategias a implementar.

Mensajes

Respuesta 1:

Diagnostico: Depresion tardia,con periodos de ansiedad por lo que necesita una serie de terapias tanto individuales como de grupo para asimilar sus situacion y que manifieste no solo su duelo sino el de estar co-participe del duelo de su hermana y madre asi como el de quedar al frente de su familia como responsable(padre-madre) que al mismo tiempo trata de tener fugas a su realidad. En caso necesario la manejaria por un periodo de 6 meses de terapias y con medicamentos como oxigenadores cerebrales dado su edad y antidepresivos suaves ,asi como complejo B. En si le daria apoyo medico y ayuda psicologica o psiquiatrica.

Respuesta 2:

Diagnóstico/s: Debido a una serie de pérdidas múltiples (Duelo Múltiple), la consultante atraviesa por un episodio depresivo: Viuda hace 2 años, pérdida de su bebé por parto prematuro ( hace 8 meses), separada de su compañero (hace 3 meses), pérdida de su padre (hace 6 meses), pérdida de sobrino por suicidio (hace 18 meses), aborto provocado ( cuando tenía 17 años), tratamiento inmediato(Intervención en Crisis). Primero que todo se le ofrecerá a la persona unas condiciones de seguridad, de protección, que posibiliten la catarsis necesaria en dicho momento (la verbalización), y a través de esto, buscar disminuir las tensiones tanto internas como externas. Identificar las necesidades de la consultante; y en este caso, proponerle participar a las reuniones del grupo de Apoyo en Duelo. Igualmente, darle unos primeros elementos de información concerniente a la temática del Duelo y sus particularidades. Por otro lado, se remitirá a la consultante donde un especialista que le permita tratar sus alteraciones alimenticias y de sueño.

Periodicidad de las consultas: De acuerdo al desenvolvimiento de la primera sesión, de lo allí abordado y percibido y; sobretodo, de los recursos con los que cuente la consultante, la periodicidad se establecerá al final de la consulta.

Tratamiento mediato: La información relativa al Duelo seguirá transmitiéndose. Si la evolución es positiva, se puede proponer una sesión por semana durante este período inicial. De igual modo, se reiterará que el apoyo será continuado si la persona lo solicita y lo demanda. Como la familia se encuentra en Duelo, se podrá invitar a que ésta haga parte del proceso que ya ha iniciado uno de sus miembros.

Estrategias a implementar.

    * Dejar interrogantes e inquietudes abiertas, con el objetivo de que la consultante reflexione a propósito de éstas por fuera del dispositivo psicológico creado.
    * Identificar algunas estrategias de afrontamiento con que cuente la consultante y buscar hacerlas efectivas.
    * Ofrecer una orientación anticipatoria que le permita a la consultante prepararse a algunos sucesos, tanto presentes como posteriores, propios al Duelo.
    * Proponer actividades deportivas, lúdicas, creativas, y el que la consultante desarrolle nuevas habilidades interpersonales.
    * Tener presente la idiosincrasia de la consultante, ya que las tradiciones propias de su cultura podrían ser útiles para un desenvolvimiento y pronóstico positivo del Duelo.

Respuesta 3:

PERFIL DE LA PERSONALIDAD (CASIS)

CONDUCTUAL

No tiene deseos de trabajar, quiere salir corriendo y abandonar todo, duerme muy mal y casi no come nada. No sabe que hacer o donde acudir.

AFECTIVO

Triste, desesperada, dolor en el alma, gran sensación de vacio.

SOMÁTICO

Cansancio, dolor en el cuerpo especialmente en el hemicuerpo izquierdo sobre todo en región precordial.

INTERPERSONAL

Acude sola a consulta. Es muy cordial, correcta, bien arreglada en su aspecto físico y parece sentirse cómoda en la consulta. Su lenguaje sigue curso tranquilo, fluido y espontáneo.

COGNOSCITIVO

Pensamientos de muerte. No entiende porque le pasan tantas cosas, porque dios se ha cebado sobre ella, porque se siente así si ella de joven celebraba con fiesta la muerte de otros seres queridos (cultura chocoana).

DIAGNÓSTICO: Duelos múltiples, crisis concurrentes, puede estar en riesgo de duelo complicado por pérdidas múltiples y acumuladas y / o duelos no resueltos (tiene asuntos pendientes). Descarto depresión.

TRATAMIENTO INMEDIATO (INTERVENCIÓN EN CRISIS):

    * Hacer contacto psicológico y desarrollar una relación y construcción de una alianza terapéutica con la paciente: Estar atenta a hechos y sentimientos, comunicar interés, contacto físico. Hacer sentir a la paciente escuchada, comprendida, aceptada y apoyada. Reducir la angustia emocional.

    * Examinar y evaluar la severidad de la crisis. Además de remitir al psiquiatra para medicación.

    * Examinar posibles soluciones: Averiguar que ha hecho la paciente con su problema, que puede hacer ahora, proponer otras alternativas.

    * Confrontar ideas.

    * Primeras tareas: Información acerca de duelo, conversación y compañía.

PERIODICIDAD DE LAS CONSULTAS: En un inicio dos veces por semana, luego una vez por semana, posteriormente quincenal? Además, llamar la paciente cada que tenga una crisis.

TRATAMIENTO MEDIATO Y ESTRATEGIAS A IMPLEMENTAR:

Asignación de tareas; informarse, consultar, investigar acerca del duelo; invitarla para que pertenezca a grupos de ayuda mutua, costureros, clases de manualidades, etc.; permitirse espacios de intimidad; terapia familiar (vivir el duelo en familia); técnica de hombro ? oído ? abrazo; escribir, hacer diarios o bitácoras; realizar conmemoraciones; biblioterapia; ejercicio físico; yoga; expresión del enojo y de otros sentimientos; control de la respiración; desensibilización sistemática; relajación muscular profunda; entrenamiento para manejar la ansiedad; detención del pensamiento; entrenamiento asertivo; juego de roles; silla vacia??

Respuesta 4:

Me parecieron correctas las respuestas muy elaboradas que surgieron respecto del caso. Creo oportuno introducir preguntas orientativas para pensar frente a nuestra duelista.
Las pérdidas múltiples, ¿qué efectos han tenido en ella? Es decir, ¿cómo era antes de que sucedieran estas pérdidas en cascada?, ¿todas le afectan por igual?, ¿cómo era su relación con su padre?
Sin duda debe facilitarse la expresión del dolor, permitiendo que exprese desde su visión cuáles son sus temores y por qué piensa que está particularmente
afectada. Iría despacio, escuchando para luego trazar un plan en el que estarían incluídas algunas de las medidas citadas. Cómo no estar triste, no es eso la depresión de alguna manera, ¿no debe permitirse al duelista que se entristezca acompañando y conteniendo su dolor?

Respuesta 5

Diagnóstico: Duelos múltiples, entre los cuales está el duelo no resuelto por el aborto (con sentimiento de culpa), presentando riesgo de depresión y duelo complicado.

Tratamiento inmediato (intervención en crisis): Generar empatía y comunicar esperanza; Demostrar interés y escucha activa; Facilitar la expresión de sentimientos; Ayudar a la consultante a  reconocer y aceptar sus propios sentimientos y emociones (culpa, rabia, irritabilidad, cansancio, posible miedo a la muerte, etc.); Establecer contacto físico cuando sea pertinente y hasta donde ella lo permita; Indagar sobre enfermedades preexistentes que pueden complicarse con la crisis, y remitir al médico, para intervención farmacológica;  Sugerirle asistir a grupos de autoayuda; Presentarle la opción de iniciar un proceso de asesoría psicológica o psicoterapia (individual), cuya periodicidad se definirá según su demanda (se propone una consulta semanal, durante el tiempo que ella lo considere necesario);  Sugerirle que busque información acerca del duelo para aclarar dudas y evitar interpretaciones inadecuadas de su situación.

Tratamiento mediato / Estrategias a implementar:  Examinar la red de apoyo social de la consultante, y animarla a crear nuevos grupos de apoyo; Confrontar ideas y desmitificar ciertas creencias; Ayudarla a revisar y reconocer su propia postura frente a la muerte, rescatando aspectos culturales; Evaluar estrategias de afrontamiento empleadas anteriormente y definir nuevas estrategias; Emplear la técnica de la Silla Vacía para reconciliar polaridades en conflicto y cerrar asuntos inconclusos; Ejercicio físico y masajes para liberar la tensión muscular y reducir el dolor; Biblioterapia; Proponer terapia familiar.

Respuesta 6

Diagnóstico: Depresión reactiva severa.
Tratamiento: Intervencion en crisis  más y tratamiento psiquiatrico. En el manejo terapeutico es necesario  abordar cada uno de los duelos que ha vivido, la pérdida, la culpa, el  enojo y sobre todo el perdón. Es necesario crear una buena empatia o union terapéutica.

Seguimiento: Tatamiento de dos a tres veces por semana.

Guias del duelo: Aceptar la pérdida

EL DUELO – ¿porqué nos vinculamos a otras personas?

Los seres humanos tenemos una tendencia innata a establecer vínculos emocionales con otras personas. Así conseguimos la satisfacción de necesidades biológicas (hambre, sed, sexo), y psicológicas (protección, seguridad, afecto).
Estos vínculos se desarrollan a una edad temprana (aunque pueden hacerlo también en otros momentos), se dirigen a unas pocas personas específicas y tienden a perdurar durante gran parte del ciclo vital.

Si se ponen en peligro se producen intensas reacciones (llorar, coaccionar mediante el enfado…) que buscan su restablecimiento. Si observamos otras especies, vemos que no es precisamente infrecuente que respondan con agresividad a la separación de sus seres queridos. Normalmente, el despliegue de este repertorio de conducta suele ser útil y las cosas volver a su cauce. Sin embargo, a veces se produce una pérdida sin marcha atrás.

A pesar de que la pérdida sea irrecuperable, la persona intentará restablecer la relación. Y aquí viene el problema, cuando ya no es posible. Tendrá que aceptar y acostumbrarse a vivir sin esa persona, y eso lleva un tiempo. A este proceso de adaptación se le ha denominado duelo y es una de los períodos de crisis más intensos que puede experimentar una persona a lo largo de su ciclo vital.

¿Cómo se manifiesta?

SENTIMIENTOS

  1. Tristeza
  2. Enfado
  3. Culpa y auto-reproche
  4. Ansiedad
  5. Soledad
  6. Fatiga, apatía, indiferencia
  7. Impotencia
  8. Anhelo
  9. Liberación
  10. Alivio
  11. Insensibilidad

SENSACIONES FÍSICAS

  1. Vacío en el estómago
  2. Opresión en pecho o garganta
  3. Hipersensibilidad al ruido
  4. Sensación de irrealidad
  5. Falta de aire
  6. Debilidad muscular
  7. Falta de energía
  8. Sequedad de boca

COGNICIONES

  1. Incredulidad
  2. Confusión
  3. Preocupación
  4. Sensación de que esa persona está aquí
  5. Alucinaciones

CONDUCTAS

  1. Trastornos del sueño
  2. Comer demasiado o demasiado poco
  3. Conducta distraída
  4. Aislamiento social
  5. Soñar con él/ella
  6. Evitar recuerdos
  7. Buscar y llamar en voz alta
  8. Suspirar
  9. Hiperactividad
  10. Llorar
  11. Visitar lugares relacionados
  12. Atesorar sus pertenencias

¿Qué pasos tenemos que dar para superar la pérdida?

Aceptar que a partir de un determinado momento tenemos que renunciar a vivir con una persona que hasta entonces había sido una parte importante de nuestra vida no es fácil y suele llevar un tiempo considerable.
Una forma útil de ver el duelo es como un proceso que pasa por una serie de fases que hay que superar para poder volver a hacer una vida lo más normal posible sin la persona que desapareció. En síntesis estas fases son:
Aceptar que la persona ha desaparecido de su vida.
Asumir las emociones negativas que se producen.
Adaptarse a un medio en el que esa persona no está, y a las nuevas tareas que han surgido al dejar de desempeñarlas.
Recolocarla emocionalmente y continuar viviendo. Lo que suele llamarse “rehacer la vida”

¿Cuándo ha finalizado?

No hay un tiempo límite, cada persona necesita uno diferente.
Pistas:
Cuando ya se es capaz de pensar en la persona fallecida sin dolor intenso, aunque con tristeza.
Cuando el punto de interés vuelve a estar en la vida y las personas vivas

Guia del duelo: About Grief

About Grief 

Grief is the reaction people have to any loss in their lives. It includes a wide range of responses which vary with each person, the type of loss and its meaning to them, and their particular circumstances and experiences.
The death of a significant person in one’s life is a major loss but grief can be felt about many losses.
Examples include:

  1. the ending of a relationship
  2. moving or migrating
  3. losing a job, health, a pet, a role in life
  4. giving up something that mattered a lot
  5. losing a dream

Secondary losses

One loss can cause other secondary losses. These others may only become clear as time passes and may include:

  1. loss of income
  2. changed roles in the family
  3. loss of the family home
  4. loss of a planned future.

A loss, or something associated with the loss, may cause recurrent or on-going grief. Many things can be mixed up in people’s experience of loss and change and add to a sense of confusion. There can be good aspects or feelings as well as the pain and difficulties. Sometimes even changes that were wanted, such as a promotion, can also result in losses.

Grieving

When people grieve they are coming to terms with what has changed in their lives. At the same time, they are beginning to find new ways of going about their lives to cope with the gaps that the loss has created. This takes varying periods of time. The length of time is affected by things such as the significance of the loss and what other things happen to the person. It is not unusual for grief to be felt over an extended period of time, even up to several years.

The body’s response

Although each person will grieve in their own way, there is a general pattern. Following a loss, the person first may be stunned or distressed with the shock. The human body releases chemicals, such as adrenalin, in response to shock. These are to help with thinking, alertness and coping with pain. The person may have physical reactions such as sleeplessness, difficulty in sitting still or concentrating, loss of appetite, tummy upset, or even chest pains (which should be checked by a doctor). Often people can feel numb or as though they are on “automatic pilot”. They may do normal activities but not feel connected to the real world. Doing some physical activity may be helpful.

Thoughts and feelings

People experience a whole range of thoughts and feelings. These can be all mixed up together and even quite opposite to one another, for example, relief, guilt, laughter, anguish, anger. This storm of emotion comes and goes over time and varies with individual people as they are confronted with reminders of what they have lost and mourn for this. Loss of self esteem and confidence are common.

 

Initially 

In the beginning, most people have a sense of disbelief which they usually give up over time. Seeing the body and having a funeral play a part in how this happens.
The fact that people often cannot believe that it has really happened can be useful in protecting them from being overwhelmed by such a huge change in the way they have expected their life to go on.

Three to four months after the death

This may be a particularly low time. Society’s expectations are that bereaved people should be over their grief by this time and should be back to normal. But this is when the reality of the death is sinking in. The chemicals which support the body after a severe stress are starting to wear off, and the support of friends is dropping away. So bereaved people are often going through a very painful time emotionally when there is least support.

