Respaldo de material de tanatología

Depresión: Los 12 pasos para seguir adelante-1451

Los doce pasos

1. Admitimos que éramos impotentes ante la depresion, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.

4. Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.

6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos.

7. Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.

12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los que sufren a causa de la depresion y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.

Primer paso

Admitimos que éramos impotentes ante la depresion, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.

¿A quién le agrada admitir la derrota definitiva? Prácticamente a nadie por supuesto. Todos nuestros instintos naturales se rebelan ante la idea de que somos impotentes para manejar solos sin ayuda de nadie, la depresion. Es algo verdaderamente doloroso admitir que nosotros con la depresion, hemos torcido nuestras mentes hacia una forma destructiva de pensar, debido a nuestras depresiones, y que esto es algo que solamente un acto de la Providencia puede mejorar.

Ningún fracaso es tan doloroso como éste. La depresion se han convertido en un verdugo que nos despoja de las facultades de la voluntad para resistir a sus ataques. Cuando aceptamos el simple hecho de que solos no podemos defendernos, nuestra derrota es completa; una derrota que puede convertirse en victoria, si seguimos las sugerencias de nuestro programa de recuperación de D.A.

Así es que al ingresar a D.A., cambia muy pronto nuestro punto de vista respecto a esta derrota. Nos damos cuenta de que únicamente admitiéndola, seremos capaces de dar los primeros pasos hacia nuestra liberación y fortalecimiento. La aceptación de nuestra impotencia se convierte finalmente en firme cimiento sobre el cual podemos edificar una vida feliz y útil.

Es muy poco el provecho que puede obtener la persona que ingresa en D.A., si no se da cuenta de su devastadora debilidad y de las consecuencias. Hasta que no lo reconozca humildemente, su recuperación si acaso logra alguna, será muy limitada y no encontrará una felicidad verdadera. Una larga experiencia comprueba, sin lugar a duda, que ésta es una de las verdades de D.A., el principio de que no encontraremos firmeza duradera para vivir tranquilos hasta que no admitamos la completa derrota, es uno de los fundamentos personales sobre los que ha crecido y florecido nuestra agrupación.

Muchos nos rebelamos cuando nos desafiaron a admitir la derrota. Nos acercamos a D.A., esperando que se nos enseñara a tener confianza en nosotros mismos para dominar por nuestro propio esfuerzo la depresion. Pero en lo que a ladepresion respecta, la confianza en sí misma sin ayuda de otros que sufren de igual manera no sirve para nada; de hecho es un verdadero riesgo.

Nuestros padrinos nos dijeron que éramos víctimas de una enfermedad mental sutilmente intensa, producida por las emociones mal encausadas, que nos estaban llevando al fondo emocional y que ningún poder humano podría salvarnos. Nos dijeron que con la sola voluntad, sin la ayuda de otros seres humanos, era imposible vencer
este mal. Profundizando implacablemente en nuestro dilema nos indicaron nuestra creciente susceptibilidad hacia la depresion.

Así la estabilidad emocional desaparece y surgen lla depresion, que convertida en tirana, nos hacen sus víctimas enfermándonos cada vez más, si no llegamos a encontrar la ayuda de otros seres que como nosotros se están recuperando de sus propios disturbios mentales. Poco son los que en estos combates, mano a mano y solos, han logrado algún triunfo relativo. Es un hecho demostrado por la experiencia que casi nunca puede depresivo  o una persona con otra clase de deficiencias espirituales salvarse por sus propios recursos. Y esto ha sido cierto aparentemente, desde que el hombre empezó a sufrir estos males del espíritu.

En los primeros tiempos de D.A., pocos pudieron tragar y digerir esta amarga verdad, y aún esos desesperados tuvieron frecuentemente dificultades para darse cuenta cabal de que estaban desahuciados. Pero como un ejemplo de esperanza, los pocos que al principio se dieron cuenta de que en nuestra agrupación estaba la salvación, se aferraron a las sugerencias de D.A., con el fervor de un náufrago asido al salvavidas y casi invariablemente obtuvieron una mejoría. Por esto, es que en los primeros días tuvimos que empezar sólo los que habíamos llegado al fondo de nuestros disturbios emocionales. Muchos depresivos menos desesperados intentaron seguir el programa sin ayuda de otros seres enfermos del mismo mal, reunidos en grupos pero sin éxito, porque no podían admitir su total incapacidad para manejar solos su depresion.

Es muy satisfactorio hacer constar que en los años que han seguido, la situación ha cambiado. Depresivos que todavía conservan parte de su salud emocional, sus familias, su posición directiva en negocios, y económicamente están bien, comienzan a darse cuenta de su incapacidad si están solos, sin un programa de recuperación y tratan de acercarse a nuestra agrupación. Al crecer esta aceptación se sumaron otros más jóvenes que no han tenido que pasar el infierno que nosotros atravesamos. Ya que el Primer Paso requiere la admisión de que nuestras vidas se han vuelto ingobernables, debido a nuestros disturbios emocionales, ¿cómo pudieron estas personas dar este paso? Obviamente ha sido necesario â??levantarâ? el fondo que muchos de nosotros habíamos tocado, para que ellos lo vieran de cerca. Repasando nuestros historiales dentro de la depresion que sufríamos, podríamos demostrar que años antes de que nos diéramos cuenta ya habíamos perdido el control de la depresion en nosotros, que desde hacía mucho tiempo ya veníamos pendiente abajo hacia el fondo y que era en realidad el comienzo de una progresión tremendamente fatal.