Coping

Most people will find themselves automatically expecting past things to happen again, and may have a need to keep some of these going for a while. But gradually most people begin to face the gaps in their daily lives and struggle to cope with the differences. They start to create a new life for themselves often while the old life and the person who was so much part of that life are mourned. Usually, this whole journey takes a large amount of effort, emotion and energy, but this may not always be seen. Sometimes they do not look after themselves and they may have little energy to reach out for what they need. Interested listening and practical help may be useful.

Later

But the confusion and pain should get less. Most people start to recognise they are having more frequent and longer times when they feel more energy and hope. They often recognise they have successfully survived a difficult time in their life and feel stronger. They may notice their memories are not as painful for as long, although this pain may never go away altogether. The length of time it takes to make this adjustment varies a lot, beginning in the early weeks and perhaps lasting up to several years.

 

Coping with Grief

Many people feel such intense emotional pain following a death that they wonder if they can survive. It may be hard to believe in the early days, but the pain does ease and thoughts about the person who has died become more comfortable and the happy memories are treasured.

Bereaved people may wonder how to get through their grief. The grief process is like a journey running from the starting point of bereavement to a new life. Progress is made through grief as the feelings are worked through. Freud called this grief work.

Some strategies for dealing with grief

Grief time
Some people find it helpful to spend fifteen to twenty minutes alone every day. They put on the answering machine so they won’t be disturbed. This time acts as a safety valve. In it they deal with any emotions they have stored up during the day.
There are different ways of grieving at these times: thinking, crying, praying, meditating, writing or drawing, talking to the dog!
Some people like to keep a diary. They write down their feelings and the memories of the loved one. They can then see how their grief changes over a period of weeks and months. This is proof of progress. If the diary is kept in a safe place the written memories become precious in the future. Alternatively some people feel more comfortable with pictures or diagrams.
Many people feel less alone by also grieving with other family members, including the children.

Tears
Many people find crying a relief. Rather than being an indication of weakness, tears are often a sign of strength and show that the bereaved person is prepared to work through their grief. Some people find it difficult to cry, and yearn for tears to release their grief.

Enlisting help
The process can seem long and lonely, so many people find someone whom they can confide in, for example, a relative or friend. Doctors or the local community health centre may be able to help in this way, or refer bereaved people to a specialist grief counsellor. Some people find the experience of another person who has been through a similar situation invaluable, and so contact a support group

Some other useful strategies

  1. Live a day at time
  2. Do something special for yourself every day
  3. Do not make any major decisions, such as selling the house, in the first year if possible

Some other strategies

  1. Talk to a caring friend, pastor or counsellor
  2. Join a bereavement support group
  3. Read books on grief.
  4. Write letters to the person you have lost to express your feelings or as a way of saying goodbye. You can then keep these in a safe place, or bury them under a bush you plant in their memory, or scatter the pieces in a significant place.
  5. Keep a journal as a record of your own journey of grief.
  6. Create a memorial for the person who died: plant a tree, create a memory book or photo album. Children often like to collect items for a memento box.
  7. Commemorate the person you lost on special days, such as birthdays, Christmas, Father’s Day. Light a candle, drink their favourite bottle of wine, talk about them. Then go and do something special for yourselves- you deserve it! Plan these activities with the rest of the family.

Self Care

Self care is important to prevent further stress to the body. The following have been found to be helpful in coping with grief:

  1. A regular daily routine. Have set times for getting up, meals and going to bed.
  2. A balanced diet. Include: breads and cereals; meat, fish and dairy products; fruit and vegetables.
  3. Avoid too much coffee and tea to help you sleep at night.
  4. Outdoor activities, such as going for a walk or gardening take you away from the stress, and refresh you mentally.
  5. Exercise, such as swimming, walking and team games, will produce chemicals called endorphins in the body which help to counteract depression and make you feel good. The exercise does not need to be strenuous. If you have doubts about your fitness consult your doctor.
  6. Relaxation: meditation, massage, music.
  7. A relaxing pre-sleep routine: winding down before bed and not watching television.
  8. Avoiding seeking relief through alcohol, smoking, medication and other drugs
  9. Consulting the doctor about physical symptoms, for a blood pressure check, for practical help, for medical certificates, and for help with the grief.

Be patient, tolerant and gentle with yourself as you grieve. It is important to seek professional help when you feel overwhelmed by your grief or memories.

No one has to bear it all alone. There is help available.

Helping the Bereaved 

Give:

  1. A good ear
  2. Time to really listen
  3. A hug where appropriate
  4. Continuing contact

What can help bereaved persons

  1.   Contact the person as soon as you hear of the death. Tell them you are sorry to hear of their loss, or send a card or flowers.
  2.   Maintain contact personally or by telephone, notes, cards. Visits need not be long.
  3.   LISTEN: This is possibly the most important thing you can do.
  4.   Talk about the person who has died.
  5.   Accept their behaviour ? crying, screaming, being quiet, laughing. Allow expressions of anger, guilt and blame.
  6.   Offer practical help, such as bringing in a cooked meal, taking care of the children, cutting the grass, shopping.
  7.   Really try to understand and accept the person. Everyone is different.
  8.   Indicate that grief takes time.
  9.   Include children in the grieving process.
  10.   Be sensitive about dates that might be upsetting or significant for the bereaved person, such as Christmas, anniversaries, birthdays, Father?s Day, etc.

What may not be helpful to bereaved persons 

  1. Avoiding talking about the person who died unless the bereaved person does so.
  2. Inhibiting them by offering advice.
  3. Stopping contact with the person if the going gets too heavy.
  4. Lectures or reasoning.
  5. Expecting or judging how it should be.
  6. Using clichés.
  7. False reassurance.
  8. Saying ?I know how you feel?.
  9. Trying to do everything for them.
  10. Comparing one loss to another.
  11. Describing the theory of grief.
  12. Taking the focus away from what they are saying.
  13. Equating a loss you have experienced to your friend?s loss.
  14. Giving details of your grief, unless the bereaved person finds this relevant to their situation

Identificando: ¿Sufrimiento o dolor? asociacion de ayuda mutua ante duelo

http://www.amad.es

Identificando: ¿Sufrimiento o dolor?

El dolor, inherente al ser humano y que brota desde nuestro corazón cuando perdemos un ser querido, puede convertirse en sufrimiento; lo que podría denominarse dolor inútil, sin sentido, ni razón.

Asimismo, el dolor se produce debido a la separación tanto física, mental y emocional con la persona querida con la que hemos vivido y no somos capaces de aceptar esa gran separación, puesto que nuestra vida estaba construida en función de la relación mantenida, y ahora nos falta la persona con quien la habíamos estructurado tanto en el presente como en el futuro.

El sufrimiento llegará si no somos capaces de aceptar la actual vida y continuamos en la pretensión de proyectarla en función de los recuerdos y “apegos” que tengamos con el ser ya desaparecido.

Esto provocará no vivir el presente, ni ser capaces de pensar que pueda existir un futuro positivo sin quien se nos ha ido.

Así pues el sufrimiento producirá la “no vida”. Una especie de muerte que nos impedirá vivir presente y futuro, si tenemos la persistente y única pretensión de vivir en el pasado y seguir planteando nuestra vida en función del tenaz deseo de que todo sea como antes… cuando esto irremediablemente no se puede producir ya.

Aún así, y aunque parezca imposible, esta experiencia nos puede permitir seguir aprendiendo, creciendo y obteniendo sabiduría.

El dolor es una herida abierta y sangrante, como una sacudadia producida de repente.

El sufrimiento llega después, cuando no se es capaz de cerrar esa herida, o se cierra en falso.

El sufrimiento es una presión psicológica y emocional ejercida sobre la persona, no permitiéndole salir del círculo que le atenaza, destruye y es la causa de que la herida sangre constantemente, impidiendo a la vez no poder aprender nada constructivo de todo ello.
Evitar el sufrimiento
El sufrimiento durante el duelo se puede evitar:

    * Si experimentamos el fallecimiento de un ser querido sin negar nuestro dolor
    * Si no lo ocultamos ni ante nosotros ni ante los demás
    * Si lo miramos de frente y exteriorizamos nuestros sentimientos
    * Si contamos con ayuda de los demás

Preguntas sin respuesta

A partir de este sentimiento de Dolor-Sufrimiento, se producen una serie de preguntas:

    * ¿Se puede vencer ese Dolor?

    * ¿Se puede romper ese círculo que nos atenaza?

    * ¿Podríamos aceptar de forma diferente este hecho?

    * ¿Se puede entender la Vida después de conocer la Muerte de una manera tan cercana?

    * ¿Se puede mirar el Futuro y sobre todo el Presente sin “vivir” en función del Pasado?

    * ¿Se pueden romper los apegos?

    * ¿Estamos capacitados para sacar algo positivo de esta experiencia?

¡Sí, hay respuestas!

.. y las preguntas anteriores se fueron despejando…

    * ¡Sí, se puede vencer el Dolor!

    * ¡Sí, se puede romper el círculo que nos atenaza!

    * ¡Sí, se puede aceptar el nuevo presente y mirar hacia el futuro con esperanza!

    * ¡Sí, se pueden romper apegos, y que de es

Experiencia vital

Comprendimos que el duelo tras morir alguien amado forma parte de la vida igual que la alegría del Amor y que la pérdida de un ser querido es un viaje al interior de nuestra propia vida, ¡de la Vida¡

La primera separación dolorosa es nuestro propio nacimiento, como si nos echaran del Paraíso y del seguro lugar en el que nos encontramos.

Sin embargo, el nacimiento de un nuevo ser debería hacernos pensar que cada ser es individual e independiente, y que no nos pertenecemos unos a otros como objetos adquiridos, también por tanto que deberíamos dejarnos libres unos a otros, incluso a la hora de despedirnos ante la separación definitiva.

Descubrimos que el crecimiento de una persona está muy unido a su capacidad para solucionar positiva y constructivamente las pérdidas de la vida.

Que el duelo es el brote de sentimientos que, como respuesta ante la pérdida de alguien querido, es la reacción humana y lógica que sigue a esa pérdida.

Cuando alguien amado fallece, reaccionamos de muchas formas y tenemos huidas, recaídas y marchas hacia atrás, pero también existen momentos de mejoría.
¡Lo más importante es no quedar inmovilizado por el dolor!

Ayuda Mutua

En los últimos años se ha constatado que muchas personas están concienciadas de la ayuda que necesita el mundo.

Pero no solo el “tercer mundo” necesita ayuda, ni es la que se ofrece la única a brindar. Existe otro tipo de ayuda que no por distinta, menos necesaria. Recordando las palabras de un amigo que decía:

“Yo tengo muchos amigos en China… Casi todos son amigos míos y los quiero mucho… ¡Claro están allí tan lejos!… No me importunan, no requieren mi presencia, ni mi paciencia, acogida… etc. ¡Verdaderamente, los chinos son mis amigos!”

Es fácil, para unos más que para otros, enviar un donativo, ropas o alimentos cuando se produce una catástrofe. ¡Y esto está muy bien, por supuesto! Pero ¿qué ocurre con los que tenemos al lado: familia, amigos, vecinos, compañeros?

¿¡Es posible que ante “catástrofes” particulares como es la pérdida de un ser querido que produce gran dolor, llanto, desconsuelo, éstos que está tan cercanos, sin embargo a veces parezca que están mucho más lejos!?

Muchos sentíamos que del mismo modo que habíamos recibido en A.M.A.D. de forma completamente desinteresada ayuda, apoyo y comprensión, también debíamos transmitirla a otras personas que se encontrasen en esa misma situación de tristeza y duelo por la pérdida de un ser querido. Por tanto coincidimos en que:
Todo lo bueno que se recibe es, para depués, devolver a los demás

Comprension

Comprendimos que aunque la sociedad exige personas con más cualidades externas que internas -ser eternamente joven, tener titulaciones, “ser alguien”, con casa en la ciudad, la montaña, la playa, enviar a los hijos a colegios caros o a estudiar al extranjero, etc., etc.- y aunque todas estas cosas están bien, no son las más importantes.

Nos concienciamos de que se había producido un cambio extraordinario en nuestras vidas y en ese cambio se pasó a una conciencia mayor de que esa misma sociedad, que somos todos, necesita de otros valores y vivencias que son parte de la vida misma.

¿Cómo podía ser que nos hubiéramos olvidado de otras cosas, que aunque en nuestro interior más profundo, habíamos dejado de ver, de sentir?… ¡Casi nunca queremos ni ver, ni tocar la otra cara de la moneda¡… Soledad, aislamiento, depresión, disminución física, psíquica, enfermedad, vejez… fallecimiento. Apenas nadie quiere saber, o muy poco, de sufrimiento ni de personas que sufren.

Pero aunque no queramos saberlo muchas personas sufren, y para verlo no hay que irse a países lejanos, aquí a nuestro lado podemos encontrar a alguien que seguramente esté pasando por alguna situación de sufrimiento.

Otra cuestión que salió a la luz tras narrar experiencias, es que tras producirse el fallecimiento de nuestro ser querido, no existió lo que podríamos denominar: “la acogida oficial”

En algún caso después de algún tiempo, se había obtenido alguna atención psicológica, en otros no había tenido lugar ni una ni otra: y si en algún caso hubo alguna proximidad, ésta se desarrolló de forma aislada y en un contexto de trato generalizado y no específico de esta situación.

Se meditó profundamente en las carencias percibidas, encontrando que los familiares del fallecido están muy “olvidados”.

En medicina se sabe muy bien, qué es para una persona la “situación de Duelo” por lo que debería procederse a una atención más amplia y específica ante dichas situaciones.

En caso del fallecimiento de un hijo o hija, la atención a los padres debería ser especialísima, máxime si se trata de una pérdida repentina

Si además se trata de un niño o joven que convivía con más hermanos, desde luego que esa misma atención debería extenderse también a los mismos

Incluso debería proporcionarse a amigos y/o compañeros, puesto que si ya es poco entendible y aceptable para los adultos la muerte, tanto o más lo es para niños y jóvenes.

También se experimenta gran incomprensión cuando dicen frases como…

    * “La vida es así, pero tienes que seguir luchando”
    * “Te quedan otros hijos”
    * “Hay que levantar cabeza, sal, distráete” …

Uno lo entiende pero no lo siente. La cabeza y el corazón no están en comunión. La cabeza dice una cosa pero el sentimiento dicta otra.

El caso de una joven viuda a quien la repentina enfermedad y muerte de su marido deja desolada ¡cómo no¡ y antes de cumplirse un mes del fallecimiento, la recibe el psiquiatra, quien le dice: “Usted ya sabe que tiene que hacer su vida. Sus hijos son mayores y se irán alejando cada vez más. Hágase a la idea cuanto antes de que está sola. Vaya al cine, al baile, de compras. ¡Ah¡, y aunque me dice que a sus hijos no les apetece, márchese de vacaciones aunque ellos no vayan con usted. A la vuelta incorpórese a su trabajo pues cuanto antes vuelva a su actividad de siempre, mejor… no hay que lamentarse, aunque su marido ha muerto usted sigue viva y no va a estar todo el rato: ¡qué pena, qué pena¡…” Es increíble la falta de tacto, de acogida y caridad ante el dolor ajeno. Como si de algo sin importancia se tratase es aconsejada a que olvide ¡ya¡, inmediatamente a su marido recién fallecido.