A los que dudan podríamos decirles: â??quizá usted no es depresivo, después de todo, ¿Por qué no hace la prueba de seguir controlándose sin nuestra ayuda, teniendo en cuenta lo que ya se ha dicho y comprobado con relación a la depresion?â? Esta actitud produce resultados prácticos e inmediatos pues se ha descubierto que cuando un depresivo ha sembrado en la mente de otro la verdadera naturaleza de esta enfermedad del espíritu, esa persona se dirá  â??puede ser que estos D.A., tengan razón…â?

Muchos de ellos, después de algunas deserciones y de algunas pruebas manteniéndose solos, algunas veces, antes de que se les presentaran dificultades y gravedades extremas dentro de sus depresiones regresaban convencidos a nosotros. Al haber tocado fondo tan ciertamente como cualquiera de nosotros se habían convertido en nuestros defensores.

¿Por qué tanta insistencia respecto a que cada D.A., necesita primero tocar su fondo? La respuesta es que muy pocas personas tratarán sinceramente de llevar a la práctica el programa de D.A., si no han tocado un fondo. Esto porque la práctica de los once pasos restantes significa la adopción de actitudes y actividades que casi ninguna persona que tenga DEPRESION, pero que no la considere enteramente grave, pueda si quiera soñar en querer adoptar. ¿Quién desea ser rigurosamente honrado y tolerante hacia sus semejantes? ¿ Quién quiere confesarle sus errores a otra persona y reparar los daños que ha causado? ¿A quién le interesa en un momento de desesperación saber algo de un Poder Superior o de la meditación o la oración? ¿ Quién es capaz de sacrificar su tiempo y sus energías llevándoles a los que sufren el mensaje de D.A.? El enfermo típico depresivo, egocéntrico en extremo, siempre tiene él y solamente él, toda la razón y no se siente atraído por esas perspectivas… a menos que para salvar su vida y cuando ya esté tocando el fondo tenga que practicarlas.

El látigo de la depresion nos ha llevado a D.A., y ahí descubrimos la naturaleza fatal de nuestra precaria situación. Entonces y sólo entonces se han abierto nuestras mentes enfermas a la convicción porque hemos sentido lo que es agonía. Entonces estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que pueda liberarnos de esa despiadada enfermedad emocional.

Segundo paso

Llegamos al convencimiento de que solo un Poder Superior a nosotros a mismos podría devolvernos el sano juicio.

Muchos de los recién llegados al leer el Segundo Paso, se enfrentan con un dilema a veces muy serio. Con frecuencia les oímos lamentarse en esta forma: â??Vean lo que han hecho con nosotros. Nos han convencido de que somos depresivos y de que no podemos gobernar nuestras vidas. Después de reducirnos a un estado de impotencia absoluta, nos dicen ahora que solamente un Poder Superior puede devolvernos el equilibrio emocional. Ustedes nos han sacado del atolladero, muy bien, pero ahora ¿de aquí a dónde vamos?â?. Algunos no quieren creer en Dios, otros no pueden, y aún los que creen en Ã?l, no tienen fe en que les haga este milagro.

Veamos primero el caso del que dice no creer en Dios, el beligerante. Se encuentra en un estado de ánimo que puede describirse como salvaje. Toda su filosofía de la vida, de la que está satisfecho, está amenazada. Piensa que ya bastante dura es la admisión de que no puede gobernar sus emociones; pero ahora, todavía dolido de tal admisión, se enfrenta con el hombre, surgido majestuosamente de una simple célula del cieno primordial, la punta de flecha de la evolución y por consiguiente el único Dios del universo, el único Dios de su universo. ¿Tendrá que renunciar a todo esto para salvarse?

Lo más probable es que su padrino se ría de su situación y al recién llegado le parecerá el colmo. Esto es el principio del fin. Y es principio del fin de su vieja vida y el principio de una vida nueva. Probablemente su padrino le diga: â?? Hay que tomar las cosas con calma. El paso que hay que dar es más difícil de lo que uno cree. Cuando menos así lo fue para mí, y lo mismo le sucedió a un amigo mío que fue vicepresidente de la Sociedad Ateísta Americanaâ?. â??Bueno -dice el recién llegado- sé que ustedes me están diciendo la verdad. Es un hecho indiscutible que muchas personas que están en DEPRESIVOS ANONIMOS, antes pensaban como yo. Pero ahora, en estas circunstancias, ¿cómo puedo tomar las cosas con calma? Esto es lo que quisiera saberâ?.

â??Esta es indudablemente una pregunta muy oportunaâ?, le dice su padrino. â??Creo que puedo contestarla. No tiene que esforzarse demasiado. Tenga en cuenta estas tres cosas: En primer lugar, D.A., no le exige que crea en algo o en alguien. Todos sus Doce Pasos no son más que sugerencias. En segundo lugar, para obtener y conservar la serenidad no hay necesidad de asimilar los Doce Pasos de un golpe. Recuerdo que yo los fui asimilando gradualmente. En tercer lugar, todo lo que realmente se necesita es mantener la mente alerta, abstenerse de discusiones inútiles y no preocuparse de si la gallina fue primero que el huevo. Le repito, todo lo que necesita hacer es mantener su mente alertaâ?.

El padrino prosigue: â??Poniendo mi propio caso como ejemplo, debido al tipo de educación que tuve no aceptaba nada sin comprobación científica. Naturalmente respetaba, veneraba y hasta adoraba a la ciencia. Todavía sigo respetándola, pero ya no adorándola. Se me inculcó el principio básico de todo progreso científico: investigar y comprobar una y otra vez, siempre con la mente alerta. Cuando vine aquí por primera vez mi reacción fue como la de usted. Pensé que este asunto de D.A., no tenía nada de científico, que no podía tragarme nada de esto. Concluí que sencillamente, no lo tomaría en cuentaâ?.

â??Por entonces me despabilé. Tuve que admitir que D.A., había logrado resultados prodigiosos. Noté que mi actitud para con éstos, no había sido nada científica. No era N.A., quien era intolerante sino yo. Desde el momento en que dejé de discutir, pude empezar a ver y sentir. Desde ese momento el Segundo Paso empezó a infiltrarse suave y gradualmente en mi vida. No puedo precisar la ocasión o el día en que empecé a creer en la existencia de un Poder más grande que yo, pero ahora estoy seguro que tengo esa creencia. Para ello me fue necesario dejar de oponer argumentos y dedicarme a practicar el resto del Programa de D.A., con todo el entusiasmo de que soy capazâ?.

â??Ã?sta es solamente una opinión individual basada en mi propia experiencia, por supuesto. Debo asegurarle que los D.A., recorren innumerables caminos en busca de fe. Si no le interesa el que yo le sugiero, tenga la seguridad de que encontrará el suyo si observa y escucha. Más de uno como usted ha empezado a resolver su problema con el método de la sustitución. También puede, si quiere, hacer de D.A., su poder superior. Este es un grupo muy grande de Gentes que han resuelto su problema emocional. A ese respecto, el grupo de D.A., es indiscutiblemente un poder más grande que usted, que ni siquiera se ha aproximado a la solución del suyo. Seguramente que puede tener fe en él. Aún ese mínimo de fe le puede bastar. Encontrará a muchos miembros que han cruzado el umbral en esta forma. Todos le dirán que una vez que lo hicieron su fe ha crecido y se ha profundizado. Relevados de sus DEPRESIONES, sus vidas transformadas de una manera inexplicable, llegaron a creer en un Poder Superior y la mayoría empezó a hablar de Diosâ?.

Consideremos a continuación la situación de los que han caído en la indiferencia, los llenos de autosuficiencia que se han alejado, los que han adquirido prejuicios contra la religión y los completamente desafiantes porque Dios no les ha concedido sus exigencias. ¿Puede la experiencia de D.A., decirles que todavía pueden encontrar una fe que obra?.

Algunas veces les es más difícil captar el programa de D.A., a los que han perdido la fe o que la han rechazado, que a los que nunca la tuvieron, porque piensan que han hecho la prueba y no les ha dado resultado, han recorrido el camino de la fe, y el camino sin fe. Como en ambos casos se han decepcionado han llegado a la conclusión de que para ellos no hay a dónde ir. La indiferencia, las fantasías de la autosuficiencia, los prejuicios y la oposición obstinada son a veces obstáculos más grandes que los que tienen los agnósticos, y aún los ateos militantes. La religión asegura que se puede comprobar la existencia de Dios; el agnóstico dice que no puede comprobarse; y que el ateo pretende que se puede comprobar que Dios no existe. Evidentemente, el dilema del que se aparta de la fe es una confusión. Piensa que para él no hay consuelo en ninguna convicción. No puede lograr ni siquiera en un pequeño grado la seguridad del creyente. El agnóstico o el ateo, es un individuo desorientado.

Muchos D.A. pueden decirle al descarriado: â?? También nosotros cuando niños nos apartamos de nuestra fe. La presunción de la juventud nos perjudicó.
Desde luego que nos alegrábamos de que el hogar y la enseñanza religiosa nos hubieran proporcionado ciertos valores. Todavía teníamos la seguridad de que deberíamos ser honrados, tolerantes, justos y, hasta cierto punto ambiciosos y trabajadores. Creíamos que nos bastarían esas simples normas de conducta y decoroâ?.