Ella sabe que aunque tiene a sus hijos está “sola”, sin embargo el médico se lo dice crudamente. Podríamos preguntar: ¿Antes iba sola de vacaciones?, ¿Salía sola al baile o al cine?… No hay que descartar que con el tiempo, el que necesite para su duelo, desee hacer todas esas cosas, pero ¡no a pocos días de fallecer su marido¡

Toda persona, adulto o niño, tras experimentar la muerte de un ser querido, necesita del cuidado, la acogida y escucha que pueda ofrecérsele, así como del gran mimo y cariño de toda persona que se encuentre a su lado. Asimismo necesitará como pocas veces en su vida, de atención física y mental. ¡En una palabra, necesita Amor¡

Esta necesidad de ayuda se agudiza si la muerte es repentina, ya sea la causa un accidente, suicidio, enfermedad súbita, adicción a drogas, larga enfermedad, madres que dan a luz un hijo muerto o tienen un aborto a lo largo de su embarazo, quienes pierden familiares en accidente múltiple, etc.

Durante el duelo, la familia se encontrará hundida tanto física como emocionalmente. Es preciso ayuda médica, aunque hay que aclarar que el duelo no es una enfermedad.

Objetivos

No inmovilizarse ante el sufrimiento, tratando de transformar los sentimientos que a causa de ese dolor desmesurado, producen un gran daño en la persona.

La mutua ayuda del grupo contribuye a que puedan hallarse los recursos internos de cada persona para procesar el duelo sanamente.

Hallar el estímulo para dar nuevo sentido a la vida tras la muerte de nuestro ser querido.

Conseguir la aceptación de la pérdida y transcender el dolor en recuerdo Amoroso de nuestro ser amado.

Puede parecer inverosímil la existencia de una asociación dedicada a tratar sobre el duelo, sobre la muerte, sin embargo, lo que nos mueve y pretendemos no es tratar de muerte, sino todo lo contrario:

“VOLVER A LA VIDA”

A.M.A.D. Asociación de Mutua Ayuda ante el Duelo ofrece su ayuda de forma gratuita, sin vínculos políticos ni religiosos y respetando creencias y cultos personales.

La Asociación no se responsabiliza ni respalda opiniones o declaraciones manifestadas de forma libre y particular por socios, colaboradores o personas asistentes a los grupos, y que puedan involucrarla en actividades cuyas finalidades sean ajenas a la misma.

Proyectos G.A.M.

El proyecto primordial de A.M.A.D es darse a conocer ampliamente para poder ofrecer su ayuda y entregar el testigo a otras personas que, voluntariamente continúen su ayuda mutua en: la Comunidad de Madrid y en otras Comunidades españolas COMO GRUPO DE AYUDA MUTUA.

En España, contrariamente que en otros países, apenas existen Asociaciones, Fundaciones, Grupos, etc. que sin ánimo de lucro, presten su labor específica de ayuda en y durante el proceso de duelo por la muerte de un ser querido.

Esta es la pretensión de A.M.A.D con la salvedad además, que el apoyo es ofrecido por voluntarios que tras vivir esa dura prueba, y por haber contado entre otros factores con el apoyo y ayuda-mutua de otros en la misma situación, han podido encontrar más fácilmente el camino para efectuar su duelo favorablemente, al mismo tiempo que salir del mismo fortalecidos humana y espiritualmente.
¿Qué son los ?GAM? Grupos de ayuda mutua?

¿Qué es Ayuda Mutua?

¿Qué es esto de la ayuda mutua? ¿Es un nuevo invento?, ¿un modus vivendi de unos cuantos profesionales o instituciones?… ¿Qué es Ayuda Mutua?…

Muchos estudiosos dicen que la ayuda mutua es una condición natural del ser humano para buscar contacto con otras personas, en las que confiar ante una situación de enfermedad, peligro o de ansiedad.

También de algunas especies animales que, cuando tienen alguna dificultad o situación de miedo, necesitan buscar a otro para compartir aquella situación, y en la medida en que se comparte nuestro estrés, nuestro temor, nuestro miedo, se alivia.

En el momento que contrastamos nuestro problema con otra persona, aquel problema ya no es tan grave, porque muchas veces resulta que lo vivimos con tanta intensidad y encerrados en nuestro individualismo, que deja de ser tan intenso en el momento que lo compartimos con otros, y podemos, aunque solo sea hablar o intercambiar información.

En este intercambio es lo que se dice que nace la ayuda mutua. En el intercambio de DAR y RECIBIR. Unos de los principios mundiales de Ayuda Mutua dice:

“El que más da, más recibe.”

Breve historia

En la década de los 70 aparecen en EE.UU. y centro Europa asociaciones y grupos de ayuda mutua como recurso a una necesidad no cubierta por la atención primaria y derivada de la crisis industrial y económica.

Una de las organizaciones pioneras fue Alcohólicos Anónimos creada en EE.UU. hacia el años 1935.

Los GAN nacen al amparo de la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud)

También coincidió que a nivel de atención primaria, hubo un movimiento social importante entre los profesionales de la salud y personas afectadas que empezaron a trabajar en lo que eran los temas de grupo, sobre todo todos grupos sociales, grupos de apoyo, grupos terapéuticos, etc.

La Asamblea Mundial de la Salud reunida en Alma-ata en 1978, manifestó que:

“la Asistencia Primaria de Salud es el punto donde convergen todos los problemas sanitarios de la comunidad y es el lugar desde donde se ha de desarrollar acciones para resolverlos y poder llegar a la “salud para todos en el año 2000″. La O.M.S. apoyó y redactó 38 objetivos para conseguirlo y dio apoyo y crea un Centro Internacional de Información y de apoyo a las Asociaciones y Grupos de Ayuda Mutua en Lovaina (Bélgica)”

En el año 1986 se efectuó la primera Conferencia Internacional para la Promoción de la Salud en Otawa (Canadá) donde se sentaron las bases para impulsar la capacidad de la comunidad y la participación social.

Los grupos de ayuda mutua nacieron amparados por dicho contexto

En Europa llegó un poco más tarde, en el año 1984 todos los estados miembros de las regiones de Europa también adoptaron estos objetivos y trabajaron para ello.

La OMS dio su apoyo creando un centro europeo de apoyo para la ayuda mutua (Clearinghouse) en Lovaina (Bélgica) que da información, promoción y formación para la auto-ayuda o ayuda mutua, así como congresos, seminarios y documentaciones sobre investigaciones en esta materia, de las distintas organizaciones de la comunidad europea.

¿Que son los grupos de ayuda mutua?

Actualmente las personas que padecen una situación traumática que le obliga a cambiar su forma de vida de manera involuntaria, son las personas candidatas a formar grupos de ayuda mutua, por esa necesidad que tenemos los seres humanos de compartir con otros lo que nos ha sucedido, este compartir es el de la ayuda mutua.

Los GAM son reuniones entre iguales

El grupo es el conjunto de estas personas que comparten un mismo problema o situación común y que deciden reunirse siempre de forma voluntaria y periódica para mejorar su situación social y colectiva. Se dan información e intercambian experiencias, también se dan apoyo emocional, algunos realizan actividades sociales y ofrecen servicios y recursos. Sensibilizan a la población y en algunas ocasiones hacen presión social.

Por tanto son reuniones entre “iguales”, pueden ser personas directamente afectadas, familiares, amigos, cuidadores y hay grupos muy distintos y variados.

Decimos que la ayuda mutua es un recurso comunitario y una de las redes de participación comunitaria que cada vez van desarrollándose más en las sociedades modernas.

Las características básicas de estos grupos de ayuda mutua, se dice que son compartir información y experiencias. En los grupos se comparte la información, las experiencias, cada uno aporta aquella información que tiene y lo interesante es el contrastar, el ver que hay personas que han podido superar aquella situación de crisis nos ayuda, este contrastar, este ejemplo, este intercambio, nos ayuda a poder superar nuestro problema.

Producen una mayor integración social y participación en la comunidad

El grupo también da apoyo emocional, pues las personas del GAM, comparten aspectos íntimos de sus sentimientos. Se realizan actividades sociales, se encuentran para salir al cine, o para salir un domingo, programan conferencias u otros actos, según sus intereses.

También el grupo ofrecece servicios y recursos

Hay grupos que crean servicios para recuperación o de rehabilitación. La asociación de cáncer de mama del grupo Agata (Barcelona) tienen unos servicios creados para la recuperación de la fuerza física de sus brazos que quedan afectados después de la operación o la Asociación de Laringectomizados donde tienen un servicio para aprender a hablar, otros tienen servicios psicológicos, etc.

Muchas veces hay servicios que no están dentro de circuitos de la salud, o que son caros de encontrar y a nivel individual no se podrían hacer, las asociaciones o los grupos de ayuda mutua ayudan a crear estos servicios y consiguen muchas veces fondos, no solo de las Administraciones, sino del sector empresarial para poder sufragarlos. Este es un campo que cada vez más se irá introduciendo y tendrá que colaborar, siempre que podamos presentar proyectos interesantes y justificados.

Son reuniones entre iguales, voluntarias, abiertas y sin presenciade profesionales

Una de las características de los grupos de ayuda mutua es que el grupo se forma entre iguales, personas directamente afectadas, familiares, amigos o colaboradores que se unen para darse apoyo o hacer una determinada presión social.

La característica es que no hay la presencia de ningún profesional, porque se entiende que el grupo viven ellos mismos su mismo problema y la intromisión de otra persona hace que no lo vivamos igual.

No quiere decir que el grupo no pueda solicitar la presencia del profesional cuando la necesite o crea conveniente.

Hay grupos que muchas veces buscan que haya un profesional que les dé una determinada charla, una determinada conferencia, o lo que os decía antes, buscar el apoyo de un profesional para en un momento de crisis poder ayudarles a superarlas, porque luego el grupo se beneficia, aquel grupo crece con mucha más fuerza.

Este nivel de no-implicación directa del profesional dentro del GAM, es el que puede ayudaros en el proceso de autonomía del grupo…

Sería interesante ir abriendo estudios para demostrar esta eficacia. Nos gustaría que se fueran abriendo, nosotros estamos en ello y animar, a los distintos sectores implicados, a que así lo hagan. No podemos limitarnos a intuiciones, hay que demostrar de manera técnica y científica el ahorro en el coste hospitalario, ambulatorio y de farmacología, que supone la participación en un GAM.

Beneficios que aportan los GAM

Los beneficios que aportan estos grupos de ayuda mutua son muchos, os he recogido aquí los que me han parecido más interesantes:

A escala personal:
La persona al participar en un GAM y adquirir información, adquiere al mismo tiempo conocimientos y sobretodo habilidades para poder manejar mejor sus dificultades.

Al descubrir sus propias necesidades hace que pueda poner remedio a los problemas que tenía, y sobre todo le responsabiliza y capacita para afrontar las situaciones.

Ayuda a salir del aislamiento, esto es una de las cosas importantísimas que tiene el grupo, hay personas que muchas veces no saldrían de su casa debido a su problema, y el hecho de ir al grupo les anima, y les da mucha más fuerza.

Y por otro lado, el compartir la solidaridad y la participación. Está comprobado que las personas que han tenido experiencias positivas en grupos, no solo de ayuda mutua, sino en cualquier otro tipo de grupo, son más solidarias, son mas participativas en la sociedad.

Por último, da mucho soporte, seguridad y fuerza para poder convivir cada día con aquella dificultad, que se llega a convertir en un compañero de viaje inseparable. Sentimos que forma parte de nosotros y vale más que nos aliemos con ella.
Los beneficios sociales:

“La normalización de la enfermedad. Refuerza y complementa los tratamientos. Hay muchos estudios de los especialistas, sobre todo en América que han comprobado que las personas que participan en los grupos de ayuda mutua, mejoran:

    * El sistema inmunológico.
    * Disminuye el consumo de fármacos o medicaciones y no se tienen tantas recaídas…
    * Disminuyen los reingresos hospitalarios y las bajas laborales.
    * Hay mayor integración social y participación en la comunidad. Una comunidad con muchas asociaciones democráticas y participativas, es una sociedad con un gran patrimonio y riqueza de valores, es más abierta, acogedora y solidaria.

De la experiencia recogida y de los estudios realizados en otros países más avanzados en estos temas, nos indican que en la medida que se fomenta y se de apoyo a los grupos de ayuda mutua, la salud, la solidaridad y la participación de la sociedad aumenta. ¿A que esperamos?

Muchas gracias a todos. Buenas tardes”

Extracto del discurso ofrecido por Maria Dolors Alvarez, Diplomada Social, Responsable del Servicio de Apoyo a los Grupos de Ayuda Mútua de la Agencia Municipal de Servicios a las Asociaciones de Barcelona. www.acnefi.com

Otras fuentes de información:

Grupos de Ayuda Mutua
Dirección General de Salud Pública
Consejería de Sanidad y Consumo – Comunidad de Madrid

Perdida y duelo (para adolescentes)

Si has perdido a un ser querido, es posible que estés sintiendo distintas emociones. Es probable que estés triste, preocupado o asustado. Tal vez no estés preparado, estés impresionado o confundido. Puedes sentirte enojado, engañado, aliviado, culpable, exhausto o simplemente vacío. Tus emociones pueden ser más intensas o más profundas que lo habitual, o estar entremezcladas de una manera que nunca habías experimentado.

También habrás notado que tu pérdida está afectando tus pensamientos y tu comportamiento. Si estás afligido, es posible que te cueste concentrarte, dormir, comer o sentir interés por las cosas que solías disfrutar. Quizás intentes actuar como si estuvieras bien (aun cuando no lo estés), porque deseas ser fuerte frente a otra persona. Y es posible que te preguntes si alguna vez superarás la pérdida de alguien que significa tanto para ti.

Todas estas emociones son reacciones naturales frente a la muerte de un ser querido. Son parte del proceso de duelo.
¿Qué es el duelo?

El duelo es la aflicción que siente la gente cuando sufre la pérdida de un ser querido. Existen muchos tipos de pérdidas y no todas se relacionan con la muerte. Una persona también puede hacer duelo tras la ruptura de una relación íntima o después de que uno de los padres se va del hogar.

El duelo es una reacción natural frente a la pérdida de alguien importante. El duelo también es el nombre del proceso de recuperacion que una persona atraviesa después de la muerte de un ser querido. El proceso de duelo lleva tiempo y el alivio suele aparecer en forma gradual.

Si bien todos experimentamos dolor cuando perdemos a una persona, el duelo afecta a las personas de distintas maneras. La manera en que te afecte depende, en parte, de tu situación y de tu relación con la persona que falleció.

Las circunstancias en las que muere una persona pueden influir en los sentimientos del duelo. Por ejemplo, si una persona estuvo enferma mucho tiempo o era muy vieja, es probable que esperaras su muerte. Aunque no necesariamente esto haga que sea más fácil aceptarlo (y el sentimiento de duelo estará presente de todos modos), algunas personas descubren que saber que alguien va a morir les da tiempo para prepararse. Y si un ser querido sufre mucho antes de morir, las personas pueden incluso tener una sensación de alivio cuando llega la muerte. Si la persona que falleció era muy joven, por el contrario, es posible que tengas una sensación de que es terriblemente injusto.