â??A medida que el éxito material basado en estos atributos comunes comenzó a favorecernos, creíamos que estábamos ganando el juego de la vida. Esto nos estimulaba y nos sentíamos felices. ¿Para qué molestarnos con abstracciones teológicas y deberes religiosos o preocuparnos por la condición de nuestras almas aquí o más allá? El aquí y el ahora nos bastaban. El deseo de triunfar nos guiaría. Pero los desequilibrios emocionales nos ganaron la partida. Finalmente vino la caída y nos dimos cuenta de que un golpe más nos dejaría fuera de combate para siempre. Entonces tuvimos que buscar nuestra fe perdida. La encontramos en D.A., como lo pueden hacer otrosâ?.

Ahora llegamos a otra clase de problemas: el hombre o la mujer intelectualmente autosuficientes. También a ellos muchos D.A., pueden decirles: â??Sí, nosotros éramos así, demasiados listos para nuestro propio bien. Nos encantaba que nos llamaran precoces. Nuestra educación nos sirvió para inflarnos de orgullo como globos, aunque procuramos ocultarlo. Secretamente sentíamos que éramos capaces de flotar por encima de los demás con el poder de nuestros cerebros. Los progresos científicos nos hacían creer que no hay nada imposible para el hombre. La sabiduría era todopoderosa. El intelecto podía conquistar a la naturaleza. Ya que éramos más brillantes que la mayoría (así lo creíamos), con sólo pensarlo ganaríamos la batalla. El Dios del intelecto desplazó al Dios de nuestros padres. Pero el diablillo del la depresion tenía otros planes. Después de creer que habíamos sido los triunfadores resultaba que estábamos perdiendo en todo. Nos dimos cuenta de que teníamos que recapacitar o moriríamos. En D.A., encontramos a muchos  que alguna vez pensaron como nosotros. Estos nos ayudaron a darnos cuenta de nuestras dimensiones reales. Con su ejemplo nos demostraron que la humildad y el intelecto pueden ser compatibles siempre que se ponga la humildad en primer lugar. Cuando empezamos a hacerlo recibimos el don de la fe, una fe que obraâ?.

Otro grupo en N.A., dice: â?? Estábamos hartos de religión y lo que se relaciona con ella. Decíamos que la Biblia estaba llena de disparates. Podíamos citar capítulos y versículos, pero tergiversábamos su significado, En unas partes su moral nos parecía exageradamente buena y en otras exageradamente mala. Pero lo que nos apabullaba era la moralidad de algunas gentes religiosas. Gozábamos con la hipocresía e intolerancia inseparables de tantos que se dicen muy creyentes. Nos encantaba proclamar el hecho de que millones de personas que se consideran fieles a Dios se estuvieran matando en su nombre. Esto significaba que habíamos substituido una manera de pensar positiva por una negativa. Después de ingresar a D.A., reconocimos que esta manera de pensar estaba propiciando nuestro egocentrismo. Nos sentíamos superiores al observar los pecados de las personas religiosas. No podíamos ver nuestros propios defectos. Habíamos juzgado con desdén aquellos que estaban muy pagados de su rectitud, sin darnos cuenta de que lo que censurábamos en otros era el defecto que más nos agobiaba a nosotros mismos. Nos creamos una situación falsa de la que solamente empezamos a darnos cuenta desde que ingresamos a D.A.â?.

â??Los psiquiatras han advertido a menudo que el desafío es una actitud característica de más de un depresivo. De tal manera, que no es extraño que muchos de nosotros hubiésemos desafiado a Dios mismo. Algunas veces porque no nos concedió los bienes materiales que le especificamos, tal como lo hace un niño que envía a Santa Claus una lista de pedidos imposibles de satisfacer. Las más de las veces, cuando no salimos bien de un trance difícil pensamos que Dios nos había abandonado. La muchacha con la que queríamos casarnos tenía otras ideas, le pedimos a Dios que la hiciera cambiar de manera de pensar, pero no cambió. Pedimos hijos sanos y los tuvimos enfermos o no nos los concedieron. Pedimos éxito en los negocios y no lo obtuvimos. Seres queridos de los que dependíamos nos fueron arrebatados por â??actos de Diosâ?. Entonces nos volvimos neuróticos y luego le pedimos a Dios que nos hiciera cambiar. Pero no nos hizo cambiar. Esta fue la más cruel injusticia. Maldijimos la feâ?.

â??Cuando encontramos a D.A. se esclareció lo engañoso de nuestra actitud desafiante. Nunca le habíamos pedido a Dios que se hiciera su Voluntad; por el contrario, siempre le dijimos lo que debería hacer. Nos dimos cuenta de que no se puede creer en Dios y desafiarlo a la vez. La fe es confianza y no desafío. En D.A., hemos visto los resultados de esta creencia: hombres y mujeres salvados de la catástrofe final de la neurosis. Los hemos visto enfrentarse con serenidad a situaciones difíciles, sin eludirlas y sin recriminaciones. Esto no es simplemente fe, sino fe que obra en cualquier circunstancia. Pronto llegamos a la conclusión de que estábamos dispuestos a pagar lo que fuera por conseguir la humildadâ?.

Ahora veamos al individuo lleno de fe pero que vive deprimido. Cree que es devoto. Observa escrupulosamente las fórmulas religiosas. Está seguro de que cree en Dios, pero sospecha que Dios no cree en él. Hace promesas y más promesas. Después de cada promesa no sólo vuelve a sentirse mal sino que su situación empeora progresivamente. Valientemente trata de luchar con sus depresion con la ayuda de Dios, pero esa ayuda no llega. ¿Qué es lo que pasa entonces?.

Para los eclesiásticos, los doctores y para las familias, el depresivo con buenas intenciones es un enigma desconsolador. Para D.A. no lo es. Muchos de nosotros hemos estado en las mismas circunstancias y hemos encontrado la solución al enigma. La solución depende de la calidad más que de la cantidad de la fe. Esto no lo veíamos. Creíamos ser humildes cuando en realidad no lo éramos. Creíamos que tomábamos con seriedad la práctica de nuestra religión cuando en realidad sólo éramos superficiales. O pasando al otro extremo, nos estábamos revolcando en un sentimentalismo al que confundíamos con un sentimiento religioso verdadero. En ambos casos pedíamos algo a cambio de nada. El hecho es que no habíamos allanado el camino para que la gracia de Dios llegase a nosotros y nos librase de nuestra enfermedad. No habíamos profundizado en la raíz de nuestros defectos, ni habíamos reparado los daños que les causamos a otros, ni habíamos dado sin esperar una recompensa. Ni siquiera habíamos orado como es debido. Siempre habíamos dicho: â??Concédeme mis deseosâ? en vez de â??Hágase tu voluntadâ?. No entendíamos lo que es el amor a Dios y el amor al prójimo. Por consiguiente, nos engañábamos a nosotros mismos y no teníamos la capacidad para recibir la gracia que nos devolviera nuestro juicio.

Son muy poco los depresivos que tienen siquiera una idea de lo irracionales que son o que, si se dan cuenta de ello, puedan enfrentarse al hecho. Algunos aceptan que se les clasifique como depresivos pero no soportan la idea de que son enfermos espirituales. Los apoya en su creencia, un mundo que no sabe la diferencia entre un enfermo mental y un enfermo espiritual. Cordura quiere decir juicio sano. Sin embargo, si un depresivo analiza juiciosamente su conducta destructiva, ya sea que haya destrozado los muebles de su casa o sus fibras morales, tendrá que reconocer que no obró con juicio sano.

En consecuencia, el Segundo Paso es el punto de reunión para todos nosotros. Agnóstico, ateo o antes creyente, todos podemos estar unidos en este paso. La verdadera humildad y la mente libre de prejuicios pueden conducirnos a la fe, y cada reunión de DEPRESIVOS ANONIMOS es una seguridad de que Dios nos devolverá el juicio si confiamos en Ã?l.

Depresión: una intensa tristeza

Depresión: una intensa tristeza
La Depresión es el trastorno de estado de ánimo más frecuente en la actualidad. Aproximadamente cinco de cada cien personas experimentará episodios depresivos en algún momento de su vida, y la proporción es mayor si hablamos únicamente de mujeres, quienes sufren más este problema psicológico.

La depresión se caracteriza fundamentalmente porque la persona experimenta una intensa tristeza de forma crónica así como una pérdida de interés y disfrute de las cosas que le rodean. Otras características que suelen diferenciar un estado depresivo son:

– Alteraciones del sueño: La persona duerme en exceso o tiene insomnio.
– Alteraciones del apetito: Puede producirse una pérdida de apetito o un aumento de éste provocando cambios en la silueta corporal.
– Enlentecimiento de la actividad: La persona parece no tener fuerza, estar decaída y realizar las actividades con excesiva lentitud. Menos frecuente es encontrarnos con una persona alterada y agitada aunque puede producirse.
– Fatiga crónica
– Sentimientos de inutilidad e incapacidad, baja autoestima
– Problemas para concentrarse
– En casos de extrema gravedad pueden aparecer pensamientos suicidas

Cuando una persona está deprimida, experimenta una de las condiciones más duras de malestar psicológico de un ser humano. Además de la intensa tristeza que sufren, se hallan en un agudo estado de pasividad que les lleva a no iniciar ninguna actividad. Debido a esta inactividad, no consiguen realizar o conseguir nada que les satisfaga, es decir, no disfrutan con nada, no reciben cosas positivas de forma permanente. La persona, en esta situación, se encuentra totalmente desvalida y sin salida.

Generalmente, si no se lleva a cabo ningún tipo de intervención psicológica, la depresión puede aliviarse con el paso del tiempo, sin embargo, es probable que vuelva a agravarse en diferentes momentos de la vida. Por ello, es importante realizar una terapia psicológica que permita que la persona afronte sus dificultades en el presente y aprenda como evitar volver a caer en la depresión en el futuro.