Pero perder a alguien repentinamente puede ser muy traumático, sin importar la edad de la persona. Tal vez alguien a quien conoces murió inesperadamente; como resultado de un acto de violencia o de un accidente de automóvil, por ejemplo. Puede llevar mucho tiempo superar una pérdida repentina, porque quizá sientas que el acontecimiento y los intensos sentimientos que lo acompañan te tomaron desprevenido.

Perder a alguien porque cometió un suicidio puede ser especialmente difícil de enfrentar. La gente que pierde amigos o familiares por un suicidio puede experimentar un profundo sentimiento de desesperación o tristeza, porque se siente incapaz de comprender qué pudo haberlo llevado a tomar una medida tan extrema. Incluso pueden sentir enojo contra esa persona: una emoción totalmente normal. O pueden sentirse culpables y preguntarse si podrían haber hecho algo para evitar el suicidio. En algunos casos, después de una pérdida traumática, una persona puede deprimirse y necesitar ayuda especial para aliviarse.

Si perdiste a un familiar cercano, como un padre, un hermano o una hermana, es posible que sientas que te robaron el tiempo que deseabas pasar con esa persona. También puede ser difícil expresar tu propia aflicción cuando los demás miembros de tu familia también están afligidos. Algunas personas pueden esconder su propia aflicción o evitar hablar de la persona que falleció, porque tienen miedo de entristecer a un padre o a otro miembro de la familia.

El duelo puede hacer que algunas personas se sientan culpables sin motivo alguno. Dependiendo de las circunstancias, algunas personas pueden preguntarse si algo que hicieron (o dejaron de hacer) causó la muerte de esa persona. Otros pueden pensar que si hubieran sido mejores personas, tal vez su ser querido no habría muerto. Estas cosas no son ciertas, por supuesto, pero a veces estos sentimientos y estas ideas son una manera de intentar darle sentido a algo que es difícil de comprender.

Todos estos sentimientos y reacciones son normales. Pero ¿qué puede hacer una persona para superarlos? ¿Cuánto dura el duelo? ¿Alguna vez todo volverá a la normalidad? ¿Y cómo vas a seguir adelante sin la persona que falleció?
Enfrentar el duelo

El proceso de duelo es muy personal e individual; cada persona lo atraviesa de manera diferente. Algunas personas buscan el apoyo de otras y encuentran alivio en los buenos recuerdos. Otras tratan de mantenerse ocupadas para alejar su mente de la pérdida. Algunas personas se deprimen y se alejan de sus amigos, o evitan los lugares o situaciones que les recuerdan a la persona fallecida. Así como la gente siente el duelo de muchas maneras diferentes, también lo maneja de manera diferente.

A algunas personas, las puede ayudar hablar con otros de su pérdida. Algunas lo hacen natural y fácilmente con amigos y familiares; otras hablan con un terapeuta profesional. Algunas personas pueden no sentir ganas de hablar mucho del tema, porque les cuesta encontrar palabras para expresar una emoción tan profunda y personal, o se preguntan si hablar les hará sentir más dolor. Esto está bien, siempre y cuando encuentres otras maneras de hacer frente a tu dolor.

Unas pocas personas canalizan su dolor involucrándose en actividades peligrosas y autodestructivas. Hacer cosas como beber, drogarse o cortarse el cuerpo para escapar de la realidad de una pérdida puede aplacar el dolor, pero la sensación es únicamente temporal. La persona no está realmente enfrentando el dolor; simplemente lo está enmascarando, lo que hace que esos sentimientos se acumulen en el interior, prolongando el duelo.

Si el dolor parece empeorar, si sientes deseos de lastimarte a ti mismo o tienes pensamientos suicidas, habla con alguien en quien confíes y dile cómo te sientes.
Qué esperar

Puede parecer imposible recuperarse después de perder a un ser querido. Pero la aflicción mejora gradualmente y se vuelve menos intensa con el tiempo. Tal vez, saber algunas de las cosas que puedes esperar durante el proceso de duelo pueda ayudarte a superar el dolor.

Los primeros días después de la muerte de una persona pueden ser intensos, la gente puede expresar emociones fuertes, tal vez llorar o consolarse mutuamente y reunirse para expresar su apoyo y sus condolencias a quienes se ven más afectados por la pérdida.

La familia y los amigos suelen participar en rituales que pueden ser parte de su religión, su cultura, su comunidad o de sus tradiciones familiares (como servicios religiosos, velorios o funerales). Estas actividades pueden ayudar a la gente a superar los primeros días posteriores a la muerte y a honrar a la persona que murió. La gente puede pasar algún tiempo reunida conversando y compartiendo recuerdos de la persona que falleció. Esto puede extenderse por días o semanas después de la pérdida, cuando los amigos y la familia traen alimentos, envían tarjetas o pasan a visitarte.

Muchas veces, la gente muestra sus emociones en este período. Pero, en ocasiones, una persona puede estar tan sorprendida o superada por la muerte que no demuestra las emociones en forma inmediata, aun cuando la pérdida sea muy terrible. Por ejemplo, los amigos de Joey creían que él iba a estar realmente triste en el funeral de su mamá, y los sorprendió verlo sonreír y hablar con la gente como si no hubiera pasado nada. Cuando le preguntaron a Joey, él dijo que ver a sus amigos en el funeral lo alegró porque le recordó que algunas cosas continuarían siendo iguales. Joey pudo llorar y hablar sobre sus sentimientos cuando estuvo solo con su papá después del funeral.

En algunos casos, cuando terminan los rituales asociados con el duelo, la gente puede sentir que deberían haber “superado” la pérdida porque todo parece haber vuelto a la normalidad. Cuando la gente que está de duelo regresa a sus actividades normales, puede resultarle difícil entregarse de lleno a las tareas de todos los días. Muchas personas vuelven a realizar sus tareas normales después de unos pocos días o de una semana. Pero si bien pueden no hablar tanto de su pérdida, el proceso de duelo continúa.

Es natural continuar teniendo sentimientos y preguntas durante un tiempo después de la muerte de una persona. También es natural comenzar a sentirse un poco mejor. Depende mucho de la manera en que la pérdida afecte tu vida. Está bien estar afligido durante días, semanas, o incluso más tiempo, dependiendo de cuán cercana era la persona fallecida.

No importa cómo elijas pasar tu duelo, no existe una manera correcta de hacerlo. El proceso de duelo es gradual y dura más en algunas personas que en otras. Puede haber momentos en los que pienses que nunca disfrutarás de la vida de la misma manera, pero ésta es una reacción natural después de una pérdida.
Cuidarte a ti mismo

La pérdida de un ser querido puede ser estresante. Cuidarte a ti mismo en cosas pequeñas, pero importantes, puede ayudarte a enfrentarla. Aquí hay algunas cosas que quizá te ayuden:

    * Recuerda que la aflicción es una emoción normal. Debes saber que la aflicción puede desaparecer (y va a desaparecer)
    * Participa en los rituales. Los servicios religiosos, los funerales y otras tradiciones ayudan a la gente a superar los primeros días y a honrar a la persona que falleció.
    * Reúnete con otros. Incluso las reuniones informales de familiares y amigos brindan una sensación de apoyo y ayudan a la gente a no sentirse tan aislada durante los primeros días y semanas del duelo.
    * Cuando puedas, habla de ello. A algunas personas las ayuda contar la historia de su pérdida o hablar de sus sentimientos. En ocasiones, una persona no tiene deseos de hablar. Eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar.
    * Exprésate. Aun cuando no sientas deseos de hablar, encuentra maneras de expresar tus emociones y tus pensamientos. Comienza a escribir un diario sobre los recuerdos que tienes de la persona que perdiste y de cómo te sientes desde la pérdida. O escribe una canción, un poema o un tributo a la persona que falleció. Puedes hacerlo de manera privada o compartirlo con otros.
    * Haz ejercicio. El ejercicio puede cambiar tu humor. Puede resultar difícil sentirse motivado; por lo tanto, modifica tu rutina normal si es necesario.
    * Aliméntate bien. Seguramente tengas deseos de saltear comidas o quizá no tengas hambre, pero tu cuerpo necesita comida nutritiva.
    * Únete a un grupo de apoyo. Si consideras que puede interesarte concurrir a un grupo de apoyo, pregúntale a un adulto o a un consejero escolar cómo unirte a uno. Lo que debes recordar es que no tienes por qué estar sólo con tus sentimientos o tu dolor.
    * Expresa y libera tus emociones. Si tienes deseos de llorar, no te reprimas. No te preocupes si escuchar determinadas canciones o realizar algunas actividades resulta doloroso porque te trae recuerdos de la persona que perdiste. Esto es normal. Después de un tiempo, será menos doloroso.
    * Crea un memorial o un tributo. Planta un árbol o una planta, o recuerda a la persona con algo saludable, como participar en una maratón o caminata a beneficio (por ejemplo, una carrera por el cáncer de mama) en honor del ser amado.

Conseguir ayuda para un duelo intenso

Si tu dolor no disminuye después de un tiempo de la muerte del ser amado, es posible que desees recibir ayuda. Si el duelo se transformó en depresión, es muy importante que se lo digas a alguien. ¿Cómo saber si el duelo está durando demasiado tiempo? Éstas son algunas de las señales:

    * Has estado de duelo durante 4 meses o más y no te sientes mejor.
    * Te sientes deprimido.
    * Tu dolor es tan intenso que sientes que no puedes continuar con tus actividades habituales.
    * Tu dolor está afectando tu capacidad para concentrarte, dormir, comer o socializar como lo hacías normalmente.
    * Sientes que no puedes continuar viviendo después de la pérdida, o piensas en el suicidio, la muerte o en lastimarte a ti mismo.

En cierta medida, es natural que una pérdida haga que las personas piensen en la muerte. Pero si la pérdida ha hecho que pienses en el suicidio o en lastimarte a ti mismo de alguna manera, o si sientes que no puedes continuar viviendo después de tu pérdida, es importante que se lo digas a alguien de inmediato.

La ayuda de un terapeuta profesional puede serte útil, porque te permite hablar de tu pérdida y expresar sentimientos intensos. Muchos consejeros se especializan en trabajar con adolescentes que están luchando contra la pérdida de un ser querido y la depresión. Si te gustaría hablar con un terapeuta y no estás seguro por dónde empezar, pregúntale a un adulto o a un consejero escolar. Tu médico también puede recomendarte a alguien.
¿Alguna vez lo superaré?

Los amigos y familiares bien intencionados pueden decirle a una persona que está de duelo que necesita “seguir adelante” después de una pérdida. Lamentablemente, este tipo de consejo puede hacer que las personas duden en hablar de su dolor, o que sientan que están haciendo un mal duelo o uno demasiado prolongado, o que no son normales. Cada persona necesita su propio tiempo para encontrar alivio. La manera en que hagan el duelo de una pérdida en particular y el tiempo que les llevará es muy personal.

Sin embargo, es importante que las personas que están atravesando un duelo no pierdan las ganas de vivir. Si no te gusta la idea de seguir adelante, tal vez la idea de “continuar” te parezca más adecuada. A veces, puede ayudarte recordarte a ti mismo continuar haciendo todo lo que puedas por el momento. Si estás triste, permítete experimentar tus sentimientos e intenta no escaparte de tus emociones. Pero continúa haciendo cosas que normalmente harías, como estar con amigos, ocuparte de tu mascota, practicar ejercicio o hacer tus tareas escolares.

Seguir adelante y aliviar la aflicción del duelo no significa olvidarse de la persona que has perdido. Volver a disfrutar de la vida no significa dejar de extrañar a esa persona. Y cuánto tiempo pasará hasta que comiences a sentirte mejor no es una medida de cuánto amabas a esa persona. Con el tiempo, gracias al cariñoso apoyo de la familia y los amigos, y a tus propias acciones positivas, descubrirás maneras de enfrentar hasta la peor de las pérdidas.

Revisado por: D’Arcy Lyness, PhD
Fecha de revisión: abril de 2004

Duelo, muerte y desaparición

Duelo, muerte y desaparición

El Psicoanálisis se ha planteado desde sus inicios la cuestión de la muerte como un problema vivencial y de conocimiento. Considerando que resulta esencial para comprender la vida humana. Pensar en términos psicológicos la cuestión de la muerte, su inevitabilidad, ha sido sin lugar a dudas una de las fuentes de interrogantes esenciales del ser humano. Nos ha permitido especialmente trabajar sin reducir la problemática a una cuestión filosófica. Además de constituir un posible paradigma del límite en tanto inevitable, es también, una de las formas posibles de pensar una articulación que nos interesa particularmente. Comprendemos el Mito Originario de la Muerte del Padre como estructurante a la vez del sujeto y de la cultura; muerte simbólica, cuya inscripción como culpabilidad inconsciente es el fondo sobre el que la Ley opera. Este padre muerto se vuelve más poderoso, que en vida, por efecto de la obediencia retroactiva. Por la culpa y la deuda (el don). Esto además porque era un padre también amado.

Relacionaríamos el pensamiento freudiano como universalista y el relativismo cultural, en las significaciones de la muerte para los diferentes pueblos y culturas. Consideraríamos además lo singular, no solamente en que cada uno es mortal sino que también cada uno tiene su propia forma de morir. Participamos, de manera más o menos inconsciente, en el camino que nos conduce a nuestra propia muerte.

La tendencia a sufrir accidentes, muchas veces relacionados con diversos tipos de actos fallidos, seria una forma bastante expresiva, aunque sencilla, de decir lo mismo.

Articular duelo, muerte y desaparición es algo problemático. Podemos tomar diversos ejes ordenadores, pero trataremos de articular algunas relaciones con el proceso o los momentos lógicos fundantes de la constitución subjetiva.

La idea de límite al pensamiento mágico o místico (omnipotente), nos sostiene en el aserto psicoanalítico: nunca nada es para siempre. Esto quiere decir que trabajamos en el campo en donde lo más significativo no es ciertamente la estabilidad y la certidumbre. Cualquiera de las adquisiciones que hacemos en nuestro desarrollo pueden trastocarse, perderse, variar, etcétera.

Los castigos míticos de exilio, locura y muerte; la potencialidad humana a la locura como potencialidad del ser, la locura de amor, de odio, de ignorancia, de dolor y soledad, son los ámbitos que nutren nuestra vida como preparación para la muerte. Cada uno debería poder elegir su muerte. Elegir es psicoanalíticamente hablando, lo inconsciente que conduce, creando una cierta aceptación para la muerte se transforma en algo “natural”; la vida que deja lugar a la nueva vida. Pero lo traumático acecha, con la muerte de los hijos, las desapariciones, las catástrofes sociales que exacerban, a diferencia de las catástrofes naturales, el narcisismo de las pequeñas diferencias. Lo pequeño ocupa la dimensión de lo trágico y los fundamentalismos religiosos, étnicos e ideológicos cobran sus víctimas sometiéndolas al poder, la fuerza y el terror.

Retomando la cuestión de la muerte, si bien no existe la representación inconsciente de la propia muerte, esto no quiere decir que no existan deseos y fantasías de muerte. ¿Quién no quisiera, por ejemplo, un lugar ideal, paradisiaco, con una tranquilidad absoluta como la del nirvana?. Esta idea del “descansa en paz” (R.I.P.), es incluso útil para los supérstites. Lo que se nos aparece como conflictivo, paradójicamente, es la vida. Es la fuente de disturbios y conflictos.