DEPRESIÓN EN MÉDICOS RESIDENTES Y ERRORES

13 FEB 08 | ?British Medical Journal? DEPRESIÓN EN MÉDICOS RESIDENTES Y ERRORES EN LA MEDICACIÓN

Un estudio aparecido en el “British Medical Journal” muestra que los errores farmacológicos son seis veces más frecuentes si los facultativos están deprimidos.

(Jano on line) Los residentes de medicina que están deprimidos son alrededor de seis veces más propensos a cometer errores en la medicación que los que no lo están, según un estudio publicado en la edición electrónica de ?British Medical Journal?, que evaluó a 123 residentes pediátricos de tres hospitales infantiles de los Estados Unidos. Los investigadores encontraron que el 20% de los residentes estaba deprimido y que el 74% sufría de desgaste profesional.

Durante el periodo del estudio, los residentes cometieron un total de 45 errores en la medicación y los que estaban deprimidos cometieron 6,2 veces más errores en los fármacos que los que no lo estaban. No pareció haber ninguna relación entre índices más altos de errores en los medicamentos y el desgaste profesional. Estos hallazgos sugieren que la salud mental de los médicos podría desempeñar un papel más significativo en la seguridad de los pacientes de lo que antes se sospechaba, apuntan los autores del estudio.

Además, el alto índice de desgaste profesional de los residentes de este estudio, que coincide con el de otros estudios, indica que los métodos para capacitar a los médicos podrían causar estrés que resulta nocivo para la salud de los residentes. Se necesita hacer más para estudiar y mejorar la salud mental, así como las condiciones laborales de los médicos, concluyen los autores del estudio.

En Estados Unidos, cada año hasta 98,000 pacientes mueren a causa de errores en los medicamentos. El estrés de la capacitación de los residentes, que incluye factores como la falta de sueño y de tiempo libre, está entre los motivos más comúnmente citados de tales errores, según la información del estudio.

DEPRESIÓN E INSUFICIENCIA CARDIACA

DEPRESIÓN E INSUFICIENCIA CARDIACA Aumento del riesgo de muerte u hospitalización. Dres. Sherwood A, Blumenthal JA, Hinderliter AL y colaboradores (SIIC)

Introducción y objetivos =La insuficiencia cardiaca se caracteriza por el compromiso significativo de la función del miocardio, elevado número de complicaciones y la reducción de la expectativa de vida. Las características de esta insuficiencia que contribuyen con el deterioro clínico son el empeoramiento de la función cardiaca y la activación neurohumoral. En general, los tratamientos tienen como objetivo mejorar la función circulatoria y bloquear el sistema renina-angiotensina y el sistema nervioso simpático.

La depresión es un factor de riesgo psicosocial significativo en los pacientes con enfermedad coronaria. Su presencia se asocia con aumento del riesgo de insuficiencia cardiaca en los pacientes con predisposición y tiene consecuencias negativas en quienes ya padecen la enfermedad. Se informó que los pacientes con insuficiencia cardiaca y depresión presentan mayores probabilidades de ser hospitalizados o de morir. En los pacientes con insuficiencia cardiaca, la depresión se asocia con la gravedad de la enfermedad. No obstante, no se sabe en qué medida contribuye con las consecuencias clínicas negativas de ésta.

Durante los últimos años se comenzaron a utilizar el péptido natriurético tipo B y el propéptido natriurético tipo B aminoterminal (NT-propéptido natriurético tipo B) como marcadores diagnósticos y pronósticos de insuficiencia cardiaca. Ambos son liberados por el tejido ventricular cardíaco y tienen propiedades vasodilatadoras y diuréticas. En el presente estudio se empleó el NT-propéptido natriurético tipo B para evaluar la gravedad de la insuficiencia cardiaca y la relación entre los síntomas de depresión y la muerte y la hospitalización durante 3 años de seguimiento.

Como la depresión se asocia con peor pronóstico en los pacientes con enfermedades cardíacas, hay gran interés en la identificación de un tratamiento eficaz para ese trastorno. Los fármacos antidepresivos disminuirían la mortalidad asociada con el infarto agudo de miocardio y mejorarían la función cardiaca con un perfil de efectos adversos adecuado. No obstante, aún no se estudiaron los efectos del tratamiento antidepresivo en pacientes con insuficiencia cardiaca. En consecuencia, también se evaluó la asociación entre el tratamiento antidepresivo, la letalidad y la hospitalización durante 3 años de seguimiento.

Pacientes y métodos = El presente fue un estudio prospectivo, observacional y de seguimiento, en el cual participaron 204 pacientes con insuficiencia cardiaca. Inicialmente se evaluaron los antecedentes clínicos y los tratamientos actuales, tanto cardiológicos como psiquiátricos. También se midieron los niveles plasmáticos de NT-propéptido natriurético tipo B y la fracción de eyección del ventrículo izquierdo. Los síntomas depresivos se evaluaron mediante el Beck Depression Inventory.