El lugar de la muerte es el que soporta la estructuración del sujeto en el orden simbólico. Freud decía que la carta era la palabra del ausente. Cuando nombramos una cosa, la palabra es ya la muerte de la cosa. Al nombrar la cosa, valga la redundancia, la cosa es otra cosa. Es algo con un nombre. Nunca hay una relación unívoca entre la cosa y lo representado, entre la cosa y la palabra. Lo que no podemos nombrar en las cosas es lo que llamamos traumático. Es el silencio, el secreto, el “saber no sabido” que se reconoce como propio solamente por la interpretación o la construcción. Por eso trabajamos con palabras. Lo que no se puede nombrar es el trauma. Siempre estamos a una cierta distancia de las cosas, hay siempre un cierto sentimiento de exilio. El momento en que nombramos, nominamos, no es nunca el momento en que percibimos. Nuestras palabras llegan siempre, con posterioridad, a nuestras sensaciones. El principio del Estadio del Espejo, en relación con el narcisismo en su especularidad, consiste justamente en que nuestra percepción es antropomórfica, pero a diferencia con la Psicología, para nosotros, no existe una forma afuera, preexistente, es siempre nuestra propia forma la que se busca afuera. La percepción trabaja también bajo el retorno de lo reprimido. Nos involucramos en nuestras percepciones, transferimos. Por esto consideramos fundamental señalar el lugar de la verdad, que no es la supuesta “percepción objetiva”, sino un atravesamiento de la subjetividad y una construcción / ficción teórica que produce realidades que implican siempre una interpretación. No nos referimos a la hermenéutica, en donde se sacaría algo supuestamente profundo de algún lugar. Se trata de una antihermenéutica en donde interpretación es producción de sentido, de un sentido que es nuevo y solamente verdadero para alguien en un determinado momento.

Es siempre nuestra propia forma lo que buscamos afuera. Por esto es imprescindible introducir aquí la cuestión del narcisismo (amarse a uno mismo, a la propia imagen) y diferenciarla del lugar de la verdad como a producir. Si hablamos de lugares y agentes nos colocamos en una concepción esencialmente diferente a la de la comunicación. Lugares y agentes que los ocupan configuran modalidades discursivas. Además del lugar de la verdad está el lugar del otro, la relación al otro. Es a través de las identificaciones narcisísticas como se constituye el sujeto en la alienación y comienza la separación. El Yo como siendo otro. Con otro cuya imagen me constituye. El deseo es “el deseo del otro” (Otro-otro-otros), omnipotente primigenio, todopoderoso. La cuestión de la imagen es esencial puesto que no es un reflejo. Por ejemplo: madres con relaciones muy violentas y hostiles con sus hijos generan en los niños lazos muy intensos amorosos. Cuanto más violenta sea la madre, más fuerte el lazo amoroso con ella y por consiguiente mayor dificultad para la posibilidad de desvincularse de ese lazo. Lo mismo ocurre en el ámbito de las parejas. Este tipo de relaciones suele romperse de manera violenta, sumamente impulsiva. La fantasía de quién se separa es que dando un portazo los problemas quedan detrás de la puerta. No es así. Los problemas los llevan también con ellos. Insistiendo, imagen no es reflejo.

Es de interés considerar como proceso de construcción la constitución de la subjetividad humana. Si se dan ciertas condiciones puede instaurarse una regulación de la vida pulsional que nos brinde la posibilidad de desear y fantasear. Esto implica inevitablemente el atravesamiento de los tabúes (prohibiciones) básicos universales: canibalísticos, parricidas e incestuosos.

Si hay un otro adulto deseante que se constituye en primer lugar como función materna será posible la construcción de un narcisismo o amor a sí mismo. Esto es imprescindible para la constitución de ese “nuevo acto psíquico”, del cual surge un Yo humano definido como lugar de conocimiento y de desconocimiento. Ese nuevo acto psíquico es el Estadio del Espejo.

Este otro materno, como dice Wilfred Bion, debe tener capacidad de “rèverie”, que consiste en volver asimilables algunas de las experiencias displacenteras del infante. Esto quiere decir que estas experiencias, al retornar de una madre “un poco buena” como la llama Winnicot, posibilitará las inscripciones-representaciones psíquicas. Es importante este concepto porque no transforma a la madre en una figura idealizada, sino que considera que además del amor también el odio tiene existencia. Ex – iste.

En la cotidianeidad podemos observar cuando las madres, especialmente si se trata de niños muy pequeños, no pueden arrullar, calmar al niño.

Esto es frecuente en el trabajo con la violencia familiar. Es notable la dificultad de “calmar”, “tranquilizar” a los niños de parte de los miembros de una familia violenta. La diferencia esencial pasa por la compulsión de repetición, ya no solo la ex- xistencia sino también la in-sistencia: el ciclo de la Violencia.

La Psicopatología de la Vida Cotidiana, como la violencia familiar, nos revela, como nos lo enseña Freud, de una manera muy clara lo que ocurre también en la psicología de todos los seres humanos. Todos podemos pasar por momentos de descontrol sin considerarlo un problema de violencia familiar. En la violencia el otro es un semejante, fundamentalmente especularizado, con imagen sin sostén en los ideales. Las cosas son como dice el Otro, omnisciente, todopoderoso. No hay posibilidad de bascular del otro al otro y poder preguntarse qué quiere, que es aquello por lo que somos reclamados por nuestro ser. El núcleo verdadero de nuestro ser: lo Inconsciente. El deseo. Se desea alienadamente el deseo del otro, sin poder registrar para quién se es. Para qué y quién hacemos lo que hacemos. Por esto la atención a las demandas de amor de las víctimas, con la actitud de dama de caridad o de inmiscuirse morbosamente en la intimidad de las personas, sin que quede planteada la pregunta ¿Quién me quiere?, ¿Para qué me quiere?, es una burla alienante que reduplica la dependencia y conducirá a repeticiones compulsivas del : “él dice” “él quiere”, “él no quiere”, etc. Poder preguntarse sobre lo que la persona quiere para sí misma y los demás es el camino que debemos transitar. Del mismo modo el asitencialismo demagógico es una falta de respeto a la Víctimas, puesto que la cantidad excluye inexorablemente la calidad, estableciéndose un programa pedagógico de sustitución de dependencias que resulta perverso, con resultados a corto plazo y sin investigaciones que las avalen. Si a esto agregamos la enorme dificultad del trabajo interdisciplinario se establecen hegemonías judicializantes, priquiatrizantes, socializantes o psicologizantes. Todo esto lleva a la necesidad imprescindible de replantear el montaje de los Dispositivos Institucionales para atender problemáticas, no de Víctimas de delitos, sino de diferentes formas de padecer o sobrevivir a la violencia. La pérdida de la singularidad del caso, según el método freudiano es una forma de masificación, de imaginarización que obstaculiza los cambios que la persona esté preparada, requiera y considere necesarios. En este sentido el tratamiento de los problemas de violencia se impregnan de violencia, aún actuada o de “buena fe” o de buena voluntad”, como militancia de fundamentalismos religiosos, al mismo tiempo que autoritarios. Por otro lado la curiosidad morbosa de personas no preparadas para este tipo e trabajo, valoran el sufrimiento por el centimetraje cúbico de lágrimas sin poder evaluar los verdaderos riesgos. Estos siempre aparecen en relación con el trauma, es decir al silencio. Aquí se juega esencialmente una concepción de lazos sociales, los modos de establecimiento. Las concepciones judicativas se hacen desde una chismografía caritativa, con ánimo de hacer el bien.

Retomando la problemática de las experiencias del niño, hay siempre experiencias que no se inscriben, que no se registran. Esto es lo que le vuelve al niño cuando no puede ser calmado.

A esto lo llamamos la “cosa en sí”, lo que siempre queda como “resto”, como “inasimilable”, lo “no representable”. El silencio del trauma.

Nos humanizamos entonces como seres escindidos, divididos, es decir nuestra conducta estará siempre sobredeterminada, al mismo tiempo que producto de loo aleatorio y de azar. Los productos psíquicos serán una formación de compromiso entre instancias o sistemas psíquicos.

El amor parental, modo de encarnación del Mito de Narciso, es una de las facetas en las que los juegos imaginarios del amor pueden llevarnos al ocultamiento de la dimensión de muerte del narcisismo. Ninguna obra clásica literaria sobre el amor ha perdurado si no termina en la muerte. Las otras son de Hollywood. El Psicologismo Norteamericano, tan frecuente en las películas en que se resuelven las situaciones con algún tipo de interpretación, estereotipada, da un giro a la situación planteada, a partir de lo cual se configuran los modos de conclusión de las historias.

Pensamos entonces que es posible un amor a muerte por la fascinación que puede producir la imagen en su omnipotencia que puede ser feroz. Veremos esto en relación con el autoritarismo.

Nos constituimos como Yo a partir de la imagen que nos devuelven los otros. Este alias o alienación a la que llamamos Yo tiene sin embargo un soporte simbólico. Es el pasaje a través de esta primera alienación en la constitución del yo humano, que puede surgir la posibilidad de ruptura de este lazo narcisista con la madre. Este Yo que a su vez es otro posibilita esa doble vertiente de desconocimiento/no saber y la posibilidad también de un Yo de conocimiento/saber.

En las relaciones de violencia, consideramos entonces, el lugar de la muerte, la relación al otro y agregamos la adhesión que el poder solicita y obtiene. Esta adhesión tiene su fuente en la misma estructuración del sujeto, del deseo humano. Corresponderá a una identificación al superyó como ideal, feroz, obsceno, omnipotente. Este es uno de los aparentes beneficios de la adhesión, del consenso. Pero es al mismo tiempo lo que posibilidades de puesta en cuestión del discurso, con citas, enigmas, posibilidad de plantearse interrogantes: Sin estas condiciones no hay tratamiento victimológico que no sea una psicología espuria adaptativa, ejercida esencialmente con gente sin entrenamiento psicoterapeutico. Es comprensible que haya gente que se interese por la Psicología, pero esto no es Interdisciplina. No es abocarse a un problema concreto y plantear la diversidad de alternativas que surjan de cada caso, que es “Uno”, único e irrepetible.

Esto que llamamos otro o alias es el constituirnos sobre la base de la imagen que recibimos de nosotros por parte de los otros. Como somos “vistos”. La cuestión simbólica aquí es para ser vistos por quienes hacemos lo que hacemos. esto es ,sin duda una vuelta de tuerca. El poder toma su soporte, su eficacia de la aceptación de que es objeto. No se trata de un problema cognitivo, sino constructivo, de actos inconscientes, de los fundamentos de los cuales depende su eficacia.

Este otro, la madre toma o no en cuenta al padre. Si el padre es alguien significativo para la madre, el niño vivirá la experiencia de no ser todo para esa mamá. Si la madre desea al padre este puede constituirse en función y darle su nombre al niño. El niño llevará, entonces, el Nombre del Padre. Vemos que lo que se juega en la función materna, en este primer momento. Función materna es una concepción que se toma en cuenta si consideramos los aportes de la Escuela inglesa de Psicoanálisis. En una línea freudiana hablaríamos de lo pre-edípico, pero esencialmente del complejo paterno. Con Lacan, mas allá del Edipo, hablaríamos del deseo de la mujer y del Nombre del Padre. Esto otorga una significación, un significado al niño. Hay una producción de sentido, se trata por lo tanto de una metáfora. Estamos ya en el nivel de la identificación simbólica, al ideal parental. Al producirse la sustitución del deseo de la madre por el Nombre del padre se funda la posibilidad sustitutiva que posibilita el desplazamiento de las cadenas asociativas, produce como posibilidad el lenguaje.

Esta metáfora es fundante, fundadora en tanto posibilita la desligazón posible del niño con su madre. Hemos visto que es mucho más dificultosa de llevar a cabo en las relaciones violentas.

Habiéndose constituido el primer momento de narcisisación-alienación será posible que sobre él se produzca un corte en el camino hacia la individuación, es decir, lo que el Psicoanálisis tradicionalmente conceptualiza como castración, que desde una reformulación lógica podríamos definir en términos de límite, de “no todo”. Un límite a la omnipotencia de lo de vida y muerte del narcisismo. A la desmesura del todo o nada. Esta es la posibilidad de límite al poder y especialmente al poder absoluto. Para esto es necesario que el niño sea “no todo” para la madre y le dé lugar al padre. Luego el padre será “no todo” para el niño y dará lugar a la cultura. ¡Irás a la escuela porque los niños de tu edad van a la escuela!. El Otro padre dirá: ¡Vas a la Escuela porque Yo lo digo!

Para la subjetivación de este límite hay una condición previa, que está relacionada con los ideales parentales. En esto quisiera ser muy preciso puesto que aquí Freud se refiere a lo “parental” y no solamente al padre o a la madre. Este ideal del que el infans se apropia, constituye el modelo o soporte sobre la base de la cual se constituirán las series de las llamadas identificaciones secundarias.

Si le llamamos a la captura por la imagen identificación primaria narcisista, la apropiación de un ideal se constituirá en la identificación primaria simbólica. Dará significación y posibilitará la filiación del niño como parte de una familia. Esta identificación es simbólica en tanto da una filiación, un lugar en una familia humana. Sostiene, además, la imagen y permite su modulación en las oscilaciones pasionales narcisísticas. Aquí primero no quiere decir secuencia cronológica sino importancia como momento fundante, momento de resignificaciones, siempre “a-posteriori” en la constitución del psiquismo del niño. Se trata de lógicas cronológicas y de otros modos lógicos de pensamiento.

Recapitulando podríamos decir que para que se establezca un corte o límite tiene que haberse consolidado suficientemente, una previa relación narcisista. De este modo este segundo momento al que llamamos separación puede ser vivido como una pérdida, como un duelo y no como una catástrofe. La catástrofe psíquica que se produce en las víctimas de violación, por ejemplo. Allí se juega la sexualidad y también el deseo, el poder y la muerte. Por esto la tortura va tan estrechamente relacionada a la muerte y la desaparición.

Para que haya un corte tiene que haber algo que presente la suficiente consistencia, un rechazo o resistencia a ser cortado. Tiene que haber un narcisismo constituido. Solo duele, es decir hay duelo, cuando perdemos algo que es valorado, valioso para cada uno de nosotros. Aquí también como en el caso de la muerte, el duelo es un concepto generalizable que forma parte del pensamiento universalista freudiano así como del máximo relativismo cultural o singularidad en la que cada uno de nosotros vive algo como pérdida según el valor personal que le otorguemos a lo perdido. Como vemos lo universal se articula con el relativismo cultural y da relevancia a la singularidad de la experiencia.

Podemos considerar entonces el duelo como un modo de nombrar la pérdida, que siempre tendrá que ver con el miedo a la pérdida del amor, de anhelos, de deseos; la pérdida de lo que llamamos en general “objetos”. Objetos en el lugar de la causa de la constitución de un psiquismo humano sexuado. El Trabajo de duelo consiste en desanudar “una a una ” las expectativas que había, que se tenía con respecto al objeto. La otra parte del trabajo es la intensificación de los recuerdos. Esto hace imposible la elaboración del duelo en la desaparición, puesto que las expectativas quedan abiertas. Esto ocurre también en los desaparecidos a causa de desastres “naturales”. La diferencia radica en que a partir de los fenómenos naturales se desencadenan acciones de solidaridad, que posibilita, a modo de rèverie, el trabajo del duelo. Las catástrofes terroríficas socio-polícas obstaculizan las dos vertientes de elaboración. Del lado de las expectativas acrecienta las expectativas en el derivar de un a búsqueda y anula la posibilidad de la intensificación de los recuerdos por la descalificación de la valoración social que aceptan la desaparición. Esta aceptación, o “por algo será” nos impide valorar lo realmente ocurrido. Por otra parte la desaparición produce un trauma, que en sentido estricto se corresponde a una ruptura de las cadenas o conexiones asociativas, se expresa, se pone en acto por lo tanto, en el silencio. Por esto es que los actos rituales “en memoria” de los desaparecidos cumplen un papel fundamental en la respuesta social a esta pérdida. El caminar en círculos, en demarcar tiempos y espacios. Esta es una diferencia esencial con el trabajo del duelo.

El tercer tiempo sería entonces el del paso de la separación a la diferencia de los sexos. En este momento se hace posible el cuidar del otro. Se han atravesado los “modos previos de la elección de objeto”, en donde predomina el odio del amor a muerte del apoderamiento y otras formas destructivas del amor. Los celos y las reacciones violentas frente al establecimiento de la pareja, la paternidad y maternidad y el trabajo. Desencadenantes que en nuestro medio debemos agregar el alcoholismo como problema de salud y social completamente descuidado puesto que no rinde el beneficio económico de dedicarse al problema de las drogas, en las que se hacen significativas inversiones. Negocio este como el de las armas imprescindiblemente protegido por las más altas esferas de poder para que sea posible su multiplicación.

Veremos que siguiendo el esquema que planteamos podemos considerar que las situaciones violentas se ponen en juego cuando se dan separaciones (de las familias de origen), convivencia que pone en juego la identidad sexual de cada uno y embarazo que pone en juego la cuestión de la paternidad y la maternidad. El trabajo, como el desempleo o sub-empleo cuestiona muy fuertemente el narcisismo y los roles establecidos socialmente para el hombre y la mujer. Recordemos que la etimología de la palabra Crisis deriva de términos latinos que se refieren a separación y diferencia.

Constituido entonces el narcisismo se genera la posibilidad de valoraciones de lo bueno, lo valioso, lo malo y lo feo. Ética y estética articuladas en los orígenes.

Es, entonces, la pérdida de algo valioso, que puede registrarse como perdido y no como catástrofe, a partir de la constitución del objeto del narcisismo, como otro, ya no-solo semejante sino también diferente. Otro al que llamamos prójimo.

La pérdida del objeto de la experiencia de satisfacción que pone en movimiento al deseo, alucinación, sueño y fantasía. Se fundará de este modo la posibilidad de “encuentros” con el objeto. Todo encuentro será para Freud un reencuentro con el objeto perdido. Pérdida del objeto de la pulsión, pérdida del objeto del deseo y en tercer lugar, aunque siempre a posteriori, la pérdida del amor materno que resignificará las pérdidas fundando un espacio diferenciado, al que llamaremos con Lacan éxtimo. Esto es un interior-exterior, es decir el Es, el Eso, el Ello o como lo llamaba Freud “el núcleo verdadero de nuestro ser”.

Se ha abundado excesivamente, en la importancia de la pérdida. Se ha reflexionado menos acerca de lo qué se ha perdido. Esto ha producido una tendencia melancolizante en el Psicoanálisis contemporáneo. En términos de Octave Mannoni se ha resaltado solamente la especularidad de ese Yo que se funda en el Estadio del Espejo, reduciendo el imaginario a lo especular. El juego de las pasiones humanas, el amor, el odio, la ignorancia, tienen consistencia. Estos producen efectos y son como todo producto psíquico formaciones de compromiso entre instancias o sistemas. La ignorancia, que todos compartimos, nos remite a un “no querer saber nada”, que no por ello resulta menos significativo.

El término pasiones es muy interesante, lo suficiente como para preguntarnos que se juegan en ellas y como gobiernan nuestras vidas. Pienso que él término pasión no puede reducirse a ser definido solamente como un afecto.

Recordemos que a partir de la experiencia de satisfacción, a partir de sus huellas, de sus marcas, en sus inscripciones, transitará un movimiento al que llamamos deseo. El deseo va a actuar por una sumatoria de estímulos. Huella es en Freud representación también y por lo tanto puede ser reprimida. Los afectos no se reprimen. Están relacionados con la experiencia de dolor. Esto tiene que ver en su posibilidad de expresión en el elogio de la locura, que hacemos como posibilidad humana de enloquecer de dolor, de amor, de soledad. Esto quiere decir que nuestro psiquismo tiende inevitablemente a deshacerse de los afectos. En relación al amor surge entonces una articulación con la atracción, con el deseo, con lo buscado en tanto que perdido. El afecto no puede reprimirse, derivará de diversas maneras siendo una fuente inevitable de producción de equívocos. Si hay leyes a las que llamamos proceso primario, estas regirán para las representaciones inconscientes, no así para los afectos. Por esto se pone tanto énfasis en el trabajo con la palabra, la importancia de la literalidad y de su valor fónico en el tratamiento. Esto se ha traducido también en un escepticismo desvalorizativo de lo afectivo, olvidando que la representación palabra del sistema preconsciente-consciente brinda la posibilidad de la ligadura de las palabras a los afectos que les corresponden.

Pero hay situaciones en las que no se habla, cosas, hechos, que se prefieren ignorar. Ideas, posiciones que se defienden apasionadamente o se rechazan profundamente. Uno de estos temas, de vigencia actual en nuestro país, es el de la tortura y desaparición sistemática de personas.

Hemos perdido casi una generación de nuestros ciudadanos más valiosos por la tortura y el exterminio sistemático llevado a cabo por el terrorismo de estado.

¿Cómo relacionamos lo que aparentemente serían dos cuestiones de ámbitos muy diferentes?.

Comparto con Robert Castel que una de las deudas más importantes del Psicoanálisis es el estudio de las relaciones entre la constitución de la subjetividad y el poder. Esto se expresa en la práctica en la ineficiencia gubernamental de caminar en la proposición tanto de políticas como de Dispositivos Institucionales diferenciados para los problemas, que no se agoten en una caracterización jurídica. Esto afecta la eficacia y la eficiencia en la aplicación de los escasos recursos disponibles.

Retomando el contexto y objetivo general de la exposición decimos que se ha vivido en una situación de terror, puesto que esto va mas allá del miedo. El terror o pánico es a lo que no podemos ponerle nombre. Lo que denominábamos trauma o traumático. Es un miedo sin nombre, primordial. Es la situación en las que trabajamos con frecuencia en los sobrevivientes de la violencia.

Pero en este caso, el terror impuesto frente a la posibilidad de ser “desaparecido”, de la desaparición, de estar más allá de la vida y la muerte involucra lo social de un modo diferente. Se trata de una catástrofe social. Existen puntos de relación entre ambas problemáticas, puesto que cada una puede arrojar algo de luz sobre la otra. Ambas deben ser pensadas desde Dispositivos y marcos Institucionales diferenciados. Estos marcos no han sido definidos y mucho menos puesto en acción. Las tácticas y estrategias relacionadas con lo asistencial no son las mismas, aunque tengan, también, puntos en común con otras modalidades de sobrevivencia.

Es comprensible que, la dictadura de terror, en nuestro país esto haya producido efectos notables. Aún persistentes.

Mencionamos al pasar, la destrucción sistemática de la Universidad Argentina que se inició en 1966 y que continua hasta nuestros días.

Algunos efectos han consistido en la proliferación de grupos con posiciones teoricistas que comparten códigos herméticos. Al no plantearse el problema de las contrastaciones empíricas, es decir, no partir de los problemas sino de imposiciones teóricas, resultan inevitablemente dogmáticos. Esto quiere decir que se imponen como verdades absolutas e indiscutibles. Debemos también considerar la exclusión de los ámbitos institucionales en los que se desempeñaban a quienes en esos años llamábamos Trabajadores de la Salud Mental. Era sin lugar a dudas una época de aperturas al trabajo interdisciplinario, que se correspondía a importantes movimientos intelectuales y sociales en otros países.

En relación con el tema que nos ocupa se planteó un interrogante y se llevó a cabo una puesta en cuestión de los efectos del poder, desde distintas perspectivas con relación a la subjetividad, tal vez en el aspecto menos estudiado, el de la adhesión.

En este breve esquema de desarrollo que tratamos de sistematizar, debemos considerar que existe una situación de desamparo inicial en donde el otro se constituye como alguien de quien depende la vida o la muerte del cachorro humano, me refiero al otro (Otro), es decir a una socialidad que es primordial, esencial en la constitución del psiquismo humano. Esta dependencia tan particular constituye para Freud la condición del surgimiento, de la fuente de los motivos morales.

Ese otro puede ser un otro omnipotente, constituyendo una extimidad que al no poder limitarse, reprimirse, censurarse, no puede poner límites. Aquí es, paradójicamente, donde surge la exigencia de que alguien ponga orden. Donde se expresa la necesidad de una mano dura.

Si hablábamos de un narcisismo de vida y un narcisismo de muerte esto tiene articulaciones con deseos de vida y de muerte del otro.

La desaparición de personas, sea como hecho aislado o sistemático como en nuestro país, tiene que ver con un deseo de muerte omnipotente que se expresa en “matar la muerte”. Esta es, a nuestro entender, una acertada hipótesis de trabajo propuesta en el texto con ese título por la Dra. Gilou García Reynoso. Se expresaría así la omnipotencia de un poder, sobre la vida y la muerte. Este poder que mata y que pretende además estar más allá de la muerte. Nos encontraríamos aquí con un saber y un no saber, que coexisten. La gente sabía y no sabía lo que estaba ocurriendo. A esto Freud lo llamó escisión del Yo, tema que trabajó en sus textos sobre el Fetichismo y en la 31º Conferencia sobre la descomposición de la personalidad psíquica así como en El Yo y el Ello. Existe una fetichización del poder, un valor absoluto en sí del mismo.

En estos textos queda claramente expuesto que la idea del Ich freudiano no es la traducción inglesa de la psicología adaptativa del yo (Ego), que tiene gran peso en Estados Unidos e Inglaterra.

Preguntarnos ¿Qué decimos? cuando decimos Yo no resulta para nada obvio. Esto constituye una delimitación esencial en la diferenciación de los diversos modos de las lecturas de Freud y por lo tanto de los desarrollos posfreudianos. Modos esencialmente diferentes de pensar y trabajar en la clínica.

Hemos hablado de la constitución del yo a partir de una imagen especular de otro adulto sexuado deseante, que resultará inevitablemente enigmática para el infante. Que se constituye como alienado en la imagen y el deseo del otro.

Hemos visto que era necesario poner en cuestión la concepción del tiempo como cronológico rescatando el “a-posteriori”. Es conveniente complejizar e interrogarse sobre los diversos modos lógicos, no solamente del tiempo sino también del espacio. Por eso hablábamos de extimidad, un exterior que es a la vez un interior, el Ello freudiano. Cuando nos referimos a la socialidad como primordial pensábamos que el considerar la cuestión del otro en la constitución de la subjetividad nos llevaría no solamente a plantearnos acerca de quien ejerce el abuso de poder, sino también los diversos modos de respuesta sociales. Le llamábamos los modos de adhesión. Esta cuestión hace que este problema nos concierna a todos. Los lazos con el poder del terror pueden establecerse desde el silencio, parálisis por terror hasta el consenso más abierto. No se trata del absurdo de que todos somos culpables, puesto que la responsabilidad es proporcional al poder y esto incluye la fuerza bruta de las armas. Debemos considerar que es extremadamente difícil de reconocer, en uno mismo, estas situaciones en las que tenemos vergüenza, aún horror. Decíamos que la percepción es narcisista y antropomórfica. ¿Las alternativas son terror o adhesión ciega?. Pero por otra parte surge el término, valioso: alternativas.

No podemos ser tan ingenuos en pensar que solamente fueron víctimas los afectados de manera directa. Es importante también preguntarnos por el conjunto de la población. Pienso que aún no está claro el precio que todos hemos tenido que pagar por el terrorismo de estado.

La tesis que trabaja García Reynoso se refiere a que el procedimiento de la desaparición de personas es una amenaza de “des-estructuración” subjetiva. El que “adhiere” al poder, quién de alguna manera acepta el procedimiento de la desaparición, es víctima él también del poder absoluto. Es alcanzado en el núcleo mismo de su constitución, forjándose de esta manera la ilusión de un yo autónomo: Yo todo lo puedo. El precio que pagamos es el empobrecimiento en nuestro ser y en nuestra creatividad.

En relación con este poder abusivo no solamente hay terror y miedo. Hay exilios internos y externos y también se producen muchos fenómenos sobre los cuales nos hemos interrogado muy poco. Una pregunta delicada es si puede haber una dictadura de esa modalidad sin consenso social. Pienso que esto no es posible y que se abre aquí uno de los aspectos a investigar más interesantes e ignorados de este proceso.

A los profesionales que trabajamos con la violencia familiar nos resulta “familiar”, “siniestro”, reconocer el poder de fascinación identificatoria que ejercen las personas autoritarias, brutales, crueles, violentas.

Este otro que no tiene límites tampoco puede poner límites. La persona puede pensar entonces soy como él, soy todopoderoso, para mí tampoco hay límites. Esta es una hipótesis posible siguiendo la línea de la identificación con el agresor abierta por Ferenczi.

La “plata dulce” conduce a una línea interesante de interrogantes acerca de una contabilidad psíquica, de un mercantilismo en donde los objetos de consumo sustituyen hedonísticamente los enigmas que nos plantean los objetos en su relación con el deseo humano. ¡¡Deme dos!!. Consumo como un modo de no saber, con pasión, acerca de nuestros deseos. Aquí la demanda toma el lugar del deseo. Demanda que es siempre de amor. Esto funda la creencia de cada uno en el absolutismo del poder. Es en esta creencia que este tipo de poder se sostiene. Siempre además demandando amor. Aquí radica la eficacia mayor del poder. Poder imaginario, sostenido como poder real y absoluto por el consenso explícito o implícito que se le otorgue. Esto abriría alguna líneas de cuestionamiento interesantes en nuestra relación con este tipo de poder. La creencia en él lo crea también.

“Matar la muerte”, hacer desaparecer la existencia humana. Esta es una tentativa siniestra de suprimir los límites, que son condición de la propia vida. Es a partir del reconocimiento mutuo que se instituye la culpabilidad inconsciente y la deuda (simbólica, imposible de saldar).

Los derechos del hombre, como imperativos de una ética, no pueden ser una moral de ocultamiento. Implican el derecho a la vida y su correlato el derecho a la muerte en tanto propia, intrínseca a la vida misma.