El seguimiento consistió en la evaluación anual de los registros médicos de los participantes. Asimismo, se contactó a los pacientes con una frecuencia similar para reunir información sobre hospitalizaciones durante el último año y los tratamientos administrados. El parámetro principal de evaluación fue el tiempo transcurrido hasta la muerte o la hospitalización debido a enfermedad cardiovascular.

Resultados =La media de edad de los pacientes al comienzo del estudio fue de 56.8 años. El 31.9% de los participantes eran mujeres. La mayoría eran caucásicos y recibían beta bloqueantes o inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina. El puntaje inicial medio del Beck Depression Inventory fue de 10.3. Al principio, el 21.1% de los pacientes tomaba antidepresivos. Este grupo no se diferenció del resto respecto de la mayoría de las características. No obstante, los que tomaban antidepresivos y presentaban más síntomas depresivos tuvieron más probabilidades de recibir un beta bloqueante y presentar niveles más bajos de hemoglobina.

El seguimiento duró de 2 a 5 años. Durante su transcurso, 26% de los pacientes fallecieron y 62% fueron hospitalizados al menos 1 vez. Casi la mitad de las hospitalizaciones se debieron a enfermedad cardiovascular. Los niveles plasmáticos de NT-propéptido natriurético tipo B se asociaron en forma significativa con la muerte o la hospitalización por causa cardiovascular. El aumento de la sintomatología depresiva también se relacionó con el aumento del riesgo de muerte u hospitalización por causa cardiovascular. Los pacientes que tomaban antidepresivos tuvieron más probabilidades de morir o de ser hospitalizados por la enfermedad cardiovascular que los que no los recibían. En los pacientes en tratamiento antidepresivo, los niveles de NT-propéptido natriurético tipo B fueron similares a los hallados en el resto de los pacientes. Su aumento se relacionó con todas las causas de hospitalización o muerte. Asimismo, los síntomas depresivos y el tratamiento antidepresivo también se relacionaron con aumento del riesgo de todas las causas de muerte u hospitalización.

Discusión =En los pacientes con insuficiencia cardiaca relativamente estables que reciben tratamiento médico, la presencia de síntomas depresivos se asocia con aumento del riesgo de muerte u hospitalización por causas cardiovasculares. Estos hallazgos coinciden con lo informado en estudios previos. La depresión tiene consecuencias clínicas negativas más allá de la insuficiencia cardiaca. El nivel de NT-propéptido natriurético tipo B, que indica la gravedad de la insuficiencia cardiaca, también se relaciona con el riesgo de muerte o de hospitalización. No obstante, los efectos adversos de la depresión se observaron más allá del nivel de NT-propéptido natriurético tipo B, la fracción de eyección del ventrículo izquierdo y otros factores de riesgo. Esto indica que la depresión no es un simple reflejo de la gravedad de la insuficiencia cardiaca. La presencia de síntomas depresivos puede tener consecuencias notables, con un aumento aproximado del 56% del riesgo de hospitalización o de muerte.

La relación entre la depresión y el peor pronóstico de estos pacientes puede deberse a diferentes factores relacionados con hábitos como el tabaquismo, el sedentarismo y la falta de adhesión al tratamiento. También se identificaron vías fisiopatológicas mediante las cuales la depresión afecta en forma directa el riesgo cardiovascular en los pacientes con insuficiencia cardiaca. Entre los factores relacionados con la depresión se menciona la disminución de la variabilidad de la frecuencia cardiaca y de la sensibilidad barorrefleja y con el aumento de la actividad simpática, la coagulabilidad sanguínea, la inflamación y la disfunción endotelial. Cada vía puede actuar de manera independiente o sinérgica para aumentar el riesgo en los pacientes con insuficiencia cardiaca.

La prevalencia elevada de depresión observada en el presente estudio coincide con lo hallado en estudios anteriores. Esto destaca la necesidad de evaluar a los pacientes con insuficiencia cardiaca para detectar la presencia de depresión y crear y evaluar estrategias terapéuticas seguras para disminuir la sintomatología depresiva y mejorar el estado clínico. Se observó aumento de la probabilidad de muerte o de hospitalización asociada con el tratamiento antidepresivo a pesar de la gravedad de la depresión y de la insuficiencia cardiaca y de la presencia de comorbilidades. Es decir, los peores resultados no pueden atribuirse a la gravedad de la insuficiencia cardiaca.

El tratamiento antidepresivo puede indicar la presencia de depresión crónica, recurrente o resistente al tratamiento. De acuerdo con lo hallado en un estudio previo, los pacientes con antecedentes de depresión luego de un infarto de miocardio que permanecían depresivos a pesar del tratamiento tuvieron peores resultados clínicos que los tratados con eficacia. Por lo tanto, la depresión resistente al tratamiento puede ser indicadora de peor pronóstico. Más del 80% de los pacientes con insuficiencia cardiaca tratados con antidepresivos recibían inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Se sugirió que la administración de estos fármacos puede mejorar la supervivencia. En cambio, los antidepresivos tricíclicos pueden provocar arritmias ventriculares que ponen en peligro la vida del paciente.