Freud, en Temas de Actualidad de Guerra y Muerte nos dice: “si tu quieres soportar la vida prepárate para la muerte”. E. Erikson nos describe los diversos modos de relación con nuestra propia muerte en los distintos momentos por el que transcurre nuestra vida. La aceptación de la muerte es necesaria para que haya vida. Cada ves que nace un hijo muere un hijo y nace un padre (Pierre Legendre). Aquí uno de los desencadenantes de violencia mencionados. Esto es estar del lado de la vida.

Estamos comentando brevemente lo que podríamos denominar una línea de trabajo centrada en cuestiones de tiempo y espacio que actualmente denominamos lazo social que toman diferentes modalidades discursivas. Esto es fundamental, como comentábamos anteriormente en tanto permite la circulación de agentes y lugares en los juegos de las disparidades intersubjetivas. Lugares de madres, de padres e hijos, que se van correspondiendo con distintas “personas” en distintos momentos. Ruptura esencial con la concepción biologista de la sexuación y la filiación. En la ingenuidad comercial de D.S.M.IV, de un conductismo farmacológico. Lo que se centra en la “tipicidad”, no en la singularidad.

No podemos pensar estos problemas en términos simplistas y confundir personas con lugares y funciones, ni en un dualismo ingenuo bueno/malo. Es en este sentido el concepto de discurso en los que se interrelacionan lugares y agentes sin confundir uno con el otro.

El trabajo de duelo implica la pérdida de algo valorado sin que esto excluya la ambivalencia. Este trabajo supone una presencia que Freud destacó en sus dimensiones experiencial y mítica del hombre frente al muerto y a la muerte. Vicisitud singular, la muerte resulta paradigma de todo límite posible. Es lo único a lo que sin dudas todos nos vamos a enfrentar.

Todas las culturas que conocemos han elaborado rituales que se expresan en prácticas socialmente reguladas de los mitos predominantes en esa Culturas. Esos rituales con sus correlatos míticos son esenciales para el trabajo de la elaboración del duelo. Esta elaboración consistiría en poder deshacer cada uno de los lazos libidinales que nos unían a “nuestros muertos”, como una complicada red o madeja a partir de la cual la libido puede ligarse posteriormente a otros objetos. La desaparición implica la incertidumbre entre la vida y la muerte. Esto es utilizado con frecuencia ficcionalmente en las obras de terror. Es un obstáculo irreparable en la elaboración del duelo. Debe recurrir a otros mecanismos. Las circunstancias históricas e ideológicas, que limitan la solidaridad tuvieron el efecto de potenciar el agrupamiento, de una manera defensiva y elaborativa. El riesgo es el encerramiento. Como Dispositivo Institucional ha sido importante el apoyo del grupo de pares, la denuncia de la verdad, la organización, la lucha ideológica y aún política. Esto ha sido lo única que se ha revelado eficaz en este problema, como modalidad particular elaborativa del duelo.

Por este motivo el trabajo de duelo con relación a los desaparecidos debe transcurrir con un modo de elaboración como el que iniciaron las Madres de Plaza de Mayo. Presencia, cortes en el tiempo, los jueves. . Frente a la incertidumbre y el dolor, el caminar en círculos con un pañuelo blanco en la cabeza fue generando un espacio simbólico. Implicó cortes y significaciones sociales profundos. Se trataba del deseo, no pura demanda. Las llamaban “las locas”, eran las únicas que podían mostrar algo que tenia que ver con la verdad. La verdad de la tortura, el terror y la desaparición. No es la única verdad, pero es lo esencial de la verdad. Es la posibilidad de no olvidar, de recuperar la historia, asumiendo el dolor, el horror y la responsabilidad. Este es el único modo posible de enfrentarse a un duelo caracterizado por la pérdida de la realidad de la muerte. Un duelo frente a la locura que se produjo intencionalmente con el método de la desaparición sistemática de personas y con el robo de niños que rompe la filiación de nuestra civilización occidental. Un ataque a la esencia de la Ley de la paternidad y la maternidad. Los Derechos “son humanos” o no los son Entonces, primero, hay un trabajo de simbolización. La violencia siempre se origina, se causa y determina desde el poder y la fuerza.

Madres. . abuelas. . hijos. , la Historia no ha muerto, la historia continua. .

Dedicado al sacerdote y entrañable amigo Jose Nasser (r.i.p.), que pese a las armas y al mitrado cordobés participó en la defensa de los derechos humanos. perdió la catedra universitaria, su docencia en el seminario y su parroquia por sus creencias.

Trabajo realizado por:
Ruben Musicante
musicantecba[arroba]arnet.com.ar

Duelo ante el secuestro

EL DUELO 

Los seres humanos, como parte del proceso de crecimiento y desarrollo, tienen que enfrentar diversas situaciones que implican pérdidas y separaciones. Como parte del proceso de la vida tienen que enfrentar al único hecho universal y cierto de este proceso, que es la muerte. La forma como se enfrentan estas pérdidas y separaciones, es lo que se llama proceso de duelo (Meluk, 1998).

La no-elaboración del duelo a nivel individual puede tener repercusiones sociales, psicológicas y emocionales. En el ámbito grupal las consecuencias pueden alimentar angustias, impotencias o rabias colectivas; que, al carecer de medios de expresión, terminan canalizándose o bien quedando en la memoria repetitiva y no procesada de la venganza, en la internalización del odio, en la construcción de ideologías de exterminio, o bien en la autodestrucción. De ésta manera, cuando las sociedades atraviesan por periodos prolongados de violencia y conflicto intenso, durante los cuales las posibilidades de elaboración del duelo son mínimas, estas angustias, rabias y venganzas colectivas se convierten en un sedimento emocional y social, que alimenta sus acciones y respuestas mientras perpetúa el accionar violento y reafirma las ideologías que le sustentan. En consecuencia, el tejido social se debilita cada vez más y el impacto psicológico, social y cultural sobre los individuos y las sociedades aumenta, Riaño (citado por Cepeda y Girón, 1998).

Jaramillo (1998), considera que el duelo, como proceso que es, tiene que recorrer y superar una serie de etapas que en el caso de situaciones de violencia son:

1. Negación: La persona entra en un estado de embotamiento, se rehúsa a creer que la pérdida se haya dado, cree que todo está bien y que probablemente lo que ha pasado es una equivocación.

2. Rabia o protesta: La persona se torna irritable, siente rabia y frustración contra ella misma, contra quien murió, contra familiares, amigos, la sociedad, el Estado y Dios. Se pregunta insistentemente “por qué me tenía que pasar esto a mí”. Está, además, a la búsqueda de posibles errores cometidos o se generan sentimientos de culpa por no haber hecho lo suficiente.

3. Búsqueda, negociación y tristeza: En esta fase la persona reclama frecuentemente aquello que perdió o desea reunirse con la persona que murió y vienen entonces ideas de muerte y suicidio. Sueña con la persona fallecida y en ocasiones puede tener alucinaciones. Intenta negociar con su familia, sus amigos o con Dios, o hace promesas para tratar de tener nuevamente aquello que se perdió. Hay una gran sensación de soledad, tristeza, temor y se tienen dificultades para comer y dormir.

4. Aceptación y reorganización: Finalmente la persona acepta el hecho irremediable de la pérdida, es capaz de hablar más tranquilamente acerca de esa pérdida y, finalmente, se adapta a la nueva situación, siendo capaz de reasumir sus labores cotidianas.

Estas fases no ocurren una tras otra en una secuencia simple, sino que los sentimientos y actitudes asociadas con una fase pueden estar presentes en otra. Se puede pasar de una fase a la siguiente y luego regresar. Así por ejemplo, alguien que empezó a reconocer la realidad de la pérdida, puede experimentar la esperanza de que la persona muerta regrese.

Otro elemento importante para la elaboración del duelo es poder participar en los ritos funerarios que son característicos de cada cultura. Aunque los funerales son para los muertos, ellos cumplen varias funciones para los sobrevivientes. Por ejemplo, ayudan a las personas en duelo a reconocer que la pérdida es real y les permiten tener un espacio para expresarlo; lo cual es un mecanismo que admite enfrentar los poderosos sentimientos de temor y rabia generados por la muerte (Jaramillo, 1998).

La ansiedad y el temor por la posible muerte del secuestrado son tan intensas e intolerables que ésta parte de la familia actúa negando sentimientos y dando por hecho que el plagiado aún está presente. Pero con el paso del tiempo, la idea de la muerte del plagiado también se escenifica, por períodos, en otra parte del grupo; y es cuando algunos de los familiares caen en la desesperación. De ésta manera se observan una ambivalencia de sentimientos de esperanza/desesperanza que evolucionan de acuerdo con la manera como se desarrollan los acontecimientos objetivos del secuestro.

Los silencios prolongados de los secuestradores y la ausencia de contacto con ellos estimulan que el duelo se siga elaborando porque vuelve a ser posible que el secuestrado esté muerto. Pero los nuevos contactos con los plagiarios o el envío de otras pruebas de supervivencia detienen nuevamente el proceso del duelo. Podría decirse que es un duelo que no se desarrolla; es un proceso de elaboración de una “muerte” que se inicia pero no se culmina, debido a la esperanza que tienen de recuperar con vida al plagiado. A lo anterior Meluk (1998) lo denomina un Duelo Interrumpido.

El concepto de muerte suspendida se utiliza en analogía con el ya existente duelo suspendido. Con el cual se quiere señalar aquellos procesos de duelo, en los que los familiares y allegados, ante la ausencia del cadáver de un ser querido, o por desconocer su suerte, como en el caso de los desaparecidos; inician la elaboración del duelo, el cual no se culmina con la esperanza de que en algún momento aparezca nuevamente con vida. Solo el paso de los años se va convirtiendo en la evidencia de su muerte o al menos en una certeza de que no regresará, certeza que nunca será colmada en su totalidad (Meluk, 1998).

A continuación se presenta un Trabajo de Investigación realizado por Trujillo y Vence en 1993 y titulado:

EL DUELO EN EL SECUESTRO

INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA

El propósito de esta investigación es describir el proceso de duelo llevado a cabo por una familia en la cual uno de sus miembros ha permanecido secuestrado durante cinco años. Esta familia está compuesta por siete miembros: el padre, quien en la actualidad se encuentra secuestrado, la madre y cinco hijos, dos hombres y tres mujeres. Se realizaron entrevistas individuales mediante las cuales se pretendió describir la manera en que cada uno de los miembros experimentó el duelo a raíz de la desaparición de su padre y esposo. Los nombres presentados para identificar a la familia son ficticios. Teniendo en cuenta las fases descritas por Bowlby (1962), Worden (1982) con respecto a la forma en que normalmente se debe resolver una pérdida.

Autores: Trujillo y Vence

              Año: 1993

              Psicólogas

Afrontar la muerte de una persona muy querida

Hacerse mayor conlleva familiarizarse con el sufrimiento, aprender a soportarlo y saber salir adelante tras cada golpe que la vida nos asesta

Cuando se es niño, la más elevada expresión de la actividad socio-festiva la constituyen bautizos y primeras comuniones; la adolescencia y juventud incorporan a este agradable catálogo de encuentros las siempre felices bodas. Pero superados los cuarenta el principal rito social es que un mes sí y otro no acudimos al entierro de un amigo, compañero de trabajo o familiar directo. Y nos encontramos con ese inconfundible dolor que genera la muerte, la ausencia definitiva e irreparable de personas fundamentales en nuestra vida. Una de las razones del desconcierto en que nos sume la muerte es que casi siempre acontece sin que hayamos efectuado previamente el entrenamiento que nos permita asumirla como un hecho inevitable y rutinario, y ello porque vivimos de espaldas a la muerte.

El duelo
Las personas afectadas por la muerte de un ser querido presentan unos síntomas característicos y siguen una serie de etapas para la asunción de la pérdida. A veces se presentan dificultades añadidas que frenan el proceso y lo hacen aún más duro, pero esta sensación sobredimensionada de luto puede superarse con un planteamiento y apoyo adecuados. Nuestra cultura actual dificulta la elaboración del duelo, pero somos seres inteligentes dotados de un gran instinto de supervivencia, y por ello sabemos reaccionar ante las dificultades y sobreponernos a ellas. Y si no, aprendemos. La tragedia ha ocurrido, pero la vida continúa y las exigencias que la cotidianeidad nos presenta requieren de toda nuestra atención, entusiasmo y lucidez. Una correcta elaboración del duelo permitirá al afectado reintegrarse a su vida normal con la energía necesaria.

Cómo se manifiesta el duelo
Los síntomas son parecidos a los de las depresiones mayores: tristeza, trastorno del sueño, alteraciones del apetito y la libido, pérdida de peso… También disminuye el interés por el mundo exterior, sobre todo en lo que recuerda a la persona fallecida. Y sobreviene el desinterés por el trabajo, por encontrar nuevas relaciones, además de manifestaciones de angustia, sentimientos de culpa, apatía, falta de esperanza, e incluso -en casos graves- los pensamientos de suicidio.

Además, surgen síntomas físicos como cefaleas, úlceras, problemas respiratorios, palpitaciones, sudoración, y disminución de las defensas del organismo.

Los pasos de la elaboración del duelo son:

Incredulidad. Es la primera reacción ante la noticia de la pérdida, acompañada de aturdimiento (“esto no me está pasando a mí”). Nos alejamos de la realidad, en un intento de paliar el dramático acontecimiento.
Agresividad, ira. La persona se vuelve irascible, con reacciones de descontento, y resulta difícil de tratar. Adopta actitudes críticas frente a quienes le rodean y se pregunta por qué le ha tenido que tocar esta desgracia.
Depresión. Actitudes de apatía y silencio. Va haciéndose a la idea de que la pérdida es irreversible y va dejando de aferrarse a la imagen del ausente. Es una triste y silenciosa resignación.
Aceptación y paz. Se asume serenamente la ausencia. Comienza la persona a centrarse y vuelve a sus actividades cotidianas.
¿Y si el duelo se convierte en patológico?
Para superar el duelo hay que vivirlo, tenemos que concedernos la oportunidad de sufrir sus consecuencias. Y comprender la tristeza de quien lo sufre, por muy acentuada o exagerada que parezca. Pero si el duelo no se elabora correctamente – no se han vivido algunas fases, o se han interrumpido o se han reprimido emociones dolorosas-, pueden surgir síntomas patológicos, relacionados con la necesidad de permanecer unido al ausente.

Veamos los indicadores del duelo patológico.

Sentimientos de culpa. Se siente culpable de la muerte, de no haber hecho lo posible por evitarla, de no haber sido suficientemente diligente o afectuoso con el fallecido.
Pensamientos de muerte. El vivo debería haber desaparecido junto al fallecido, o incluso haber muerto en su lugar.
Sentimientos de inutilidad. Ya nada tiene sentido, sin el difunto la vida carece de interés, sin él o ella nada es igual, no vamos a poder hacer frente a la vida.
Experiencias alucinatorias. Como oír la voz del fallecido o ver fugazmente su imagen.
Sensaciones de padecer la misma enfermedad de la persona difunta, en un trasvase del problema que causó la muerte del ser querido.
Confusión. Algo profundo está cambiando en el fondo de sí mismo y en el mundo.
Lentitud psicomotora y deterioro de algunas funciones orgánicas.
Es muy conveniente desahogarnos con alguien que pueda entender y compartir nuestro dolor. Pero no seamos demasiado exigentes, es difícil que quien no se ve directamente afectado comprenda la dimensión de nuestro dolor.