En resumen, en los pacientes con insuficiencia cardiaca, el aumento de la sintomatología depresiva se asocia con peor pronóstico, lo cual no se debe a la gravedad de la insuficiencia. La asociación observada entre el tratamiento antidepresivo y los resultados clínicos más desfavorables podría indicar que los pacientes con insuficiencia cardiaca que requieren antidepresivos deben ser controlados en forma más exhaustiva.

Lic. Juan M. Covarrubias. Terapeuta tanatología, psioconcologia, pruebas psicosometricas

Sobre la depresion

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que para el año 2020, la depresión será la segunda causa de incapacidad del mundo, lo que pone a este trastorno anímico y mental en un lugar bastante preocupante, más si se considera que las consecuencias de sufrirla se hacen papables no solo en la vida personal y profesional, sino que también, en algunos casos, puede terminar en tragedias mayores si se le permite prosperar.

Una definición básica

Según el psicólogo Paulo Daniel Acero, coordinador de investigación en psicología de la Universidad Manuela Beltrán, la depresión podría definirse como un estado de ánimo bajo, en el que existe una sensación de vacío y abatimiento, que no siempre está relacionada con una pérdida (aunque puede estarlo) y en la que a veces no se identifica la razón de esa emoción que está enraizada en el interior de quien la padece.

Por esto existe una diferencia entre tristeza y depresión, que según explica el especialista, se puede ubicar en que en la tristeza esa desazón está más ligada al exterior, a que la persona puede sentir que hay cosas que no la llenan y en que para ella el mundo externo se ofrece como un mundo vacío.

Mientras que la depresión se dirige al interior, pues ya no es el mundo el que se ve vacío sino la persona misma, por lo que es más grave. De la misma manera, la depresión se puede extender en el tiempo y la tristeza, por su lado, puede ser más pasajera.

Clases de depresiones profundas

Este trastorno varía en forma e intensidad, pero se puede decir que existen dos clases de depresión propiamente dicha: reactiva y mayor.

La reactiva es disparada por un suceso definido, como una pérdida (económica, familiar o sentimental) y se presenta en ese mismo momento con una tristeza profunda causada por el hecho; mientras que la mayor, puede aparecer como un sinsabor frente a la vida, que puede surgir sin razón aparente, aunque también puede estar impulsada por una pérdida, solo que a diferencia de la depresión reactiva, la tristeza no llegó de inmediato, sino que pasaron varios meses y se hizo lo que se llama un ‘duelo congelado’, en el que una persona, por ejemplo, vivió el fallecimiento de alguien cercano, pero durante un tiempo no tuvo mayor reacción hasta que un día el ánimo se le cae al piso.

Así también, se puede hablar de depresiones que tienen sus orígenes en la misma biología y que son causadas por deficiencia de ciertas sustancias bioquímicas en el cerebro, por lo que a veces ciertas enfermedades pueden activarla o incluso la herencia puede jugar un papel importante en su aparición.

¿Cómo identificar si se sufre de depresión?

Usted puede sufrir de una depresión profunda si presenta cinco o más de los siguientes síntomas:

* No puede definir la razón por la que se siente triste.
* Lo que antes le causaba placer ya no tiene ningún efecto.
* Su desempeño laboral se ha visto afectado.
* Está irritable o agresivo.
* Ese estado de infelicidad se ha prolongado y ha sido continuo por más de nueve días seguidos.
* El apetito le cambia drásticamente y pueden existir aumentos o bajones de peso considerables.
* Tiene sentimientos de odio a sí mismo y de culpa.
* Prefiere la inactividad y se siente sin energía.
* Se siente sin esperanzas o abandonado.

El tratamiento

Es muy importante tener en cuenta que toda depresión es superable, pues los tratamientos psicoterapéuticos se han convertido en una muy eficaz herramienta para superar estas afecciones.

Además, los medicamentos también han evolucionado bastante en los últimos años, por lo que los pacientes que los requieran (siempre bajo supervisión de un especialista) se podrán apoyar en ellos y en la terapia para salir adelante, por lo que es válido usarlos siempre que un profesional se los aconseje.

Así también, usted podrá ayudarse a sí mismo buscando actividades que lo saquen de la pena, pues es muy importante que no se deje gobernar por la inactividad, de la misma forma hacer uso de terapias alternativas como las esencias florales (que ayudan pero no reemplazan a una terapia formal) pueden darle un impulso.

Pero lo vital es que, ante una tristeza profunda y prolongada, usted no debe permitir que ese estado avance ni esperar a que el tiempo lo cure, sino más bien debe buscar apoyo en los suyos y en los especialistas, pues es a través de ellos que encontrará una salida exitosa para la crisis. Así que si hoy llueve, tenga la seguridad de que mañana amanecerá despejado.

Depresión: Los 12 pasos para seguir adelante-326

Los doce pasos

1. Admitimos que éramos impotentes ante la depresion, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.

2. Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.

3. Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.

4. Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.

6. Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos.

7. Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.

8. Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.

9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.

10. Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.

11. Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.

12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los que sufren a causa de la depresion y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.