El sufrimiento no desaparece ni se reduce poniendo tierra de por medio, alejándose de la situación dolorosa o de lo que nos remite al ausente.

Más que cambiar las circunstancias externas, conviene modificar los procesos mentales que llevan a la aceptación de la realidad. Después de ese cambio mental, y permaneciendo lúcidamente en la situación real, ya se pueden hacer viajes, o cambios en el hogar, o cualquier otra cosa.

Conviene que el afectado conozca las fases del proceso de elaboración del duelo, para que las acepte como algo normal.

Tan poco aconsejable es conservar tal cual estaban todas las pertenencias del fallecido, como hacerlas desaparecer. Lo adecuado es que el doliente se quede con los recuerdos más significativos del ausente y prescinda de los demás.

Cuando aparezcan los síntomas del duelo patológico, conviene acudir al médico de cabecera. Y, si es necesario, al psicólogo.

Errores frecuentes ante la pérdida de un ser querido
Pensar que no debemos conocer los detalles de la muerte ni ver el cadáver. Aunque resulte duro, saber los detalles de la desaparición de la persona amada ayuda a aceptar la realidad de la ausencia. La falta de información puede generar confusión y fantasías irreales.
Creer que cuando se demuestra rabia, dolor o desesperanza mediante el llanto desgarrado o los gritos, se está más expuesto a la depresión. La expresión de estos sentimientos es necesaria, porque permite que se procese la pérdida y se elabore el duelo, aunque puedan percibirse como manifestaciones exageradas o propias de culturas o países poco desarrollados.
Pensar que cuando la persona muere se pierde su recuerdo. El recuerdo y las vinculaciones emocionales no desaparecen. Permanecen, y aparecen en forma de recuerdos pasajeros o sueños.
Pensar que, para superar el dolor cuanto antes, debemos volver inmediatamente a nuestros quehaceres cotidianos. Conviene que nos demos un tiempo para reflexionar y para vivir el dolor sobrellevando el duro proceso emocional que supone la pérdida.
Considerar que el afecto por el ausente debe expresarse con mucha moderación. Aunque en nuestra cultura se valoran la firmeza de carácter y la entereza, debemos permitirnos expresar libremente las emociones dolorosas.
Mantener que conviene no hacer partícipes a los niños de estas situaciones de luto Los niños son tan capaces como los adultos para elaborar los duelos. No les ocultemos la realidad. Deben aprender a superar pérdidas que, antes o después, llegarán.

Procesando el duelo

El duelo, consecuencia de nuestros apegos afectivos, es un acontecimiento vital estresante que tarde o temprano hemos de afrontar todos los seres humanos

La pérdida y el duelo nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Los investigadores interesados en el proceso del duelo han estudiado muchas cuestiones al respecto, como la descripción y explicaciones sociológicas, los rasgos clínicos de las reacciones normales y patológicas en las distintas edades, sexo y culturas; los programas de prevención, la relación entre el duelo y otras clases de pérdida, así como las diversas formas culturales del luto. Ahora, un reciente estudio muestra empíricamente el curso normal de los sentimientos tras la muerte de una persona allegada.

Quizás por la pérdida de redes sociales y con ellas de muchos de los recursos clásicos, entre los que se encuentran el apoyo de familiares, religiosos, vecinos y amigos, la población en duelo demanda un mayor apoyo sanitario. Es la cara más triste de la individualización de la sociedad. En un estudio realizado en Atención Primaria, presentado en el séptimo Congreso de la Asociación Europea de Cuidados Paliativos en 2001, los datos revelaron que la tasa anual de consultas al centro de salud resultó ser un 80% mayor entre los que pierden a un ser querido que en el resto de la población. En otros estudios se obtienen resultados similares; en viudas el número de consultas se dispara en un 63% en los seis primeros meses y en viudos se multiplica por cuatro durante los 20 primeros meses.

Estudiando sentimientos
Un grupo de psiquiatras de EEUU ha realizado el primer estudio retrospectivo con 233 personas que habían sufrido la pérdida de un familiar por muerte natural. El estudio, publicado en The Journal of the American Medical Association, ratifica primero las etapas clásicas del proceso de duelo establecidas desde la década de los 60 por el psicoanalista británico John Bowlby y, segundo, la misma sucesión que él apuntaba: la negación es más fuerte al principio del duelo, seguida por la añoranza, la ira y la depresión. A partir de los seis meses, estos sentimientos empiezan a descender y aumenta la aceptación.

Se analizaron las respuestas de los entrevistados seis meses después de la pérdida que, en la mayoría de los casos, era la pareja. Al establecer una media de todos los sentimientos que presentaban, los autores observaron que la aceptación fue significativamente mayor que la añoranza y ésta se daba en mayor medida que la negación, hasta finalizar con la ira. Los investigadores concluyen que la pérdida de un ser querido se acepta más rápidamente de lo que esperaban pero con un gran sentimiento de añoranza.

En una primera fase del duelo anticipado, los familiares presentan un shock emocional, mezcla de sensación de pena y depresión
Para los expertos, en el proceso de duelo, más importante que saber en qué fase está una persona es el hecho de establecer si se ha quedado estancada en alguna de ellas, sobre todo en la negación, por que no permite pasar a la siguiente fase para, progresivamente, desarrollar todo el proceso. Se establece que si dura más de un año es preciso acudir al especialista, pues personas con un trastorno prolongado del duelo suelen presentar alteraciones psiquiátricas, como depresión mayor o estrés postraumático.

Duelo anticipado
Mucho se ha escrito sobre las necesidades del paciente moribundo pero, ¿qué sucede a los familiares del enfermo cuando saben que la muerte está cerca? En la evolución cronológica del duelo hay momentos y fases precisos que, por su peculiaridad, requieren de una atención particular, como sucede en el duelo anticipado (antes del fallecimiento). La posibilidad de intervenir en estas fases se da, sobre todo, con pacientes terminales que permanecen en sus domicilios, como el que ocurre en enfermedades degenerativas.

En una primera fase del duelo anticipado, los familiares presentan un shock emocional, mezcla de sensación de pena y depresión. En la segunda etapa se suele dar un interés por la persona que se irá, lo que permite acabar con situaciones inacabadas, resolver conflictos y sentimientos. La tercera fase es una tentativa para adaptarse a la ausencia del ser querido: se aprende cómo van a ser las cosas sin la otra persona, a asumir la soledad. Los expertos explican que permite cambiar actitudes frente la muerte y la pérdida de la persona.

La fase previa a la muerte de un familiar deja un hondo recuerdo en toda la familia y será uno de los temas reiterativos a la hora de elaborar el duelo. Los profesionales de la salud resumen como objetivo primordial en esta fase cuidar y ayudar a despedirse al enfermo y a la familia. Los expertos están de acuerdo en que en el duelo anticipado la muerte se acepta mejor ya que el mismo proceso de la enfermedad se acepta como una oportunidad para resolver cuestiones pendientes. E incluso, a veces, durante una agonía prolongada los miembros de la familia a menudo finalizan su duelo antes de la muerte real. No es infrecuente que después de una larga agonía la familia experimente cierto alivio al terminar el dolor y la lucha.

POR VIDAS NO VIVIDAS

(Imagen: Scott Liddell)
El Consejo de Europa, en noviembre de 1976, creó una Comisión de Salud Pública que dio como resultado un informe publicado bajo el titulo de Los problemas que conciernen a la muerte y a los cuidados dados a los moribundos, aprobado en Estrasburgo en 1981. Este informe hace alusión, con respecto a los niños moribundos, que la muerte del niño es particularmente insostenible porque sobreviene antes de tiempo. Afecta a los padres, sumergiéndoles en una profunda angustia por la impotencia, inocencia y la no oportunidad de haber vivido.

Por este motivo, en el caso de las muertes perinatales o neonatales el proceso de duelo es diferente. Según describen los expertos, a los padres no les es posible incorporar en si mismos ninguna parte del recién nacido y hacerla adaptable. El duelo por la muerte de un niño se comprende mejor si se lo compara con la pérdida por amputación de un miembro. La muerte del hijo antes del nacimiento provoca que familiares y amigos de los padres mantengan una actitud distante, tal como se suele hacer cuando a una persona es amputada, como respuesta al miedo y la ansiedad que les genera.

Según datos recopilados por Ronald J. Knapp, ya en 1986, la respuesta de los padres ante la pérdida de un hijo se resume en unas pautas características. Estos patrones modales comunes de respuesta, tal como las denominó, se daban en una amplia mayoría de los padres de su muestra tanto en la forma como en la intensidad, entrañando connotaciones beneficiosas y perjudiciales. Estas pautas respuesta representan aspectos naturales del complejo proceso de duelo, y se engloban en la promesa de no olvidar nunca al hijo, el deseo de morir, una revitalización de las creencias religiosas, cambio de valores, mayor tolerancia y una sensación de persistencia del dolor.

En el proceso de la pena está inmersa una sensación de ofensa que emerge, en especial tras la muerte de los niños, como una necesidad de justicia. El sentido de la rectitud sobre la vida, innato en el ser humano, provoca una sensación de agravio cuando un neonato o niño pequeño muere.

Trastorno más allá del duelo

Alrededor de un 16% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido presentan un cuadro depresivo durante el año inmediato al fallecimiento

Cinco de cada cien personas que pierden a un ser querido presentan síntomas graves que se asocian a un trastorno denominado duelo patológico. Y es que la tristeza por la muerte sentida tiene una fecha natural de caducidad: entre seis y doce meses. Superado este trámite, se denomina depresión clínica.

El duelo se vuelve patológico cuando la tristeza pinza nuestro comportamiento más allá de un año, cuando nos vemos incapacitados para vivir una vida normal, apesadumbrados aún por la muerte de alguien importante en nuestra errática existencia. Desde la medicina se da por bueno el dolor propio de esta experiencia, un dolor consustancial al hecho de sobrevivir a quienes más queremos; pero se advierte de la necesidad de distinguir un duelo natural de otro patológico, trastornador.

El tiempo, la clave
No hay una medida exacta para la tristeza, como tampoco la hay para el cariño, el afecto o el amor. Se calcula que alrededor de un 16% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido presentan un cuadro depresivo durante el año inmediato al fallecimiento del familiar o amigo. Su muerte les aboca a un panorama desestructurado, a una incertidumbre. Lo cierto es que quienes más han vivido, más acusan esa triste impresión. La tasa asciende a un 85% a partir de la sexta década de vida. El trastorno, además, va más allá del llanto.

Se cree que un 5% de personas con duelo patológico experimenta alucinaciones o sentimientos de culpa que se intensifican una vez superado el periodo normal de adaptación a la pérdida. José Angel Arbesú, coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, SEMERGEN, subraya que, pese a que el duelo patológico se caracteriza como una entidad psiquiátrica, el 70% de las consultas seguidas en España recalan en médicos de atención primaria.

«Tiene su explicación, puesto que somos también los médicos que hemos estado en la cabecera del paciente fallecido hasta el día de su muerte, y los que de más pistas disponen para valorar la situación familiar planteada a raíz del fallecimiento». Para Arbesú, el papel del médico ante un duelo no es otro que el de escuchar a la persona doliente, facilitar una comunicación fluida para que ésta pueda expresar sentimientos y emociones, valorando al mismo tiempo todo el proceso y garantizando que los pensamientos y conductas manifestados entran en un cauce de normalidad.

«Todo el mundo tiene que asumir que se pasa muy mal ante una pérdida sensible»
El duelo es un proceso adaptativo ante una pérdida que tiene consecuencias tanto psicológicas como biológicas y sociales. Junto con el sentimiento de rechazo, es uno de los acontecimientos más estresantes a los que puede verse expuesto el ser humano en el transcurso de su vida. Miquel Roca, jefe de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Juan March de Palma de Mallorca, puntualiza que el duelo natural puede convertirse en duelo patológico cuando su gravedad y duración no guardan cierta proporción con la pérdida experimentada. «Por tanto, es importantísimo hacer un buen diagnóstico diferencial, apoyar el duelo normal y tratar o bien derivar el patológico cuando los síntomas parezcan graves», asegura el experto.

Tratar o no tratar
Para los especialistas, una vez diferenciado el tipo de duelo propio de los procesos adaptativos normales, no hay que instaurar ningún tratamiento ‘per se’. «Todo el mundo tiene que, y en cierto modo debe, asumir que se pasa muy mal ante una pérdida sensible», explica Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, «pero cada vez son más las personas que rehuyen ese duelo natural y demandan tratamiento para anestesiar su tristeza; porque vivimos en una sociedad que no está preparada para el sufrimiento».

García Campayo, sin embargo, insiste en que el tratamiento farmacológico no da lugar a un duelo normal no patológico, «puesto que impide que este duelo se resuelva con normalidad». Los psiquiatras reconocen que la definición de duelo no atañe sólo al fallecimiento de personas cercanas, entendido como un proceso de adaptación en una pérdida, sino que se pueden experimentar los mismos síntomas ante cualquier ausencia vital.

«Diagnosticamos muchas veces duelos patológicos en personas que pierden su trabajo, que quedan inválidas por un accidente de tráfico o mujeres a las que se ha practicado una mastectomía… El proceso no es tan distinto del de una pérdida por muerte», asegura García Campayo.

OCHO ESTACIONES DEL DUELO

(Imagen: Mussels)
Una noticia concreta rompe las defensas afectivas y quiebra por dentro al paciente. La duración de este choque siempre es mayor cuando el suceso es imprevisto. Se asocia también a un cierto estado de apatía y sensación de vivir fuera de la realidad. Sigue una profunda desesperación y desorganización del funcionamiento del individuo en cualquiera de los ámbitos vitales. La tercera estación es la negación: una reacción frecuente ante sucesos tan inesperados como insoportables. El individuo anhela la llegada, la visión o la llamada de la persona supuestamente desaparecida, que actuaría como si nada ocurriese.

Luego hace su entrada la depresión; se llega a una fase adaptativa más realista, y es aquí donde el médico puede confirmar que el proceso del duelo se está llevando a cabo de forma adecuada. Es normal que irrumpa también una sensación de culpa, pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relación a lo que se podría haber hecho para evitar lo ocurrido. Esta sensación es más frecuente cuando no se ha podido despedir al fallecido o cuando las relaciones con el fallecido no pasaban por su mejor momento, justo antes de fallecer. Aparece entonces cierta ansiedad, un miedo justificado con respecto a los cambios que ocurrirán en la vida del paciente tras el fallecimiento del ser querido, y que van de la soledad a las dificultades económicas.

Aún en caliente, puede surgir un sentimiento de ira, dirigida hacia familiares o amigos que no han estado a la altura de las circunstancias, o hacia el personal sanitario (reacción muy frecuente en unidades de oncología o urgencias), por no haber hecho todo lo posible por salvar su vida; incluso hacia el fallecido, por haber abandonado a los supervivientes a una suerte difícil. El duelo natural se cierra con un sentimiento de aceptación. El paciente asume tanto lo ocurrido como sus consecuencias, y se propone adaptar su vida a un nuevo rumbo. No siempre se alcanza esta fase, frontera del duelo normal y el patológico.